23 Jan Bienvenidos al paraíso hipster
Por Martín Jali
La contracultura versión siglo XXI llegó a Buenos Aires. Profesionales, sofisticados y consumidores de cultura alternativa; atentos a las nuevas tendencias, amantes del buen vino, el cine y la literatura Radiografía del grupo que marca el ritmo oculto de la ciudad.
Todo comenzó en los enérgicos años ’40 cuando los músicos de jazz utilizaban el vocablo hip para referirse a los conocedores de la subcultura afroamericana, especialmente, a los fanáticos del hot jazz. Años más tarde el término se popularizó y alcanzó una nueva dimensión con “On the road”, novela emblemática de Jack Kerouac, padre fundador de la Generación Beat: probablemente el primer movimiento de vanguardia artística en Estados Unidos. Aquí hipsters y beats comenzaron a mezclarse para conformar una subcultura contestataria a los valores tradicionales. Los hipsters eran bohemios, con puntos en común con la cultura gitana,disfrutaban de viajar y proponían una escala de valores opuesta a la sociedad burguesa. Apostaban por la experimentación, la libertad sexual, cierta pobreza autoimpuesta y una ideología de izquierda. Como suele suceder, los hipsters poco a poco envejecieron: llegaron los hippies y, más tarde, en los años ’80, los yuppies. Pero, como se sabe, todo vuelve. La pregunta surge de inmediato: ¿qué es un hipster modelo XXI? Veamos: es un consumidor de cultura alternativa, sofisticado y de buen nivel socio-cultural, conocedor de las últimas tendencias independientes, siempre atento a lo nuevo, a aquello que está a punto de florecer, para lo cual necesita de una sensibilidad especialmente entrenada. Si todavía no te quedó claro que propone el hipsterismo, te ayudamos con una serie de tips:
El hipster asume una estética de la novedad pero nunca de lo masivo: escapa una y otra vez a lo mainstream. Para esto a veces refuncionaliza lo antiguo. En este sentido, es un movimiento sumamente posmoderno. En materia de indumentaria, es común que apuesten por lo bohemio y lo desinhibido y compren ropa usada o de saldo en ferias.
El estilo debe ser casual y relajado. Un buen ejemplo es el corte de pelo: el hipster no usa rastas ni peinados punk ni nada que lo asemeje a otras tribus urbanas. Lo suyo es la vanguardia: en la actualidad, la diligencia y prolijidad de los años ’50 (el imaginario visual que se estila en la serie “Mad Men”) con la estética grunge de los años ’90.
El hipster es un explorador incansable de tendencias: literatura, nuevas corrientes musicales, cine, arte y gastronomía. Por momentos es casi snob y bordea lo nerd, pero sabe como combinar el intelectualismo con una imagen popular y relajada.
Un punto muy importante en la vida de todo hipster: la tecnología. Todavía administran blogs, aunque es probable que la mayoría lo haya cambiado por una cuenta de tumblr o de flickr. Escuchan música online, pasan mucho tiempo en las redes sociales y combinan la bohemia con el Ipod y celulares último modelo.
¿Accesorios? Lentes oscuros, anteojos carey, mochilas o bolsos donde cargan desde libros a laptops, cámaras digitales, bicicletas, sombrero o gorra, sacones.
Un punto central: los hipsters no se reconocen públicamente como hipsters, ya que no quieren estar encasillados en ninguna etiqueta ni que los engloben en una tendencia particular.
Los hipster saben que las drogas, el tabaco y el alcohol afectan su salud, así que no suelen utilizarlas ni fomentar su consumo. Sin embargo, el pasado común con el movimiento beat ha dejado en el hipsterismo el resabio de la experimentación, con lo cual, no es extraño la convivencia entre ambos mundos. El hipster en estado puro, igualmente, suele tener hábitos vegetarianos y defender los derechos de los animales.
El café es su bebida por excelencia. Al contrario del alcohol, fomenta la charla, energiza el cuerpo en lugar de adormecerlo y despierta la lucidez.
El cine independiente es el oasis hipster: Quentin Tarantino, Wes Anderson, Spike Jonze, Sofía Coppola. En materia musical: Bjork, Pixies, Los Smiths, Beck, Pulp, Radiohead.
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