Último héroe en Sin City

Último héroe en Sin City

Por Ryan Mac y Zack O´Malley Greenburg
Las Vegas. Primeras horas de domingo. Neil Moffit aún no tomó nada. La realidad de sus 3.000 clientes moviéndose bajo las luces en Hakkasan, la nueva discoteca de 7.400 m2 que regentea, es otra. Bajo el efecto del vodka, Red Bull y quién sabe qué más, se mueven al ritmo de Calvin Harris, un DJ que el año pasado ganó USS 46 millones.
Para Moffit, los USS 300.000 que le pagará a Harris esta noche están bien justificados. Realiza el mismo cálculo matemático por persona que hace Las Vegas para atraer a los apostadores: los clientes -a excepción de un par de clientes VIP y jóvenes atractivas- probablemente paguen USS 50 para ingresar y gasten USS 100 en bebidas. Moffit incluso cuenta con sus apostadores selectos: un grupo reducido capaz de pagar USS 10.000 o más por una de las preciadas mesas de la disco.
“Calvin es un rubro”, comenta, “que encaja en nuestro modelo de negocio”. Hakkasan y otras “megadiscotecas” están impulsando la recuperación de Las Vegas -y una guerra de ofertas a DJs como Calvin Harris y Tiesto.
Esta fórmula es la nueva medicina para curar las heridas de la Ciudad del Pecado. El volumen de turistas, el indicador clave de las fortunas de Las Vegas, cayó un 5% entre 2007 y 2010. Peor aún, los ingresos por apuestas disminuyeron un 18% durante el mismo período, mientras que el que alguna vez fuera el oligopolio de los juegos de azar de Nevada continúa deteriorándose, forzando al Strip a volver a reinventarse. Bugsy Siegel reconoció que el glamur y los shows pueden transformar a un pueblo desértico con juegos de azar en un éxito (Broadway con apuestas). Luego llegaron las convenciones. A principios de los ’90, el Strip se transformó en un parque de temático para toda la familia (Disney con apuestas), y luego se convirtió en un centro comercial de carrera de armamentos (un Rodeo Drive con apuestas). El nuevo héroe del momento: las discotecas y la música electrónica, con algunos de los titanes más poderosos del mundo invirtiendo en la fórmula Ibiza con apuestas.
Steve Wynninvirtió US$ 100 millones para construir la discoteca XS, la joya de la corona, en su casino epónimo y en la actualidad opera tres lugares de apoyo ubicados en dos predios. Discotecas tales como Tao del Sheldon Adelson’s Venetian y el Marquee del Cosmopolitan funcionan como clubes diurnos al aire libre para que la fiesta siga las 24 horas. En mayo, el multimillonario Ron Burkle y el hombre del Cirque du Soleil, Laliberté inauguraron el Light at the Mandalay Bay, un emprendimiento que costó más de U5S 25 millones.
El principal patrocinador de Moffit, Sheikh Mansour bin Zayed Al Nahyan de Abu Dabi, compró el club de fútbol Manchester City en 2008 e invirtió más de US$ 100 millones en Hakkasan, que se inauguró en el MGM Grand un mes antes que Light. La discoteca más grande y costosa del país cuenta con una plataforma suspendida en el aire para presentaciones de bailarines, pantallas LED altas hasta el techo y cascadas de dos pisos de altura.
A pesar de que la multitud de la discoteca generalmente no gasta tanto como quienes solían jugar al tragamonedas o a los dados en la vieja escuela, la escena de la música electrónica parece estar logrando equiparar legítimamente ese gasto. Este año es probable que Las Vegas atraiga a 40 millones de turistas por primera vez en su historia, incluyendo los 115.000 que asistieron al evento DJ-centric Electric Daisy Carnival que duró tres días en junio. “Hay que encontrar lugares y comodidades que no sean parte del casino”, aconseja el Gran Presidente del MGM, Scott Sibella. “No creo que ningún habitante de esta ciudad sospechara que la música electrónica despegaría de esta manera”.
Moffit regenteó varias discotecas del centro de Inglaterra antes de aventurarse en el negocio de los festivales cuya participación mayoritaria se vendió a Live Nation en 2005. Para ese entonces, ya se había mudado a Las Vegas, triunfando en el Strip antes de convencer a MGM de que le permitiera alquilar un espacio para inaugurar Hakkasan. La inauguración de ese club exacerbó una guerra de talentos, ya que las discotecas invierten en éxitos taquilleros comprobados para proteger sus inversiones, para beneficio de DJ tales como Harris, Tiesto (ganó USS 32 millones el año pasado) y David Guetta (USS 30 millones). Los Casinos se vanaglorian de sus carísimos DJ en el Strip con el mismo entusiasmo con el que solían promocionar al Rat Pack y a Siegfried y Roy.
“Hakkasan salió al mercado y nos tomó por sorpresa al ofrecerle a los artistas conocidos una suma mayor que la que le habíamos ofrecido el resto”, comenta Sean Christie, director de varias discotecas Wynn. Nick “Afrojack” van de Wall, un DJ que puede fácilmente recaudar más de USS 100.000 por noche, cuenta que Hakkasan le ofreció “casi el doble” de sus honorarios normales pero que se quedó en XS porque no quería “empezar de nuevo” (recibió un “aumento competitivo” por quedarse).
Entonces, mientras que los DJ claramente obtienen beneficios, ¿cómo les irá a estas costosas mega-discotecas? Moffit es reservado con las cifras, sólo dice que está “muy por encima del presupuesto”. FORBES estima ingresos de USS 100 millones durante los primeros 12 meses de la discoteca, con márgenes de ganancia en el orden del 20%. A este ritmo, a Hakkasan le llevará cinco años recuperar su inversión, casi el mismo tiempo durante el cual un club se mantiene entre los más populares en un mercado cambiante.
Pero el auge está volviendo a atraer el interés de los turistas en Las Vegas e, incluso si Hakkasan apenas sale hecho, los patrocinadores obtendrán beneficios extendiendo la marca. Ahora tienen previsto expandirse en discotecas, restaurantes y hoteles boutique en todo el mundo. “Soy muy compulsivo”, confiesa Mossitt, mientras bebe un skinny latte en Starbucks, su único vicio en Las Vegas. “Juego a todo o nada”.
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