26 Dec Pizzi le pagó al sistema con la misma moneda
Por Juan Manuel Trenado
La renuncia de Pizzi es la perfecta definición del fútbol argentino. A la vista competitivo y de primer nivel, pero que en realidad casi no tiene gente capaz de tomar una decisión que vaya más allá de un triunfo o una derrota.
Se dice que Lammens y Tinelli estaban dispuestos a sostener el contrato del entrenador. Incomprobable. Si no ganaba el Inicial la continuidad hubiera sido casi imposible.
La oferta de Valencia, inalcanzable para nuestro fútbol, es el paradójico y merecido castigo para una competencia que hace mucho tiempo eligió la ley del más fuerte. Nada se razona, gana el que impone su prepotencia.
Pizzi estuvo a un paso de perder el Inicial y, por ende, luego de la eliminación en la Sudamericana y la derrota en la final de la Copa Argentina, quedó cerca de ser considerado un perdedor. Así lo iban a tratar los hinchas (una gran cantidad de fanáticos del Ciclón nunca lo quiso), los periodistas, y hasta sus pares y jugadores.
Vio una oportunidad y la tomó. Le pagó al sistema con la misma moneda.
El colmo de la incoherencia
Por Carlos Beer
Usted es contador y se apellida González. Acaba de terminar con éxito un complicadísimo balance para su empresa. Lo felicitan. Hay alegría y festejos en su lugar de trabajo por la labor cumplida. Y de tan bueno que fue su desempeño, una empresa mucho más poderosa quiere contratarlo. Le ofrece mejores perspectivas laborales, más dinero, posibilidades futuras e incluso darle una importante cifra monetaria a donde se desempeña actualmente a modo de compensación.
Cámbiese la profesión citada al azar por la que usted prefiera. En lugar de contador póngase médico, ingeniero, quiosquero o director técnico de un equipo de fútbol de la Argentina. Cámbiese también el apellido González por Pizzi.
¿Desde qué lugar se puede objetar la decisión de Pizzi? ¿Desde la ética? ¿Qué tiene de antiético rescindir un contrato en estos momentos, después de haberle dado a San Lorenzo la mayor alegría de los últimos años? En este país donde la moral está tan menospreciada, ¿cómo es posible cuestionar la decisión de Pizzi? Sería, ni más ni menos, que el colmo de la incoherencia.
Imposible que no se vaya
Por Claudio Cerviño
Imposible que Pizzi no se vaya. Aun siendo campeón. Aun teniendo por delante la Libertadores. Difícil es saber cuándo se presentan las buenas oportunidades. Se le abre una puerta en un escenario diferente; se le abre la chance de un contrato en una moneda que vale y, a la vez, de salir de una realidad particular.
Pasó por Rosario, de dirigir al club de sus amores; celebró en San Lorenzo. Vivió las histerias y las miserias de nuestro fútbol, así como las incongruencias de la Argentina país. Y puede entenderse que no quiera más de eso, que esté harto. De las chicanas, de los barras, de partidos sin hinchas, de apretadas, de modificaciones de días y horarios de partidos como si fuese cambiar de talle una prenda en el shopping. O de llegar a la casa y por ahí encontrarse que no tiene luz. Puede no gustarle el modelo de nuestro fútbol. España no atraviesa su mejor momento, es cierto, pero conoce bien el ambiente y en este tiempo también conoció desde adentro la Argentina real.
Imposible que Pizzi no se vaya por un cúmulo de factores, encabezados por uno muy nítido: el sentido común.
LA NACION