Jóvenes: son evitables el 66% de las muertes

Jóvenes: son evitables el 66% de las muertes

Por Fabiola Czubaj
Un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y Unicef Argentina revela que los accidentes, las imprudencias y el suicidio desplazaron a las enfermedades entre las causas de mortalidad infantojuvenil. En conjunto, provocan el 66% de las muertes entre los 15 y los 24 años.
Entre los 5 y los 14, si a esas causas fatales se suman las agresiones, la mortalidad llega al 30%. Las muertes por tumores y malformaciones congénitas quedaron relegadas al 14 y al 5,5%, respectivamente.
“A partir del primer año, las muertes por causas externas empiezan a crecer. Después de los 10 años, los accidentes viales y los suicidios aumentan proporcionalmente”, dice Hugo Sverdloff, del Comité de Pediatría Social de la SAP.
Y agregó: “Es una verdadera masacre de gente joven. Que un 60% de las muertes sea por causas externas es tremendo. Y la cantidad de suicidios es espeluznante”.
Para la doctora Zulma Ortiz, especialista en salud de Unicef Argentina, los resultados muestran que “el porcentaje de contribución de muertes por causas externas tiene una tendencia creciente cuando se analizan las causas”. Añadió que eso “se explica por un cambio en el perfil de las causas más que por una suba de la frecuencia. Esta situación, que podría considerarse un logro, en tanto se controlaron otras causas con los avances de las ciencias o la mejora de los servicios de salud, nos muestra un fracaso en la conciencia social y acciones del Estado para prevenir muertes”.
Junto con la doctora Déborah Zuker, del Comité de Pediatría Social de la SAP, analizaron las estadísticas vitales del Ministerio de Salud y elaboraron con Unicef Argentina el Informe Salud Materno Infanto Juvenil en Cifras 2013. En 60 páginas, tablas y gráficos apoyan las conclusiones de los especialistas.
A partir de los 15 años, las causas externas explican el 66,4% de las 6238 muertes anuales del grupo hasta los 24 años, aunque con diferencias.
El suicidio, las peleas, los accidentes en moto o automóvil y por imprudencias, como trepar paredes o bañarse en lugares inadecuados, causan el 61,5% de las muertes hasta los 19 y el 62% entre los 20 y los 24 años. En los más grandes, los accidentes incluyen los laborales.
El suicidio provoca el 24,2% de las muertes entre los 15 y los 19 años y el 21,8% entre los 20 y los 24 años. “Una adecuada educación vial ayudaría a evitar los accidentes en moto o auto. Pero que el suicidio sea tan alto nos tiene que hacer pensar en qué les está pasando a nuestros jóvenes que, teniendo mucho por delante, muchos eligen suicidarse”, indicó Sverdloff.
Y Ortiz señaló: “Como ciudadanos tenemos la responsabilidad ineludible de construir un entorno protector para niños y adolescentes a través de la transmisión de valores como el de la vida, y de hábitos como usar cinturón de seguridad o casco y no conducir bajo influjo del alcohol. Son medidas de prevención que deben aprenderse a edad temprana”.
Atribuyó al Estado la obligación de “proveer instancias de educación que refuercen esos aprendizajes e implementar medidas que garanticen un crecimiento planificado de la urbanización, la infraestructura adecuada (rutas, señalización) y la regulación de todas las leyes y normas que hoy garantizan un entorno protector. Todos podemos contribuir para que más que un cambio de perfil se logre una reducción en la frecuencia de muertes que son evitables”.

TENDENCIA CON RESERVAS
En los últimos 20 años, la mortalidad infantil, neonatal (30 primeros días de vida) y posneonatal (hasta el año de vida) fue bajando, más en los 90 que entre 2001 y 2011. Para los autores del informe, la tendencia es menor que la esperada si se tiene en cuenta la inversión en salud de esos períodos.
Cada año, en el país nacen 758.042 chicos y mueren 8878 menores de un año, con grandes diferencias entre las provincias. La mayoría (5751) muere en los primeros 30 días de vida, sobre todo en la primera semana después del parto. “Si bien las tasas de mortalidad infantil muestran un lento descenso, es importante recordar que en el 61% de las muertes neonatales las causas son reducibles”, dijo la doctora Ángela Gentile, flamante presidenta de la SAP. Medidas de prevención y tratamiento en el embarazo, el parto y con el recién nacido evitarían esas muertes.
Ya en el primer año de vida, se podría evitar el 67,4% de las 3127 muertes. “Es muy llamativa la mortalidad por causas reducibles, un eufemismo para decir que son evitables, como la mala vacunación -indicó Sverdloff-. En los primeros 30 días tienen mucho que ver la infraestructura hospitalaria y el entrenamiento médico. Más allá de ese primer mes, lo que más influye es la disponibilidad de una vivienda digna y la educación, sobre todo materna.”
Ya en el primer año de vida aparecen en el quinto lugar las causas de muerte externas, con el 2,95 por ciento. Son por ejemplo los casos de muerte súbita infantil, paro cardiorrespiratorio o ahogamiento. Pero, por relevamientos que está realizando la SAP en distintas jurisdicciones, se sospecha que hay casos en los que el motivo de defunción que aparece en los certificados oculta otras causas, como la negligencia, la violencia familiar o los accidentes domésticos.
El síndrome de muerte súbita, por ejemplo, es la tercera de las 10 causas de muerte en el primer año. Con otros accidentes que obstruyen las vías respiratorias, como la aspiración del vómito, “suman el 10,8% de todas las defunciones del período, lo que tiene que llamar la atención, pues no siempre el diagnóstico que aparece en el certificado de defunción es fiable -aclara el informe-. Es probable que estos diagnósticos enmascaren otras causas no declaradas en los certificados, por omisión, error o decisión de quienes los confeccionan”.
Después del primer año, estas causas evitables ocupan el primer lugar entre los motivos que provocan la muerte. En los primeros cinco años, casi el 30% de los 1347 decesos anuales son por los “accidentes domésticos” y sus secuelas. Y crece al 37,6% de las 1764 muertes entre los 5 y 14 años, pero con una diferencia: aparecen los suicidios y las agresiones con sus secuelas. Los tumores malignos aparecen recién en el segundo lugar y las anemias y los trastornos nutricionales dejan de ser factores de riesgo. Se vuelven enfermedades fatales.
“Es un período de altísimo riesgo porque los chicos no se mueren por enfermedad, sino por accidentes debido a la poca atención de los adultos. Los chicos están muy «sueltos» a una edad en la que aún no tienen demasiada conciencia del peligro”, indicó Sverdloff.
LA NACION