“Todo funciona sobre la ayuda mutua””

“Todo funciona sobre la ayuda mutua””

Por Flavio Cannilla
Rebeca Hwang (33) personifica como pocos que, en el mundo emprendedor versión Siglo 21, las fronteras desaparecieron. Nacida en Corea del Sur, creció en Buenos Aires, donde se recibió de Bachiller, con mejor promedio, en el Nacional Buenos Aires. Arrancó estudiando Ciencias, Economía, para terminar como Ingeniera Química por el MIT (Estados Unidos). Volvió a la capital argentina para crear, con otros seis socios un negocio de comida sana (jugos), en la calle Reconquista, que se transformó en un rotundo fracaso. “Había simplemente demasiados MBA reunidos”, comenta, entre risas, la experiencia.
Hoy, reparte su vida entre Buenos Aires y San Francisco, donde tiene sede su más reciente start-up YouNoodle. La empresa contacta a proyectos y estudiantes con potenciales inversores, clientes y empresas.
Hace unos meses, la prestigiosa revista MIT Technology Review la nombró uno de los 35 innovadores menores a 35, con más talento en el mundo, elite a la que pertenecen Sergey Brin (Google) o Mark Zuckerberg (Facebook). En 2010, Hwang ya había sido distinguida como una de las más innovadoras en la versión regional del certamen, cuya próxima edición se celebra el 20 de noviembre, en el marco del día del emprendedor.
En una de sus breves visitas a la capital argentina, en la que aún vive parte de su familia, Hwang dialogó con IT Business. Aquí cuenta cómo se sobrevive en una de las mecas de la innovación y por qué el emprendedor argentino bien haría en recordar más sus cualidades sociales innatas, a la hora de pensar en probar suerte en Silicon Valley

¿Qué es innovación para usted?
Para mí, innovación no se trata solamente de la idea. Se trata de crear circunstancias que permitan llevar a una idea original a tener una aplicación de utilidad, con valor para la sociedad. Eso pueden ser servicios o ser un producto. Por ejemplo, un juego, que si bien entretiene a muchos, pero no conlleva o genera algún valor que contribuya a algo nuevo en la sociedad, es para mí una invención, no innovación.

¿Qué la inspira?
Me inspira crear las conexiones laterales, especialmente cuando un segmento de la población o la sociedad no tiene un acceso equitativo a ciertos recursos.

¿Cómo nació YouNoodle?
El origen de YouNoodle fue en 2007 y fue posterior al gran boom de comunidades que había generado la explosión de Facebook, un año antes. Con mis socios, vimos que hay mucha gente en Silicon Valley que tiene muchísimo acceso a recursos y que es supertalentosa pero no más talentosa que, por ejemplo, un argentino. El tema es que, acá, a este talento, le cuesta 10 veces más llegar a acceder a esos recursos. Por eso, pensamos en crear una plataforma que le de al chico o chica argentina, de Singapur o de donde fuera la posibilidad de crear y lograr visibilidad en el mundo virtual.

¿Cómo evolucionó el proyecto?
Primero, creamos una base de datos del talento que existe en las universidades y de los estudiantes que están creando proyectos. Desde allí, generamos contactos con gobiernos, corporaciones y entidades, que quieran colaborar con ese talento y cocrear un producto o empresa.

¿Quién los fondeo, con cuánto?
Entre otros, Peter Thiel, el primer inversionista de Facebook y Max Levchin, cofundador de PayPal, además de un para de ángeles. En la primera ronda, en 2007, obtuvimos u$s 1,5 millón. En la segunda, fueron convertible notes por medio millón de dólares y bootsstrapping. Pero la historia es muy Silicon Valley.

¿En qué sentido?
El primer millón llegó tras un desayuno de dos horas. Hablamos de todo y al final, el inversionista dijo, “Ok, les doy un millón”. Nosotros ni le habíamos mostrado ningún documento o business plan, nada. Se lo dijimos. Pero él insistió. Fue muy especial.

¿Quiénes son sus referentes?
A mí me gusta leer mucho. Y, en eso, Borges es uno de los principales referentes para mí, ya que me enseña a cuestionar la realidad. Por ejemplo, uno de los primeros proyectos que tuve en la escuela fue crear una tecnología para filtrar agua. Sin embargo, la realidad del filtro y su desempeño, en el laboratorio, son muy diferente a lo que pasa en el campo. O sea, lo que se podía hacer fuera del laboratorio con este instrumento distaba bastante de lo que yo pensaba. Ahí me ayudó mucho la cualidad de Borges de cuestionar las realidades. En cuanto a tecnólogos, me inspira mucho Richard Branson. La razón es que creó más de 300 empresas y quizás no con el mismo valor de lo que es la Apple, de Steve Jobs, o Microsoft, de Bill Gates, pero Branson es una persona que hasta, hoy, sigue su pasión en cada uno de sus proyectos y -nada menor- sabe cuándo debe retirarse.

¿Su próximo proyecto cuál es?
Como señalaba antes. A mí me gusta mucho la meritocracia. Y mi anterior proyecto apuntaba a la meritocracia geográfica. Pero, hoy, hay otro problema de poca equidad y es que las mujeres en tecnología y negocios no tienen acceso a los recursos y al financiamiento que tienen los hombres. Para darte unas cifras, en Silicon Valley la participación de generó no llega a un 15%.
z ¿Eso cómo se percibe en la realidad?
Hay miles de historias. Una por ejemplo es el caso de dos mujeres que fueron a un fondo a hacer su pitch. Al finalizar, les dijeron: “Nos gustó su idea. Es excelente, pero para tener credibilidad necesitan un hombre entre sus miembros, sino no podemos invertir”.

¿Entonces, por dónde quieren arrancar?
Hay varias aristas. Está la parte de crear una comunidad o el e-training, está la parte de inversión. Piense que menos del 10% de los VC de start-ups tienen una participante femenina y menos del 8% de los inversionistas de Silicon Valley son mujeres.

¿Qué es lo que no le puede faltar a un emprendedor, hoy?
No es ni tecnología, ni conocimiento. Son los social skills. O sea, cómo crear un capital social para uno. Y esto es algo que veo mucho y que, particularmente, les falta a los argentinos. Porque a Silicon Valley, llegan, obviamente, muchos latinoamericanos, pero los argentinos se destacan por ser, junto a los israelis, los más agresivos. Llegan y llaman a todo el mundo para preguntarle: “conocés a Peter Thiel, conocés a Mark Zuckerberg”. Y los entiendo: al fin y al cabo, hay que pagar un hotel todos los días, que puede costar u$s 200. Sin embargo, esa agresividad va totalmente en contra de los protocolos que rigen en el valle. Allí, hay un equilibrio muy, muy, delicado en cuanto al armado social. Todo funciona sobre la ayuda mutua: hoy, vos me ayudás a mí y, mañana, yo a vos. Pero, antes nos tenemos que conocer.

¿El entrepreneur local será así porque cree que se enfrenta a una socidedad muy competitiva?
Mi teoría es que tiene que ver con la sensación de la oportunidad y que el argentino que llega, piensa más en qué va a pasar este año, si puedo sacar algo, porque, el año que viene, puede haber una crisis.

¿Cómo se plantó ante ése desafío, por ejemplo, cuando entró al MIT?
Fue un momento bastante especial. Cuando llegué al MIT, llegué con la idea de que era una de las mejores de mi generación en la Argentina. Había sido el mejor promedio del Nacional Buenos Aires, cinco años seguidos, había ganado medallas de oro en olimpíadas. Sin embargo, al llegar allí, me di cuenta de que todos los que venían de otras partes del mundo se sentían igual que yo. Y eso fue un poco un shock. Hay que aprender a lidiar con eso.
EL CRONISTA