Rush, la carrera del año

Rush, la carrera del año

Por Marcelo Stiletano
En este caso, y para todo sentido, la palabra clave es carrera. Alrededor de una carrera (el Gran Premio de Alemania de Fórmula 1 en 1976) se desarrollan los hechos decisivos de la trama de Rush, pasión y gloria, cuyo estreno marca el regreso al cine de los grandes relatos del automovilismo deportivo, tan populares décadas atrás gracias a clásicos como Grand Prix y Las 24 horas de Le Mans.
A la vez, la película cierra un año trascendente en la carrera de su realizador, una de las figuras más queridas de Hollywood por haber pasado allí casi toda su vida y su carrera. De estrella infantil (a los seis años coprotagonizó El show de Andy Griffith) a director ganador de un Oscar (por Una mente brillante), Howard conoce vida y milagros de la capital del entretenimiento del mundo. Y, finalmente, Rush puede marcar una proyección definitiva en las respectivas carreras de sus dos protagonistas, el australiano Chris Hemsworth y el hispano-germano Daniel Brühl, quienes dan vida a dos grandes enemigos íntimos de la gran historia de las competencias automovilísticas: el británico James Hunt y el austríaco Niki Lauda.
En 1976, mientras el mundo automovilístico contemplaba con estupor el tremendo accidente que casi le cuesta la vida a Niki Lauda en el circuito de Nürburgring (Alemania), Ron Howard cumplía otra etapa de su incansable aprendizaje y evolución. Antes de que sus películas como director (fruto de una feliz alianza de casi tres décadas con el productor Brian Grazer) acumularan casi 2000 millones de dólares en la taquilla global, Howard era un actor de rostro familiar y amigable que creció en la TV (El show de Andy Griffith, Días felices) y se asentó en el cine. Once días después del accidente de Lauda, el 1° de agosto de 1976, se estrenaba en Los Angeles El tirador (The Shootist), la despedida del cine de John Wayne, con Howard como parte de su elenco estelar.
Según propia confesión, Howard jamás se interesó -como tantos millones de fans alrededor del mundo- en las andanzas de la troupe de la Fórmula 1. Pero seguramente debe de haber seguido como tantos otros las noticias que día a día llegaban desde Europa con datos de la lucha de Lauda por sobrevivir a las espantosas secuelas (lesiones gravísimas en los pulmones, quemaduras en el rostro) que le depararon el accidente y el incendio de su máquina en plena competencia.
Mucho después, en el verano boreal de 2010, Howard tomó el volante de la película que habría de recrear ese hecho que ningún fan de la Fórmula 1 olvida y el contexto en el que se produjo: la tremenda rivalidad entre Lauda y el británico James Hunt, cuyas personalidades opuestas e incompatibles venían chocando desde hacía años a cada momento en las pistas y fuera de ellas.
La idea surgió del reconocido guionista Peter Morgan (La reina), gracias a la amistad de su esposa con el cuñado de Lauda. Cuando ambas familias se encontraron de vacaciones en Ibiza, según cuenta The Hollywood Reporter, el piloto (que hoy tiene 64 años) le confesó que nunca se interesó demasiado en responder a quienes se acercaban a él preguntándole sobre el accidente de 1976.
Morgan fue tan persuasivo que después de unas 30 charlas con Lauda en Viena (donde ambos tienen residencia) armó el primer bosquejo de Rush y le preguntó a su amigo Paul Greengrass si estaba dispuesto a dirigirlo. Al optar Greengrass por Capitán Phillips, la ruta quedó libre para Howard, un director que brilló en toda clase de géneros (del western a la ciencia ficción, pasando por comedias, dramas y adaptaciones de best sellers como El Código Da Vinci) y tenía como asignatura pendiente el relato deportivo de alto impacto e intensidad.
“Me atrajo de inmediato la idea por múltiples razones -señaló Howard a The Hollywood Reporter-. Siempre sentí que las posibilidades dramáticas y tecnológicas de este proyecto estaban de mi lado.” Howard filmó con cámaras pequeñas y recurrió a 24 autos clásicos y originales de la Fórmula 1 de entonces, si bien se adaptaron vehículos de Fórmula Tres para ser manejados por Chris Hemsworth (que tuvo que bajar varios kilos para pasar de Thor a este papel) y Daniel Brühl, además respaldado por los invalorables consejos de Lauda.
El entusiasmo que cosechó Rush en el reciente Festival de Toronto, donde tuvo lugar su estreno mundial, les devolvió el optimismo a unos cuantos. También a Lauda, que piloteó su avión desde Viena y apareció por sorpresa en la función de gala. Con Brühl a su lado, el austríaco recordó sin perder su imagen de hombre meticuloso y disciplinado a su antítesis. Hunt, el piloto que, en palabras escritas por Alfredo Parga en LA NACION, se “bebía la vida casi con desesperación”, murió de un infarto, a los 45 años, en junio de 1992.
LA NACION