Laura Pausini: “No nací para ser ama de casa”

Laura Pausini: “No nací para ser ama de casa”

Por Gaspar Zimerman
A Laura Pausini no le gustan los fotógrafos. Para ser más exactos: no le gustan las fotos. O, para ser más estrictos aún, no le gustan las fotos sin photoshop. Retratarla es casi una cuestión de Estado: tarda horas en maquillarse, indica en qué lugar del hotel cinco estrellas porteño posará, y finalmente pedirá que se publiquen las imágenes “oficiales”. Es curioso, porque se trata de una clásica morocha italiana, joven (37 años), bastante linda y sin mayores imperfecciones físicas que ocultar. Por suerte, con los periodistas, o los grabadores, no tiene problemas. Con esa simpatía que emana de su español italianizado, durante una hora larga se explayará sobre su vida, desde la infancia hasta la actualidad, y permitirá construir algo así como la pequeña biografía autorizadísima de Laura Pausini.
La historia podría arrancar el 16 de mayo de 1982, el día en que cumplió ocho años. “Cuando era pequeña disfrutaba del hecho de que mi padre fuera cantante y músico de piano bar. Lo iba a ver siempre. Ese día él me preguntó desde el micrófono que quería de regalo, y yo le dije el micrófono . Recuerdo muy bien su cara, porque pienso que no veía la hora de que alguna de sus hijas le pidiera estar en el escenario con él. En cambio mi madre no estaba contenta: ella es maestra de italiano y quería que yo fuera maestra”. La madre no se equivocaba: desde ese momento, el destino de su hija estaba marcado. “He pasado diez años, de los 8 a los 18, viviendo una vida particular. Normal hasta las cinco de la tarde, con la escuela y todo lo demás, y después yéndome con mi padre y su coche, con los instrumentos musicales atrás, a las ciudades donde tocábamos. Así fui hablando continuamente con mi padre y, más que a un padre, conocí a una persona”.
Para los amigos era la nena de papá, porque prefería esa vida a salir de noche con ellos. Y era la nena de papá, nomás: il signore Pausini la inscribió en un concurso de canto que premiaba al ganador con un lugar en el Festival de San Remo. Ella fue, cantó New York, New York , ganó y se clasificó a San Remo. Tenía 17 años. “Mi padre era (sic) loco de felicidad. Yo estaba feliz pero bien confundida, porque desde que soy pequeña me gusta organizar mi vida, y ya pensaba que iba a ir a la Universidad de Bologna a estudiar arquitectura, y había encontrado amigos para hacer piano bar sin mi padre”.
En San Remo empezó su verdadera carrera. “Fue emocionante. Nunca había pensado estar en un lugar de tan alto nivel. Nunca había visto una telecámara, no conocía famosos, venía de un pueblo. Eso me dio miedo, me dio timidez. Canté cinco noches seguidas y a la quinta anunciaron que había ganado el festival. Tenía 18 años, pero sigue siendo lo más importante que he hecho en mi vida a nivel profesional. Aunque después gané unos premios Grammy, esto fue lo que me cambió la vida”.
Entonces la vida se transformó en discos, giras, hoteles y romances con managers. “La misma noche en que gané San Remo, fuimos al cuarto de hotel y nos reunimos para hablar con mi madre, mi padre y mi hermana. Yo decía ¿Ahora qué hago? Mi madre me dijo: Empezarás a trabajar mucho y a viajar mucho por Italia, y no te lo permito si no va tu padre contigo . Por cuatro años, en cualquier lado estaba con mi padre. Por un lado fue maravilloso: me cuidó y me permitió estar con los pies en la tierra, porque era rígido y me enseñó disciplina profesional. Por otra parte, estar con tu padre de los 18 a los 22, en el momento en el que vives tu primer amor importante, no fue tan fácil. Me enamoré inmediatamente de una de las personas que trabajaban con mi manager, y le dije de ser mi manager. Fueron casi diez años con él, como manager y como novio. Fue bellísimo y equivocadísimo. No porque fuera mi novio y trabajara conmigo, eso se puede hacer bien, sino porque yo sólo me interesaba en la música y no sabía nada del marketing y los contratos con las compañías. El me daba papeles y yo los firmaba. Resultado: arruinada. Fuimos a una causa judicial que terminó hace tres meses. Gané, soy muy contenta. Pero fue muy duro descubrir algunas cosas de una persona que amas y que piensas que será tu marido”.
Como la mujer también tropieza dos veces con la misma piedra, el segundo novio de Laura Pausini fue… su segundo manager. “Sí, soy bastante testaruda, y me enamoré del manager siguiente. ¡¿Cómo es posible?! Ocurre que durante mis primeros 16 años de carrera nunca paré el tren gira-promoción-disco- gira-etc. Me siento culpable si no trabajo, entonces nunca me paré a pensar qué pasaba dentro de mí. Fui estúpida. Amo enamorarme, y frecuentaba a pocas personas, todas de mi trabajo, entonces era más fácil enamorarme de alguien que además me cuidaba. Con el segundo manager duramos cuatro años. Era muy honesto y seguimos teniendo una buena relación, aunque ya no sea mi manager. Nos dimos cuenta de que fuimos como hermanos, viviendo todo el día juntos, y que lo nuestro era más trabajo que amor”.
La tercera es la vencida, o algo parecido: “Me tomé una temporada sola y me enamoré de… mi guitarrista (Paolo Carta). Mientras estuve sola me dije: No debes salir con gente de música . Pero una persona que no hace nuestro trabajo no puede entender que no tenemos horarios. Así que a los seis meses de estar en una gira tocando juntos, me di cuenta de que estaba enamorada de mi guitarrista y productor. Ya llevamos casi siete años juntos y estamos muy bien. Es muy sensible, tranquilo, introvertido, y yo soy extrovertida, poco tranquila. Me encanta no tener miedo de escribir una canción porque él me ayuda. Hay una química y una intimidad que me fascina”.
Algo que sí aprendió Pausini fue a hacer una pausita: durante los dos últimos años redujo la actividad. “Soy absolutamente workaholic, pero en estos dos años aprendí que las cosas más importantes no están en el trabajo. Elegí parar para estar con mi familia, vivir en el campo otra vez, hacer cosas muy normales. Nunca había ido al supermercado o a un banco, ni había planchado o lavado los platos, y me sentía una estúpida, porque no lo sabía hacer. Estaba cansada y necesitaba reencontrarme con mi vida sencilla, mi familia y, sobre todo, mi madre, a quien no conocía tanto como a mi padre. Fueron dos años bellísimos a su lado. Y comprendí muchas cosas, como que yo no nací para ser ama de casa. Lo siento, porque durante muchos años pensaba que podría tener una vida sencilla y hogareña, pero no soy capaz: enseguida me pongo nerviosa y necesito hacer algo. Por eso estoy de nuevo en la carretera, y aquí me tienen”.
CLARIN