El despegue de las series web

El despegue de las series web

Por Aurelio Rego
Desde hacía ya algún tiempo, Cristian Jesús Ponce y sus compañeros en la Universidad Nacional de La Plata pensaban realizar una serie estilo sitcom sobre cuatro amigos estudiantes, que pasan todo el día viendo televisión hasta que ésta se rompe y desata el conflicto. El primer paso, fue un piloto para televisión, en 2008, con el que no quedaron conformes. Al retomar el proyecto, años más tarde, decidieron usar a Internet como plataforma y medio de difusión para micro episodios, de tres a cuatro minutos. “La idea era que sirvieran de canal viral para la serie de televisión. Sin embargo, de a poco, descubrimos que el formato para la red era mucho más interesante por los tiempos, el ritmo y las posibilidades que ofrece. Al final, la serie fue definitivamente web”, cuenta Ponce, guionista, realizador y protagonista de Un Año Sin Televisión, y fundador de la productora Tangram.
El caso refleja una tendencia que viene en aumento, en los últimos años y de la mano de la mayor penetración de acceso a Internet en el país. Se trata de series exclusivas para ser consumidas por Internet.

La repercusión
Los realizadores destacan por un lado la libertad creativa y la flexibilidad en temas de formato y como canal de difusión que ofrece el medio como soporte. Por otro lado, resaltan los bajos costos de producción que requiere. “El equipo fijo se conformó de alrededor de 15 personas en locación y por jornada. Cada episodio requirió de tres a 10 días de rodaje. Así hicimos los ocho episodios con un presupuesto de $ 12.000 a $ 15.000”, detalla Ponce en diálogo con IT Business.
En muchos casos, la inversión proviene de fondos propios o de fuentes tan artesanales como la organización de eventos o la suerte en fiestas de esponsoreo. Por ejemplo, el fondeo original para la obra de Tangram se basó en un trabajo que los creadores habían realizado para la universidad, a fines de 2010. Los últimos dos episodios se cubrieron con lo recaudado en una fiesta, con auspiciantes, y con el pago que recibió el grupo por hacer un spot para el Ministerio de Salud de la Nación.
Ante el asombro de sus creadores, pocos días después de estrenar el primer capítulo ya había sido reproducido en Internet 500 veces. “No lo podíamos creer, fue un impulso enorme para seguir trabajando. Luego nos decidimos a hacer los últimos capítulos con mayor producción, porque contábamos con una base firme de gente que veía la serie y esperaba que volviéramos”, relata Ponce.
A diferencia del caso de Un año sin televisión, en algunos casos, obtener ayuda de organismos o de empresas que quieran invertir en proyectos como éstos es un camino arduo. Este fue el caso de Plan V, serie generada por el actor y productor Martín Lavino. La misma cuenta la historia de Ana, una joven que se enamora de la novia de su hermano. “Nuestro proyecto corre con la desventaja de que las marcas, muchas veces, no quieren asociarse con un contenido gay. Aunque suene retrógrado es así. Tampoco logramos el apoyo a entidades como el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) ni de la Secretaría de Cultura de la Nación”, cuenta Lavino. La solución pasó por hacer gala de ingenio. “Como no podíamos pagar sueldos, planteamos el rodaje en la medida de la disponibilidad de los actores y el equipo técnico”, comenta el productor. La serie se financió finalmente con la organización de fiestas, proyecciones en un bar y donaciones vía PayPal.
“La primer temporada tiene 11 capítulos, que costaron alrededor de $ 15.000, y la segunda 12 capítulos que en total costaron $ 30.000. Eso incluye la postproducción y los costos de la Web”, detalla Lavino. Los obstáculos y dificultades que afrontaron los creadores de Plan V no evitaron que la obra lograra un gran repercusión: ya se ve en cerca de 150 países y fue traducida por el público al inglés, francés y portugués.
Suerte de Golpe es otra de las series producidas en el país. Cuenta la historia de Sofía, una chica a la que pareciera perseguirla una epidemia de mala suerte justo en el momento en el que trata de independizarse y encaminar su vida. Francisco Bendomir, productor y actor en el proyecto, cuenta: “En un principio, sólo surgió la idea de rodarla. Pero, casi sin darnos cuenta, ya habíamos formado un equipo y estábamos trabajando en la serie, que decidimos financiar entre nosotros y subir de forma independiente a YouTube”. En total, trabajaron ocho personas que participaron tanto en lo técnico, lo logístico o lo actoral, en 20 jornadas, que costaron cada una alrededor de $ 2.000. Al igual que su producción, también la financiación de Suerte de Golpe fue un trabajo en equipo, financiado por todos los que participaron en la realización de la serie. Para la difusión los autores se valieron del creciente universo de redes sociales en el país y con éxito. “La repercusión fue excelente. La serie lleva más de 45.000 visitas y ya pasamos los 6.500 fans en nuestra página de Facebook”, apunta Bendomir.

Internet vs. televisión
Se calcula que producir un capítulo para televisión cuesta alrededor de $ 30.000, hasta 20 veces más que hacerlo para la Web. Sin embargo, los productores también reconocen que, aunque, en la TV, los costos son más altos, el medio, ofrece mayores posibilidades de generar ganancias a través de la publicidad.
No obstante, Bendomir vuelve a destacar la autonomía que ofrece la Web y el contacto directo entre realizadores y la audiencia, sin que las autoridades de un canal de televisión aparezcan como intermediarios y, muchas veces, condicionen el contenido. “Internet es un medio libre. Nadie tiene que pedir permiso para subir su contenido ni es víctima de ningún tipo de censura. Estoy convencido de que en poco tiempo será la única plataforma por la que se difunda este tipo de producciones, sin horarios, sin prime time y con mucha más oferta disponible”, anticipa.
En tiempos en los que el debate por los derechos de autor en la Web toma peso en todo el mundo con nuevos proyectos de ley y sus respectivas respuestas, los productores independientes insisten en preservar la fórmula libertad + ganancia. “Al ser un terreno escaso en legislaciones por parte de sindicatos y cuestiones de copyright, la red permite que se produzca a mucho mas bajo costo, pudiendo uno generar acuerdos particulares con los trabajadores. De todas maneras, continuamos intentando roer el hueso duro de los gerentes de Marketing de las empresas que, aún hoy, por miedo o por desconocimiento, no apuestan a invertir en este tipo de contenidos”, dice Lavino.
Pero no solo los productores independientes aprovechan el canal de Internet para difundir contenidos, sino también canales de televisión por aire -como Telefé- y sitios ya famosos donde se ven películas y series online -como Netflix- empezaron a realizar contenidos propios para la Web, con el fin de diversificar su oferta y renovar el vínculo con los consumidores.
El Rastro es la primera serie Web de Telefé, producida en conjunto con la productora Farfán TV y Havas Sport & Entertaiment. En total, se filmaron ocho capítulos de cinco minutos de duración, en alta definición. “El proyecto apuntó al público en general, aquel que consume contenidos online y a los que aún no se animaban o no confiaban en que un producto desarrollado para Internet podía ser realizado con la misma calidad de producción que para la TV”, aclara Gerardo Arce, director Comercial de Havas Entertainment.

La incursión de los grandes
“Quizás, El Rastro sea la primera serie Web con guiones, locaciones y realización de televisión tradicional. La ventaja que ofrece el medio es la manera de producir, mas dinámica, con mas ideas y cabeza para resolver el rodaje. Y la desventaja es la corta duración de los episodios, que ofrecen muy poco tiempo para desarrollar una historia o un personaje”, resalta Esteban Farfán, dueño de la productora que lleva su nombre y que es otra de las tres partes involucradas en el proyecto. El ejecutivo recuerda, sin embargo, que las web series tienen, por el momento, un lenguaje propio limitado. Pero espera que tal restricción se reduczca a medida que su alcance se amplía.
Otro de los grandes, que aprovecha el creciente universo que ofrecen este tipo de productos es Netflix. La distribuidora de entretenimiento online estadounidense que aterrizó en 2011 en la Argentina, ofrece, a partir de hoy, Lilyhammer. Se trata de una serie de ocho episodios que cuenta la historia de un gángster americano que actúa en ámbitos rurales de esquí.
“El contenido original ayuda a diferenciar a Netflix de otras ofertas. Al igual que HBO ha obtenido una gran reputación, con programas como The Sopranos y Game of Thrones, sentimos que Netflix tiene una gran oportunidad al encontrar su propio tipo de relatos, elaborados para quellas personas que exigen poder ver televisión cuándo y cómo se quieren”, anticipa desde la empresa. Jonathan Friedland, director de Comunicaciones globales de la compañía.
EL CRONISTA