Cuyo, de suelos y cielos

Cuyo, de suelos y cielos

Por Nicolás Pili
Luego del fervor de la vendimia. Cuyo entra en un período de calma. Por eso el invierno es uno de los momentos ideales para recorrer y disfrutar de esta amplia región argentina que comprende las provincias de Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja. ¿Su denominador común? Ser una tierra de transiciones, entre la llanura pampeana y la emergente Cordillera de los Andes. Comparten también un pasado histórico y un presente en el que el buen vino, la gastronomía y la hospitalidad de su gente no faltan. Además del turismo, el motor económico de la región de Cuyo es la producción agrícola-ganadera. Es así que cientos de kilómetros de canales y acequias recorren los campos de cada provincia, convirtiendo sus suelos en los más propicios para el cultivo de la vid, en especial de la cepa emblemática nacional: el Malbec. Con un porcentaje que supera el 80% de la producción de vinos de la Argentina, Cuyo es el auténtico núcleo vitivinícola de Sudamérica, con Mendoza y sus casi mil millones de litros anuales de vino a la cabeza. Así aparecen lugares como los departamentos de Lujan de Cuyo y Maipú, el Valle de Ullum o Chilecito, en Mendoza, San Juan y La Rioja, respectivamente, como parte de las distintas Rutas del Vino provinciales, con cientos de bodegas que abren sus puertas con visitas guiadas y ofrecen degustaciones de las distintas bebidas acompañadas con platos regionales típicos. A los emprendimientos familiares e históricos se le suman las bodegas boutique, emplazadas en viejas instalaciones restauradas. Todas merecen una visita y ofrecen una experiencia diferente que acerca al fascinante universo de este delicioso elixir que tan bien se produce en este rincón argentino.

Tierra de aventuras
Entre los lugares que no pueden dejar de visitarse se encuentran, en el noroeste de San Luis, el Parque Nacional Sierra de las Quijadas que, con una superficie de aproximadamente 150 mil hectáreas de suelo árido y sierras rojizas, se convierte en una fascinante panorámica con ríos y cañadones secos ideales para el trekking y el mountain bike, sobre todo en las cercanías del Potrero de la Aguada, una curiosa formación geológica de acantilados en forma de anfiteatro. Por su parte, en La Rioja, resulta admirable el Parque Nacional Talampaya, cuyos paredones de hasta 150 metros, impresionantes formaciones geológicas e interesantes huellas de arte rupestre contribuyeron a que la Unesco lo haya declarado Patrimonio Nacional de la Humanidad. Hacia el norte. Laguna Brava es una reserva provincial creada para proteger especies en peligro de extinción como la vicuña, habi¬tada por miles de flamencos. Por su parte, en San Juan, el Valle de la Luna, como se conoce a Ischigualasto, también sorprende con singulares formas rocosas, tierra de in¬contables hallazgos de gran valor paleontológico que da la sensación de hallarse en la superficie de otro planeta.
Los ríos que se hacen camino por las cañadas que interrumpen la cordillera son el escenario perfecto para practicar deportes como rafting y kayak. Sus senderos son excelentes también para recorrer en bicicleta o a caballo; sus caminos rurales, en 4×4; y sus bosques y cerros, ideales para hacer rappel o canopy. Tal es el caso de Merlo, una de las ciudades más lindas de San Luis, lindera a las Sierras de los Comechingones, dotada de arroyos y pequeños saltos y cascadas. A 37 kilómetros de San Rafael, Mendoza, se sitúa el Cañón del Atuel, donde fluye su vertiginoso río homónimo. Se trata del accidente geográfico más antiguo de la Cordillera de los Andes y, junto al monumental cerro Aconcagua (de 6.959 metros), es también el más reconocido de la región. Moverse por sus aguas azules-turquesas ya sea en canoa, catamarán o haciendo rafting, combi¬nan la adrenalina del paseo con los hermosos paisajes que lo rodean. Rio abajo, el Embalse del Nihuil cuenta con balnearios donde se practica windsurf, buceo y pesca deportiva. Asimismo, la localidad de Potreñllos, en el departamento Lujan de Cuyo, ofrece actividades como expediciones en cuatriciclo, trekking y escaladas a cumbres rocosas, o paseos a minas de oro y plata en Uspallata, donde también se encuentra un museo histórico que exhibe desde piezas arqueológicas de origen incaico hasta los registros del paso de los hombres de San Martín por la zona en el cruce de los Andes. Llegando a la frontera con Chile, aparece el Puente del Inca, una infraestructura natural de piedra que atraviesa el río Las Cuevas. Por mucho tiempo se trató del paso obligado para cruzar al país trasandino y, por las propiedades de sus aguas, fue un lujoso centro de baños termales, pero una serie de aludes a mediados de los 60 destruyeron las instalaciones de su hotel. Desde entonces, sólo pueden visitarse sus ruinas y contemplar el peculiar efecto sulfuroso del agua.
Por último, al sur de la región, la localidad de Malargüe está rodeada por lugares tan fascinantes como La Payunia, una reserva provincial que reúne alrededor de 800 volcanes, explana¬das formadas por lava seca y un ecosistema desértico-patagónico en el que conviven cóndores y pumas, entre matorrales y pastizales amarillos. Malargüe también es la ruta de acceso a Las Leñas, el centro de esquí más importante de Mendoza, que cuenta con uno de los descensos más largos del mundo: una ladera de 1.500 metros. Además, durante la primavera y el verano, las excursiones al Valle Hermoso, a 25 kilómetros, prometen emociones, un bello paisaje y un cierre perfecto degustando un chivito de montaña al asador a la orilla de un lago escondido.
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