19 Oct Turismo verde: los pies lejos dela tierra
Por Tomás Natiello
Normalmente, las grandes alturas se vinculan con actividades llenas de adrenalina. Bungee jumping, salto base, canopy. Justamente este último resulta un abuso del lenguaje, porque se utiliza el término que define al techo de una selva o de un bosque, a las copas de los árboles, para describir un deporte en el que se viaja de plataforma en plataforma deslizándose por un cable. Liberadora y todo como es la actividad, hay otros modos de recorrer el canopy, esa terraza de los edificios más verdes que existen.
Los tree tops walkways son senderos hechos con plataformas que van de árbol en árbol y permiten paseos más sosegados pero mucho más ricos en posibilidades de observar aves, animales, paisajes y un mundo que no se ve con los pies en la tierra.
Opciones a mano
Aunque algunos de los circuitos más atractivos se encuentran en regiones tropicales alejadas de los centros urbanos, también hay alternativas perfectas para complementar un viaje de trabajo a destinos más clásicos.
En Alemania, a 160 kilómetros de Munich, aparece el Baumwipfelpfad, abierto hace dos años en Neuschonau, un pueblo de Baviera. La caminata es la más extensa en su tipo, con 1,3 kilómetros de largo y se interna a más 25 metros de altura entre las copas de pinos y cipreses. El trayecto culmina en una escalera en espiral que rodea un domo de 44 metros de alto y es parte de los atractivos del Parque Nacional Bosque de Baviera, el primero de Alemania y una de las áreas boscosas protegidas más extensas de Europa.
En Londres, los tradicionales jardines de Kew albergan, entre muchos otros atractivos, al Xstrata Treetop walkway, abierto al público en 2008. Entre otras particularidades, esta plataforma es la única en la que el recorrido se inicia en el subsuelo: con la más absoluta lógica la información sobre especies arbóreas empieza por las raíces, para luego ir ganando altura hasta llegar a los 18 metros sobre el piso. El circuito es, sin embargo, uno de los más breves: apenas 200 metros de largo en lo que se pueden acomodar hasta 3000 visitantes diarios. Desde algunos puntos del paseo se pueden tomar fotografías excelentes del skyline de Londres y ver incluso el London Eye, obra de los mismos arquitectos que diseñaron esta idea.
En las antípodas
Como contrapartida de las plataformas arbóreas europeas aparecen alternativas en las que el trabajo del hombre se mezcla con la naturaleza más agreste. Tal es el caso de Danum Valley Canopy, ubicado en Borneo, una de las islas más salvajes de Malasia. Esta reserva de selva tropical ocupa 348 kilómetros cuadrados y no es nada sencillo llegar hasta ella. Primero hay que arribar a Sabah, una de las islas de Borneo. La ciudad más cercana es Lahat Datu y queda a más de tres horas de un camino solo transitable con vehículos doble tracción. Esa misma lejanía es la que permite que la selva sea una de las más prístinas, de modo que recorrerla es una novedad a cada paso. Y como ocurre en los ambientes estratificados, lo que se ve al nivel del piso y lo que se vive en la copa de los árboles es absolutamente diferente.
Lo mismo puede decirse del Sky Walk de Costa Rica, que ofrece una combinación de pasarelas, puentes colgantes y hasta tirolesas en la selva de Monteverde. Este pulmón verde forma parte del Parque Nacional Arenal y es una de las zonas con mayor biodiversidad en América. El circuito se compone de seis puentes, el más largo de ellos de 300 metros, en los que no puede haber más de 12 personas al mismo tiempo. Por eso, es importante hacer una reserva, porque en los meses de alta temporada (julio y agosto, sobre todo) uno corre riesgo de ver la selva solo desde el suelo. Y son mundos distintos.
EL CRONISTA