Larry Page, el pensador de Silicon Valley

Larry Page, el pensador de Silicon Valley

Por Richard Waters
Nikesh Arora, el principal ejecutivo del área de ventas de Google, cuenta una historia reveladora sobre la inteligencia incansable y las ambiciones de Larry Page, CEO de la compañía. Dos años atrás, ambos partieron de la sede de Google en Mountain View, California, para viajar a España donde tenían que participar de una reunión de negocios. Mientras el avión volaba sobre la atestada autopista 101, que atraviesa Silicon Valley, Page mencionó el espacio desperdiciado entre autos y se preguntó cuánto de ese espacio podría ahorrarse con un mejor uso de la tecnología.
Un poco más tarde, mientras miraba el espacio vacío en el centro de EE.UU., pasó otra media hora calculando a qué altitud tendría que volar su avión para mapear el país con mayor detalle de lo logrado hasta ahora. Para el cofundador de Google, estas no son especulaciones ociosas: el año pasado, la compañía informó que había lanzado a las calles de EE.UU. un auto experimental sin conductor, mientras Page defendía el proyecto StreetView, un controvertido intento de fotografiar todas las vías públicas del mundo. En pocas palabras, este graduado en Ciencias Informáticas de la Universidad de Michigan, de 38 años, no es un CEO promedio.
Si Google está construida en torno a la fe sin límites en el poder de las grandes ideas, entonces Page siempre ha sido el espíritu que la guía. Esto se confirmó cuando anunciaron que a partir de abril de este año se hacía cargo del máximo puesto ejecutivo de la compañía. Pero este mes, ese pensamiento desmesurado se reveló en una adquisición más propia del mundo habitual de las negociaciones corporativas que del aire sofisticado de Googleplex.
La compra de Motorola Mobility por u$s 12.500 millones llevó a la empresa de Internet más grande del mundo al menos glamoroso -y menos rentable- negocio de los teléfonos móviles. Google, donde en este momento Page, como CEO, personalmente iniciala la contratación de cada empleado, llegará casi a duplicar su fuerza de trabajo de 20.000 personas.
Sin embargo, hay un característico toque de Page en esta improbable aventura empresaria. Enfrentado a un problema -en este caso la poca protección de patente para el Android, el popular software para telefonía móvil- el jefe de Google no intentó simplemente comprar un portfolio de derechos de patente, sino que se tragó entera una de las firmas pioneras del sector, con patentes y todo.
“Esto es muy coherente con la forma en que Larry opera”, señaló Steven Levy, autor de In the Plex, un libro sobre el funcionamiento de la compañía, y agregó que los ejecutivos que le presentan una idea a Page invariablemente son desafiados a pensar en una escala mucho mayor.
La compra cierra un torbellino de actividad que ha convertido al período de Page al timón en uno de los más significativos en la corta historia de Google. El cofundador impulsó una gran reorganización administrativa, lanzó la red social Google+ y volvió a focalizar a la compañía en torno a un número más pequeño de grandes iniciativas. Estos cambios lo caracterizan como un “CEO de tiempos de guerra”, según dijo Ben Horowitz, un capitalista de riesgo de Silicon Valley. Y también como uno que reacciona contra la amenaza más seria al dominio en Internet de Google, en un momento en que los usuarios gravitan hacia los medios sociales, particularmente hacia Facebook.
Una vez dicho esto, hay que aclarar que Page no parece un hombre de acción. En persona puede parecer desconfiado, pero esto se debe más a la timidez que a la arrogancia, dicen los que lo conocen. Es muy sabido que no se siente cómodo en un escenario frente a grandes audiencias y, en las reuniones, suele parecer distraído por sus propios pensamientos. Su voz, cuando se la oye, es inesperadamente profunda y a veces ronca, como si estuviera esforzándose por superar la dificultad de comunicarse.
“Sólo parece que oye a medias. Y puede ser apremiante e impaciente”, advierte un ex asociado que mantuvo con él estrecha relación. Otros ofrecen una visión menos agresiva, aunque confirman su impaciencia con el modo habitual de hacer negocios. “Lo frustra la falta general de ambición en el mundo”, resumió Levy.
La compra de Motorola también podría responder a un ansia personal. Alrededor del escritorio de Page siempre hay dispositivos esparcidos por el suelo, del mismo modo que hay comida alrededor de la silla alta de un nene, graficó Andy Rubin, titular de la división Android. “Compra cosas en las que está interesado y las estudia: en el fondo es un hombre de productos. Le gusta tocarlos, entender cómo funcionan”, agregó Rubin.
Otros coinciden con él: “Es brillante. En el pasado ha tenido razón con respecto a varias cosas en las que nadie creía” dijo Horowitz. Esto ha sido así desde sus días de estudiante en la Universidad de Stanford, cuando se le ocurrió la idea de usar links en la Web para evaluar la popularidad de otras páginas Web, un sistema que permitió el éxito de Google.
Pese a ser uno de los emprendedores más ricos del mundo, con una fortuna que ronda los u$s 14.000 millones -e incluso después de casarse y ser padre por primera vez- no hay indicios de que Page esté pensando en retirarse del torbellino corporativo. Incluso el kite-surfing -el único pasatiempo que lo apasiona- ha quedado relegado a segundo lugar, según dijo una persona que lo conoce.
La reorganización gerencial de este año tenía como objetivo recuperar el espíritu de start-up, de compañía que se inicia, que se había perdido por la creciente burocracia a medida que la organización crecía. Pero también ha tomado una postura más realista con respecto a los proyectos creativos que desde hace mucho han caracterizado a Google.
En 2004, fue Page quien escribió una famosa “carta de los fundadores” en la que prometía mantener un enfoque que podía no coincidir con la preocupaciones inmediatas de Wall Street. El mes pasado, sin embargo, en un comentario que precisamente buscaba calmar a los analistas de Wall Street, el CEO manifestó que entendía “la necesidad de encontrar el equilibrio entre el corto plazo y el más largo plazo”.
La operación de Motorola encaja con su estilo audaz y de grandes ideas, señaló un ex directivo senior de Google, y forma parte de un panorama más amplio en el que Page sabe que debe esforzarse para enfrentar los desafíos de compañías como Facebook y Apple. “No es tímido, está jugando para ganar en grande”, opinó la fuente.
Pero ha sido la tendencia a la expansión, característica del modo de pensar de Page, la que ha definido, hasta ahora, su carrera empresaria. Si estando él al timón de la compañía, Google se ve obligada a ceder su posición a la vanguardia del mundo de Internet, no será por falta de ideas.
EL CRONISTA