El regreso de Henry D. Thoreau, el padre de la desobediencia civil

El regreso de Henry D. Thoreau, el padre de la desobediencia civil

El pensamiento moderno de Henry D. Thoreau está más vivo que nunca: la reedición de su mítico Walden; la publicación de su biografía en cómic y la aparición de un volumen con sus diarios reavivan el mito. Henry Thoreau (Massachusetts, 1817-1862) es el hombre que se negó a pagar impuestos por estar en contra de la guerra contra México y porque el gobierno aprobaba la esclavitud. Fue encarcelado y de ahí el título de su ensayo Desobediencia civil. El 4 de julio de 1845 (Día de la Independencia de los Estados Unidos), Thoreau se retiró durante dos años a vivir a una cabaña que se construyó cerca de la laguna de Walden en Concord, Massachusetts. Un nombre que da título a su obra fundamental Walden, publicada en 1854. Un ensayo de prosa creativa en el que cuestiona las instituciones y la sociedad como establecimiento sólo de mercado y que ahora vuelve, por primera vez en una edición crítica en castellano, y con ilustraciones, publicado por Errata Nature.
El libro recoge un amor por la vida libre y por la necesidad de preservar la naturaleza en armonía con el hombre. Y para conocer mejor a este gran intelectual, apasionado de la vida y de lo simple, se publica también ahora un cómic con su biografía. Publicado por la editorial Impedimenta en castellano, el cómic, a todo color, se llama Thoreau, la vida sublime.
Pero el momento Thoreau sigue sin pausa y ahora también la editorial Capitán Swing, que ya sacó en 2012 un inédito de Thoreau, Cartas a un buscador de sí mismo, publica un volumen con los de diarios del escritor: El Diario 1837-1861, volumen I.
Thoreau comenzó a llevar un diario a los 20 años y escribió 14 cuadernos, que años después el escritor y traductor Damion Searls seleccionó y finalmente reunió en un volumen. En estas páginas, el pensador se muestra como un artista de la palabra, como un poeta en prosa que analiza sus estados de ánimo, o el de sus amigos, indaga en la sociedad, en la naturaleza, en las medidas políticas, en los diarios –que dice que no hay que leer– o en la belleza que esconde cualquier objeto que pueda pasar inadvertido para unos ojos que no ven.
TIEMPO ARGENTINO