Falero siempre está listo para algo más

Falero siempre está listo para algo más

Por Gustavo S. González
Es un resorte el brazo de Falero. En la pista y después, volviendo al trotecito rumbo al pesaje. Usando la fusta y con la mano limpia, saludando, agradeciendo, respondiendo a los incondicionales de los miércoles, en San Isidro.
Empieza en la segunda carrera y repite hasta la novena. A veces, la mano es de seda; el caballo que lo lleva al triunfo no necesita que lo estimule con la fusta. Siempre, el gesto vuelve a la gente con los cinco dedos abiertos y la sonrisa. Es celebración serena, nunca con el puño apretado.
Líder Colonial, Ray Baby, Cabanella, Soy Moreira, El Bambolero, El Joker, Mr. Geraldín e Il Maggiore se van enhebrando. Cada uno por su lado, salvo Mr. Geraldín, que ganó el handicap, no gozarían de mucho lustre. Todos juntos son una patota que se lleva por delante las estadísticas, que le reclama a Falero otra hazaña. Con los seis primeros armó la cadena entera, que acertaron 79 apostadores.
A los 46 años, ya con tres nietos -y dos yernos jockeys, Adrián Giannetti y Jorge Ruiz Díaz- el uruguayo está como siempre. Lo que es decir sensacional. Tuvo una rodada hace unos meses y una convalecencia que se hizo larga porque el hombro derecho no quería acomodarse. Volvió y no fue el mismo. El público murmuraba bien por lo bajo, no hubo recriminaciones. A los ídolos se les da tiempo. “Todavía no estoy 10 puntos, sigo con las pesas y hay cosas que me cuestan. Correr, no”, revela. Lo último quedó claro.

De regreso
Hace un poco más de un mes fue el Pablo Falero al que se le juega a ciegas. Ganó cinco, incluso el clásico Pueyrredón, la carrera más extensa del calendario, en los 3000 metros de San Isidro. Ya estaba de regreso. Ya nadie murmuró. “Es un gran momento para mí y fue una semana excelente; gané la Polla de Perú [con Mr. Rodrigo, un potrillo chileno]; el clásico con Infiltrada…”, comentó ayer.
El año pasado, después de un trimestre parado por una hernia de diafragma, le dijo a la nacion: “No tengo ganas de colgar los guantes. Todavía me divierto”. Pero sigue corriendo muy en serio. Ayer, antes de que le corten la serie ganadora y ya con la carrera perdida, peleó el segundo puesto como si fuera el Pellegrini, pero no pudo tampoco. Tercero a media cabeza, en la décima.
Uno quiso saber si habría una cena especial, ayer. “Voy a comer como siempre; mañana [por hoy] tengo libre, pero no puedo aflojarle; si no, el viernes cuesta. Siempre cuesta; tenemos que tratar de mantener el físico lo mejor posible. Después, el caballo te da la sabiduría.”
Dice Pablo que la mejor de las que ganó ayer fue el handicap, con Mr. Geraldin. “En la anterior me había engañado; vino tranquilo y arrancó tarde. Ahora lo corrí más atento, encimando; lo busqué más temprano”. Recuerda que tres veces llegó a esa cifra en San Isidro y una en Palermo. “Pero las estadísticas no las cuento.”
Luego de que algunos al borde de la pista le gritaran ¡Que lo encierren en el baño! y sus compañeros lo felicitaran “contentos”, según describió, Falero dejó las cuatro últimas sin ganar. No por voluntad propia. Había corrido las 13 de la reunión y había ganado 8, todas seguidas. Como nunca.
LA NACION