El papel del caballo como terapia

El papel del caballo como terapia

Por Jorge M. Genoud
Hace años que vemos cómo el caballo es un nexo de unión con niños, jóvenes y adultos que tienen alguna alteración motriz o psíquica con capacidades especiales. La respuesta observada en la interacción con el equino es sorprendente, y se advierte cómo ayudados por el trabajo de un equipo profesional formado por distintas especialidades pueden luchar por su rehabilitación y a su vez disfrutar de ese momento. ¿Cuál es la capacidad que distingue a ese caballo o cómo debe ser el animal que trabaja con ellos? Hay varias razas que se caracterizan por tener animales que pueden colaborar con este tipo de terapia. Hay mestizos que pueden hacerlo perfectamente. Entre sus atributos se distingue por ser un animal que cuenta con una condición básica, la mansedumbre. Esta característica garantiza la seguridad del o de las personas que lo montan o rodean. Para ello se elige y selecciona a esos equinos por sus cualidades, como no ser asustadizos, estar dispuestos a escuchar sonidos sin sorprenderlos y siempre preparados para que las personas que están haciendo esta terapia puedan acercarse, estar en contacto, tocarlos, ver sus movimientos, y también con otros elementos (muletas, bastones, etc.) sin que les resulte anormales. Es decir, no deben reaccionar con violencia y a su vez brindar la seguridad necesaria a las personas que están rodeándolos.
La docilidad y la imposibilidad de atacar, agredir, patear, morder o embestir son otras propiedades diferenciales que los destacan, entre otras. La edad de estos animales es variable, pero en el momento de seleccionarlos conviene elegir animales a partir de los 5 años para que tengan un futuro prolongado en esta actividad. Los cuidados a estos caballos deben ser totales. Se necesitan en particular equinos muy sanos, bien alimentados y sin alteraciones clínicas causantes de dolores u otros problemas que los afecten e impidan realizar su trabajo. Los profesionales que asisten a estas personas están muy bien capacitados; también cuentan con animales con una condición innata y un adiestramiento conveniente. Forman un equipo o grupo de trabajo terapéutico homogéneo, para que las personas con esas discapacidades puedan participar y a la vez les sirva para su progreso.
LA NACION