17 Sep Carrizo, un campeón de la vida
Por Héctor Raúl Torres
“Aunque las puertas se cierren, aunque no me sienta bien, aunque el tiempo pegue fuerte, sé que voy a estar de pie”. Esas estrofas de la canción de Alejandro Lerner que fue el leitmotiv de la novela “Campeones”, bien podría servir para describir la carrera profesional del jockey Pablo Carrizo, un verdadero campeón de la vida y quien aprendió a esquivar los golpes. Y no los de puño, sino aquellos que sufrió desde que salió a correr en los máximos, allá por 2004, y que, aunque le dolieron en el alma, siempre supo como superarlos.
“Sí, es cierto, me caí muchas veces. Debuté en los máximos a fines de 2004 y a la semana rodé y me quebré una clavícula. Y a los tres meses sufrí otra caída y me fracturé la otra. Después recuerdo otro accidente, una semana antes del Anchorena de 2009 –corría a Inter Optimist en esa carrera– , en el que también me quebré la misma clavícula. Tuve muchas caídas más, y por las que tengo fierros por todos lados…”, recuerda y se ríe el jockey nacido en San Francisco, Córdoba, y criado en Santa Fe, y que antes de venir a los máximos de la mano del cuidador Waldir Zancanaro se ganaba la vida como monta de los cuartos de milla, en Curuzú Cuatiá.
Pero lo que sin dudas tiene de hierro Carrizo es su temple. Ese coraje y ganas de levantarse después de cada golpe y para volver a empezar. Así, con ese poder de decisión y una insistencia constante, el piloto de ganó un lugar entre sus colegas y empezó a ser visto como una alternativa a la hora en que las fustas más buscadas tienen compromisos: “Por suerte las cosas marchan bien y yo lo acompaño trabajando mucho por las mañanas”, afirma sobre la única fórmula que conoce para mantenerse en el candelero.
Sin dudas que el apellido de Carrizo se hizo más conocido a través de ese fenómeno millero llamado Inter Optimist. Ejemplar al que él recuerda con mucho afecto: “Era un fuere de serie. Un pingo de verdad. De las 10 carreras que ganó, 9 victorias las logró conmigo”, cuenta.
Algunos propietarios se acordaron de que había un jockey de apellido Carrizo que, unos años atrás, había logrado triunfos de Grupo 1 con Inter Optimist, y así el cordobés se subió este año a Ordak Dan y a Blue Snow, y volvió a los primeros planos en los clásicos: “Por ahí me toca esperar un poco más que otros jockeys, pero de tanto en tanto me toca correr caballos buenos”, afirma el jinete. A propósito de Ordak Dan, ganador del Gran Premio 25 de Mayo (G1), mucho se habló sobre el cambio de jockey de Carrizo por Pablo Falero para afrontar el compromiso internacional del caballo en los Estados Unidos. Pero es el propio Carrizo quien minimiza la cuestión: “El doctor (Carlos) Carabajal me explicó muy bien cómo fueron las cosas y lo entendí. Es más, después de ganar yo mismo le había dado la libertad de elegir a otro jinete para correrlo allá si ellos querían. Yo ya estaba orgulloso por el sólo hecho de que me lo hayan dado para el 25 de Mayo, y de haber podido ganar esa trascendente carrera”, aseguró quien hoy les corre ejemplares a los entrenadores Julio Zancanaro, Pablo Sahagián, Armando Bani, Miguel Velzco y José Luis Palacios, entre otros.
En 2008 Carrizo sufrió el más duro de los golpes, uno que le dolió en el alma. Perdió a su bebé y otra vez la vida lo puso a prueba. Pero una vez más, y en esta ocasión apoyado en su esposa Tamara y en su trabajo, volvió a levantarse. Tiempo después Benjamín (4 años) y Valentina (1) le devolvieron la sonrisa y la plenitud, pero él siempre se acuerda de aquel angelito que siempre lo acompaña. Y ese beso al cielo, luego de su triunfo en el Gran Premio 25 de Mayo, sobre Ordak Dan, fue un sentido homenaje a su hijito.
Así, y a pesar de los golpes que le dio la vida, Pablo Carrizo supo ganarse un lugar importante en su profesión. Y lo que es aún más importante, el título de campeón de la vida, un lauro con el que se puede subir al ring seguro de ganar cualquier pelea…
CLARIN