BMW i3: cambio de paradigma

BMW i3: cambio de paradigma

Por Gabriel Tomich
Una megalópolis con los conflictos de todas ellas. En especial, la polución ambiental, incrementada por el tradicional apego de los norteamericanos por los vehículos grandes, que consumen mucho combustible. Aunque ahora, según el alcalde Michael Bloomberg, se deben buscar aires más limpios usando autos eléctricos.
En este contexto no caben dudas por qué BMW eligió esta ciudad para presentar su primer automóvil eléctrico concebido, diseñado y construido como tal, el i3.

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La marca alemana hace varios años que venía trabajando en este modelo para que no fuese un auto eléctrico más. Debía ser innovador, revolucionario, compacto y, claro está, con calidad premium. De hecho, LA NACION participó en 2010, en Munich, de conferencias técnicas que adelantaban los conceptos que se aplicarían en él, el modelo pionero de la nueva submarca del grupo, denominada BMW i.
Con esas premisas en mente, el BMW i3 rompe con todos los moldes al ser el primer automóvil de fabricación en serie construido con estructura de fibra de carbono (denominada LifeDrive), en combinación con una plataforma de aluminio para soportar el pack de baterías ubicadas en el piso.
El material utilizado por el i3 es un polímero reforzado con fibra de carbono (CFRP, por sus siglas en inglés), que también utiliza Boeing en sus aviones, pero especialmente en el inminente superavión 787. Tanto la compañía alemana como la norteamericana se nutren del mismo proveedor, la firma SGL, de Moses Lake, estado de Washington, cuyo gobernador, Jay Robert Inslee, abrió la presentación del i3 junto con el CEO de BMW, Norbert Reithofer, y el jefe de diseño, el holandés Adrian Van Hooydonk, entre otros.
¿Cuál es la ventaja de usar CFRP? Compensar la desventaja del gran peso de las actuales baterías (el i3 pesa 1195 kg); además que no sufre la corrosión es 50% más liviano que el acero y 40% que el aluminio, es más duradero y, también, más rígido.

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Esto último permitió a los diseñadores del BMW i3 eliminar el pilar B (el central, detrás de las puertas delanteras) y adoptar un conjunto de puertas delanteras que se abren en forma convencional y traseras, más pequeñas, con apertura a contraviento (hacia atrás). Así, con ambas puertas abiertas, el lateral queda limpio para acceder a las dos filas de asientos. Eso sí, la trasera, de dos plazas, es bastante estrecha.
Claro está, el i3 es un auto muy compacto que mide 3,999 m de largo por 1,775 de ancho y 1,578 de altura. Todo el concepto (bajo peso, distribución de pesos de 50% sobre cada eje, conjunto motriz) procura sostener las características dinámicas y deportivas que, por tradición, debe tener un BMW. No en vano acelera de 0 a 100 km h en 7,2 segundos.
A primera vista es difícil reconocer un BMW en el i3. Pero como Van Hooydonk confió en una pequeña rueda de prensa con los periodistas argentinos presentes: “La movilidad sustentable requirió un nuevo paradigma de desarrollo y producción. Tenía que ser un diseño auténtico, que se viera divertido y, algo que requiere la gente hoy, que sea funcional, más allá del contacto emocional con el diseño”.
Un elemento distintivo del i3 es la superficie negra en el capot, que forma el Black Belt (junto con los zócalos y otras partes) del material CFRP tal como es, que se combina con seis colores.
El interior muestra toda la calidad de materiales de un automóvil premium, incluido enchapados de madera. Así hay cuatro terminaciones disponibles: Atelier (serie), Loft, Lodge y Suite. El equipamiento incluye el sistema de comandos iDrive, audio Professional y mucho más. También cuenta con el sistema ConnectedDrive, de conexión a red (mediante tarjeta SIM) para intercambio de datos entre el vehículo (actualización de software, por ejemplo), el conductor y el entorno (navegación, mensajes, etcétera).
Con los precedentes del MINI E y el BMW Active E, con el que se hizo un breve test drive por las calles y avenidas neoyorquinas, el sistema eDrive de impulsión se basa en un motor eléctrico de 170 CV de potencia y 250 Nm de torque. Tiene caja automática CVT (transmisión variable continua) y tracción trasera (otra tradición de la marca). Las baterías son de ion-litio de alto rendimiento, que proporcionan una autonomía entre 130 y 160 km.

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Pueden recargarse con la corriente doméstica, con el cargador hogareño BMW i Wallbox y en estaciones de carga públicas. El BMW i3 tiene precio: 42.000 dólares en Estados Unidos y 35.000 euros en el Viejo Continente.
LA NACION