En Mendoza: Rally de las Bodegas

En Mendoza: Rally de las Bodegas

Por Jorge Pandini
Nuestro país se ha convertido en uno de los más importantes del mundo cuando de automóviles clásicos se trata. No sólo por la pasión de los coleccionistas locales, sino también por la variedad y calidad de unidades históricas en perfecto estado de mantenimiento.
Pero no basta con tener los autos; la Argentina también se caracteriza por la excelencia a la hora de organizar actividades donde estas máquinas pueden lucirse.

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Definitivamente instalada en el calendario internacional, son varias las actividades anuales que se desarrollan en estas latitudes. Sin duda, entre las más destacadas se puede mencionar Autoclásica, la muestra más importante de América latina y una de las más grandes del mundo, una exhibición estática que cada año se realiza en los jardines del hipódromo de San Isidro.
Pero claro, la esencia de esos modelos es moverse y muchos de sus dueños disfrutan conduciéndolos. Y es en las pruebas deportivas donde esas máquinas vuelven a cobrar vida en todo su esplendor. En el amplio calendario de actividades hay tres pruebas que sobresalen: el Rally de las Bodegas, que cada año se disputa en esta provincia; el de la Montaña, que se corre en Córdoba, y las Mil Millas Sport de la República Argentina, que salvo excepciones recorre los caminos próximos a Bariloche. Los tres componen la Triple Corona, que cada año premia a la tripulación que mejor desempeño suma en las tres pruebas.
El de las Bodegas, que se disputó a fines de marzo, lleva once años. Participaron 70 vehículos (el máximo admitido por el reglamento). Durante tres días, pilotos y máquinas desafiaron los bellos caminos mendocinos, y el clima (la lluvia acompañó durante la segunda jornada).
¿Cuál es la característica de la competencia? No es una carrera de velocidad ni de regularidad. Es un desafío de habilidad conductiva. A lo largo del camino, los pilotos deben recorrer tramos en un tiempo predeterminado; las diferencias se miden con centésimas de segundo; cuanto más alejado del tiempo ideal, más puntos en contra. Al final de los tres días gana la tripulación que menos puntos en contra tiene.

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Pero para tener una idea de la precisión requerida, en una de las pruebas especiales denominada Pulenta Estate, donde los autos corren de a dos y es por eliminación directa, el ganador, Alejandro Gache con un Porsche 356 de 1965, realizó el recorrido con una diferencia de 9 milésimas de segundo respecto del tiempo ideal.
Obviamente, la idea es también disfrutar de la excelente propuesta turística de esta maravillosa provincia. Durante la jornada, el recorrido incluyó pasajes por las bodegas Rutini Wines, Melipal, Nieto Senetiner, Terrazas de los Andes y Villas del Malbec.
Además de corredores argentinos, provenientes de distintas provincias, se sumaron visitantes de Chile, Uruguay y Brasil.
Por su característica tan especial, la competencia fue declarada de interés turístico por parte de los ministerios de Turismo tanto de la Nación como de Mendoza. Incluso, tanto los participantes como aquellos que de un modo u otro estuvieron vinculados con esta edición 2013 del Rally de las Bodegas pueden sumarse a una original promoción compartiendo las fotos que tomaron durante el trayecto subiéndolas a www.facebook.com/viajaportupais
Como suele suceder, la prueba es muy peleada. Finalmente, la Copa Hyatt Park Mendoza fue para Juan Tonconogy con su Riley Sprite de 1936 navegado por su novia, Bárbara Ruffini.
El binomio se quedó con los premios especiales por haber sido los mejores en las pruebas especiales realizadas en las Bodegas Rutini y Villas del Malbec.

CONCURSO DE ELEGANCIA
Tal como lo hace en la elegante Villa D’Este, en Italia, también aquí BMW auspició el Concurso de Elegancia, que premia al mejor auto clásico de la carrera. El ganador (por su diseño, originalidad y conservación) fue el Shelby Cobra 289 de Silvestre Blousson.
Además del Best of Show 2013, otros autos que fueron reconocidos fueron el AC 16/80 Comp Sprite de Daniel Erejomovich, el Mercedes-Benz 300 SL Alas de Gaviota de Pablo Pérez y el Porsche 911 RS de Claudio Scalise.
LA NACION