21 Aug El insulto es la principal forma de bullying en las escuelas porteñas
La investigación, para la que se utilizó una encuesta a alumnos de 6º y 7º grado para que respondieran en forma anónima, fue llevada adelante por la Universidad de Flores (UFLO), y buscó realizar una análisis descriptivo de situaciones de maltrato desde la perspectiva del hostigador, el hostigado y los testigos.
Dentro de estas perspectivas, las tipologías de hostigamiento más comunes desde la mirada de los testigos refieren al insulto en un 90 por ciento; hablar mal `de él o de ella`, en un 88,3 por ciento y poner sobrenombres ofensivos, en un 85,2 por ciento.
Por su parte desde los hostigados, las tres formas de bullying que aparecen con mayor frecuencia son: en primer lugar que hablen mal de la víctima (45,6%), en segundo lugar el insulto o burla (43,4%) y en tercer lugar el uso de sobrenombres (31,7%).
En cuanto al hostigador, las manifestaciones que prevalecen son “insultarlo” (54,2%), “hablar mal de él o ella” (53,1%) y “ignorarlo o hacerle el vacío” (36,6%), mientras que aparece recién en el cuarto lugar “ponerle sobrenombres que lo ofenden” (36,2%).
Para los investigadores, Miguel Ángel García Coto, Bernardo Kerman y Flavia Sinigagliesi, “llama la atención la congruencia entre la perspectiva del hostigado y el hostigador en cuanto a la tipología del hostigamiento”
En tanto consideraron que “las diferencias con los resultados a partir de la mirada de los testigos podrían deberse a que no denuncian los hechos de maltrato en su momento, entonces lo hacen en forma indirecta cuando se presenta un cuestionario anónimo”.
Y añaden que “los testigos también pueden tener otra mirada porque muchas veces tanto los hostigadores como los hostigados no dan cuenta de la verdadera magnitud del fenómeno”.
Por otra parte, el sexo de los participantes también indicó variaciones desde la perspectiva del hostigado: las mujeres perciben más que “la ignoran o le hacen el vacío”, mientras que los hombres sienten más que “lo insultan o burlan” y “le pegan”.
Desde la perspectiva del hostigador, se observan diferencias estadísticamente significativas a favor de los hombres en cuanto a “insultarlo”, “ponerle sobrenombres que lo ofenden”, “romperle cosas”, “robarle cosas”, “pegarle, patearlo o lastimarlo” y “amenazarlo para que se asuste”.
“Estos resultados permiten inferir que si bien existen formas comunes de hostigamiento, los hombres poseen estilos de hostigamiento más definidos que las mujeres”, destacaron los investigadores.
La psicóloga Candelaria Irazusta, miembro de ABA (Anti Bullying Argentina), indicó a Télam que “hay que diferenciar el bullying de otros tipos de violencia escolar”.
“Para hablar de acoso en este ámbito se tienen que dar una serie de factores como que se dé entre pares”, sostuvo Irazusta, quien también trabaja la temática en la Fundación Ineco.
“La cronicidad es otro elemento central y lo que lo diferencia de una situación de conflicto que puede ser esporádica, es decir, el acoso escolar es una situación permanente lo que hace que la víctima vaya desgastando sus recursos”, añadió.
La especialista mencionó que “también existe un desbalance de poder, ya que el acosador se siente más poderoso que la víctima, cuyo sentimiento central es la indefensión”.
“Cuando hablamos de los riesgos que producen nos referimos a situaciones realmente graves, algo que fue descubierto este último tiempo a través de investigaciones lo que hace que, si bien siempre haya existido el acoso, recién ahora se puedan dimensionar sus efectos”, sostuvo.
Entre esos riesgos, la psicóloga Andrea Baldantoni, especialista de infancia y adolescencia del Centro de Estudios del Estrés y la Ansiedad Hémera, refirió al impacto sobre la salud mental, la autoestima, el consumo de sustancias tóxicas e incluso la posibilidad de suicidio.
“Es importante estar alerta a determinadas manifestaciones de la conducta de nuestros hijos, por ejemplo, si no quiere ir al colegio o utiliza frases como `odio la escuela`, es bueno intentar abrir canales de diálogo para ver qué pasa”, indicó.
Y continuó: “ahora bien, existen otros síntomas como la falta de apetito, el bajo rendimiento escolar, el insomnio, las pesadillas o un cambio de ánimo que son alertas rojas y ante los cuales hay que intervenir, porque estamos frente a una persona en riesgo”.
TIEMPO ARGENTINO