27 Aug Como vivir 100 años, con vitalidad y plenitud
Por Antonio Las Heras
El matutino LA NACION (Buenos Aires) publicó en la sección “Sociedad” de su edición del pasado 5 de agosto de 2013, un artículo titulado “La vejez ya no es lo que era.” Y subtitula con lo que, a mi juicio, es la piedra angular de la cuestión: “A los 90, con agenda completa.”
De manera que convertirse en longevo más que una cuestión de genética es un tema de actitud mental positiva frente a los desafíos que presenta la vida cotidiana. Tener una agenda completa cuando se cumplieron 90 años de edad implica estar dispuesto a seguir sintiéndose vivo, vital, útil y – esto es muy importante – habiendo construido una trama afectiva suficientemente intensa. Ya se verá que si la edad avanzada llega de la mano del “estar solo” el pronóstico no es halagueño.
El músico Horacio Salgán (97 años), la cantante Nelly Omar (102 años) que continúa con sus espectáculos, Mariano Mores (95 años) sigue presentándose y dirigiendo su orquesta, la escritora Aurora Venturini (91 años) que continúa trabajando y León Ferrari (fallecido el 25 de julio pasado a los 92 años) mientras seguía ocupado en sus obras de arte y atendiendo exposiciones mundiales.
Estos ejemplos, así como otros en los que se explaya el artículo, demuestran que la longevidad más que vinculada a lo específicamente físico tiene relación directa y proporcional con la actitud mental positiva de la persona. Tanto es así que cuando se interroga a estos longevos proactivos, vitales y dinámicos todas sus respuestas ponen énfasis en lo psicosocial, la actitud mental y lo emocional. Casi no hacen mención a cuestiones médicas o biológicas.
Y no lo hacen aunque el tema no les sea ajeno. Como es el caso del doctor Fortunato Benamin, creador – en la Argentina – de la medicina para los quemados, quien ya cumplió sus 94 años de vida, dirige una fundación, trabaja en la creación de redes sobre asuntos de su especialidad, es vicedecano de la Facultad de medicina de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, presidente de la Asociación Argentina de Medicina Humanitaria y ejecuta con habilidad el violín y el piano.
Cuando se interroga a este hombre de la Medicina Argentina sobre las claves de la longevidad, explica:
“Creo que el secreto está en querer lo que se hace.” “Yo nunca dije ´voy a trabajar´, sino ´voy al hospital´o ´voy a tocar el violín.´”
“No hay que ser benévolos con la autocrítica, nunca cansarse de volver a empezar y no adjudicar a terceros los problemas personales.”
Otro ejemplo claro es el de la doctora Christiane Dosne de Pasquali (93 años) es investigadora emérita del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la primera mujer que fuera incorporada a la Academia Nacional de Medicina. Explica que la única condición que impuso siempre a la familia fue que no le impidieran trabajar. Dedicó su vida al estudio de los mecanismos que transforman una celular normal en cancerosa. Aún en la actualidad todos sus días están bien planificados y ocupados.
A mayor abundamiento explica: “Los años naturalmente llegan con complicaciones, pero yo tengo un lema, que es afrontarlos con alegría de vivir.”
Para el doctor Ignacio Kats, director de la especialización en Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud de la Universidad Nacional de Centro y responsable académico del sector de adultos mayores de la misma universidad, los cuatro parámetros que inciden en lo que habrá de ocurrirle a la persona a medida que avanza en su edad, son: soledad, sedentarismo, desnutrición y maltrato.
“Lo que mata es el aislamiento. Lo que siente el adulto mayor es que se va quedando solo, que no tiene interlocutores.”
El filósofo triversitario Miguel Herrera Figueroa, fundador y primer rector de la Universidad Argentina John F. Kennedy – quien también falleció siendo longevo – siempre nos decía a sus discípulos que “siempre amigos nuevos, así cuando se llega a los 80 uno no se encuentra solo.” Es tradicional también que en los altos grados masónicos (llamados “filosóficos”) sus miembros afirmen que lo esencial de integrar esos cuerpos esotéricos es que avanzada la edad siempre se tendrá un grupo fraterno donde debatir asuntos filosóficos y mantener bien entrenado el pensamiento y la mente.
Rafael Kohanoff (87 años) ingeniero químico que sigue trabajando en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) Sus días comienzan a las siete de la mañana y entre unas cosas y otras continúa en actividad hasta la noche.
Especifica sus claves de vida: “Disfruto de cada momento y, especialmente, no peleo ni discuto con ninguno. Respeto a todos, aunque no coincidan con mi visión de las cosas.”
De todo lo expuesto se desprende que abandonarse por horas frente a la pantalla del televisor, generar una programación mental “de jubilado pasivo”, transitar la soledad que provoca la falta de amistades, culpar a los demás de los problemas personales, carecer de alegría de vivir son unos de los cuantos aspectos fundamentales para no alcanzar la longevidad así como transitar mal los últimos años de la existencia terrena.