Salta, la perla del NOA

Salta, la perla del NOA

Por Guido Piotrkowski
Una gran medialuna asoma en el extremo norte del país. En su vasta geografía se dibujan desde una puna árida que descansa bajo un cielo siempre diáfano hasta un valle repleto de geoformas y colores. Desde un impredecible camino de cornisa hasta los viñedos donde se elabora el mejor Torrontés de la región. Es la provincia que abarca todos los climas, que celebra a la Virgen y a la Pachamama, el rincón norteño que agasaja al visitante con los mejores sabores de la comida regional, con el folclore a flor de piel y la aventura al alcance de la mano. Salta la linda, le dicen. Por algo será.

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La capital
Salta tiene muchos años de historia, que se pueden recorrer partiendo desde la Plaza 9 de Julio, donde fue fundada en 1582. Al frente se erige el Cabildo, con sus arcadas. Allí se pueden visitar el Museo Histórico del Norte y el Museo Colonial y de Bellas Artes. A su lado se encuentra la Catedral Basílica de Salta, construida en 1858, uno de los santuarios más bellos del pais, el lugar donde descansan los restos del general Martín Miguel de Güemes. A pasitos, por la calle Caseros, se llega a la Iglesia de San Francisco, declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. No pasa desapercibida con sus paredes color rojo, sus arcos y ornamentación en dorado y su altísima cúpula. Para apreciar la ciudad en todo su esplendor, el cerro San Bernardo es el lugar indicado, sobre todo al caer el sol. Subir no demanda esfuerzo alguno, ya que el ascenso se realiza en menos de 10 minutos a bordo del teleférico que se toma en la estación Parque San Martín.

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La cuna del Torrontés
El cultivo de la vid fue traído por los jesuítas en el siglo XVIII, quienes concentraron sus plantaciones en Cafayate, en la fértil región de los Valles Calchaquíes. Y es aquí que ha prosperado la variedad de Torrontés, que alcanza un prestigio que identifica a este vino blanco como el mejor del país. Tanto es así que dio lugar a la creación del Museo de la Vid y el Vino, un edificio inaugurado el año pasado que cuenta con dos salas para disfrutar de “estímulos visuales, sonoros e interactivos”.

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También es posible visitar las bodegas locales para conocer el proceso de elaboración y degustar al pie del barril. Desde la capital hay que recorrer 183 kilómetros por la ruta 68 para llegar hasta aqui. Pero antes hay un paso obligado: la Quebrada de las Conchas, un sitio repleto de formaciones rocosas que han sido erosionadas a lo largo del tiempo. Así, se pueden ver Los Castillos, El Anfiteatro o La Garganta del Diablo, entre otras geoformas de color ladrillo.

Senderos con altura
La soledad y un paisaje fantástico reciben al visitante en Iruya, un pueblo “colgado de las montañas”, a 320 km de la capital y a 2.800 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, sólo resta caminar por sus empinadas callejuelas empedradas y apreciar sus casas de adobe y construcciones coloniales. En la simpleza radica la belleza de este pueblo camino al cielo.
Y rumbo al cénit también se dirige el Tren a la Nubes, que en su recorrido de 430 kilómetros asciende hasta los 4.200 m de altura, convirtiéndolo en uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo. Partiendo desde Salta capital, en un recorrido zigzagueante a través de viaductos y túneles, atraviesa el Valle de Lerma para adentrarse en la Quebrada del Toro y llegar finalmente a la puna, a San Antonio de los Cobres, donde los lugareños de rostros curtidos por el sol aguardan con paciencia norteña la llegada de cada convoy para vender sus artesanías.

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De cuestas y nevados
Luego de atravesar la sinuosa Cuesta del Obispo -parte de la ruta 33 que conecta el Valle de Lerma con los Valles Calchaquíes- el viajero se encuentra con Cachi, un pintoresco poblado colonial. Por sus callecitas de piedra se pueden apreciar sus casas típicas, en las que se destaca el uso de la madera del cardón y el adobe revestido de blanco. Alrededor de la plaza central se sitúan la iglesia de Cachi y el Museo Pío Pablo Díaz, que conserva piezas de la cultura aborigen. Desde el pueblo se puede disfrutar de la inmensidad del Nevado de Cachi, que se eleva, imponente, a 6.380 m. Este gigante resulta un desafío irresistible para todo montañista que se precie, y se lo puede escalar por diferentes rutas. Accediendo por Las Pailas, es posible ver las diferentes cimas y así elegir la cumbre más deseada.
Tan deseada como una paseo por esta provincia que ofrece un sinfín de alternativas.
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