16 Jul Por la crisis se mató un histórico hotelero de una isla del Tirreno
“Perdóname Dios, perdónenme Isabella y Manuela…”, fueron las palabras que dejó, dirigidas al Señor, a su mujer y a su hija, el hotelero italiano Edoardo Bongiorno en una carta dramática que escribió antes de matarse de un disparo en la boca, agobiado por las deudas que fue generando su negocio en medio de la crisis. Los mismos motivos llevaron al suicidio a otro empresario sexagenario de Ferra, quien también dejó un desgarrador mensaje dirigido a su familia: “Sin trabajo no hay esperanza, y sin esperanza no hay ganas de vivir.”
Se trata de las dos últimas víctimas de una crisis que está devastando el tejido económico y social italiano. La historia de Bongiorno, uno de los operadores turísticos más destacados de las islas Eolias, en el mar Tirreno, es emblemática. Su hotel, el Oriente, está entre los más antiguos de Lipari, una localidad de Messina, y fue fundado hace más de medio siglo por su padre, Leonida Bongiorno, un personaje legendario, militante comunista y partisano, enviado al confín de las Eolias en los años de Benito Mussolini y el fascismo.
El viejo Leonida protagonizó una historia de amor atormentado con Edda, la hija de Mussolini. Esta relación, reconstruida a través de las cartas intercambiadas por los amantes y que difundió Edoardo, fue relatada por Marcello Sorgien en el libro Edda Ciano e il comunista di Lipari, que también inspiró una ficción en la cadena de televisión RAI Uno. Para Edoardo, que con el fin de seguir la actividad de su padre dejó los estudios, ese pequeño hotel de típico estilo eoliano, situado a pasos de la principal avenida de Lipari, era su vida.
Pero la crisis del sector afectó particularmente a las Eolias, donde durante la Pascua los turistas desertaron de las siete perlas del archipiélago. Ese mismo día, otros dos hoteles históricos de Vulcano, Le Sablesnoires y el Eolian, anunciaron el cierre. El Oriente estaba cerrado desde hacía varias semanas, pero Edoardo había ordenado algunos trabajos de “lavado de cara” para hacer la última prueba ante la llegada del verano. Bongiorno ya no ocultaba sus preocupaciones últimamente, frente a una situación cada vez más difícil de llevar.
El 2 de abril, algunos habitantes de la isla lo vieron recorrer las calles, saludando como de costumbre, para luego entrar en su hotel a escribir la última carta. Finalmente, tomó la vieja pistola Beretta de su padre y se destrozó la boca. La nota hallada junto al cadáver acabó con todas las especulaciones que los vecinos hacían sobre su muerte, al punto que el juez le ahorró a la familia el desgarro de aguardar los resultados de una autopsia.
TIEMPO ARGENTINO