06 Jul Planeta humano
Por Florencia Angilletta
Pobladas de rascacielos, avenidas y puentes, las ciudades son universos de cemento creados por el hombre donde transcurre la vida de un alto porcentaje de la humanidad. Sin embargo, lejos de ser el único, éste es sólo uno de los modos en el que las comunidades se han asentado. Existen formas muy diversas de convivir con el increíble entorno natural de la Tierra que ponen en juego un entramado entre instinto y cultura. Narrar esta épica es la inspiración de Planeta Humano, la nueva serie de Discovery Channel realizada durante cuatro años en más de 80 lugares diferentes. Hasta hace poco, las más destacadas imágenes de este ciclo que dio la vuelta al mundo a través de distintos ecosistemas y países estuvieron expuestas al aire libre en la porteña Plaza San Martín. Llevaban la firma de su autor, el fotógrafo Timothy Allen, director de fotografía del documental.
En cada rincón
¿De qué da cuenta Planeta Humano? Ante todo, de la riqueza que representa la diversidad y de las diferentes formas de relacionarse con el entorno.
Más del 70% de la superficie del mundo es agua, y este “oro líquido” es imprescindible para la vida. Muchas comunidades viven ligadas al mundo acuático, como los pescadores brasileños que colaboran con delfines para extraer salmonetes; o los bajau laut, de Borneo, que viven en casas-botes en el medio del océano. A todos aquellos sitios accedió el equipo de producción del ciclo. “El lugar más difícil adonde llegamos fue Palawan, una isla en Filipinas, donde filmamos a los pescadores sumergiéndose hasta 40 metros bajo el océano con tubos de aire comprimido, algo muy peligroso”, expresa Timothy Alien. Varios metros sobre el nivel del mar, en la montaña, la vida es muy distinta. Y cuanto más se asciende, el ingenio se pone más a prueba. Pueblos como los de las montañas de Simen, en Etiopia, se acostumbraron a comunicarse a través de la voz y ayudados por el eco. ¿Y si cambia el clima? Las selvas tropicales conforman el 2% de la superficie del planeta, pero son el hogar de la mitad de todas las especies. Vivir allí implica conocer los secretos de este universo. Por ejemplo, la tribu de los matis, de Brasil, que preparan dardos con veneno natural para cazar monos en un silencio total. 0 la tribu de los korowai, de Papua Nueva Guinea, que construyen sus casas en las copas de los árboles.
Escenario terrestre
Definitivamente, las llanuras son el jardín del edén de la vida humana. El hombre ha desarrollado la agricultura y ha domesticado a los animales. Sin embargo, aún hay huellas del pasado natural: es el caso de los niños de la tribu de los masai, que hablan literalmente con los pájaros para encontrar panales de miel y después comparten su premio con ellos. Asimismo, la vida fluye y se conecta gracias a los ríos de los modos más disímiles. Cuenta Alien: “La historia que más me tocó el corazón fue en el Himalaya, en Zanskar, donde un grupo de chicos tiene que caminar por un río semicongelado para llegar al colegio. El hielo se rompe todo el tiempo y caerse es muy riesgoso”.
La vida también se desarrolla en los lugares más inhóspitos. En el invierno del Ártico, a 40°C bajo cero, todo el paisaje es blanco impoluto. Es uno de los escenarios más rudos, pero cuatro millones de personas sobreviven allí, unidas a la naturaleza. Su opuesto es el desierto, donde a pesar del clima sofocante, el hombre también ha adaptado su vida. Finalmente, están las ciudades como emblema del progreso humano. Sin embargo, aunque no lo percibamos, la vida allí también debe aliarse con la naturaleza que clama por su protección. Diferentes escenarios que hablan de lo mismo: el planeta que habitamos.
REVISTA CIELOS ARGENTINOS