Cuestión de hábito: Por qué estamos obsesionados con el dólar

Cuestión de hábito: Por qué estamos obsesionados con el dólar

María Elena Candia
“Los argentinos están dispuestos a pagar cualquier precio por el dólar”. Ya lo decía Tato Bores en uno de sus programas de 1962 (hace más de 50 años) al retratar la obsesión de los argentinos por la divisa, algo que no parece haber cambiado con el paso del tiempo.
Es que el magnetismo social por el afamado billete encuentra su razón de ser en el registro histórico de innumerables crisis económicas que se complementa con una clase media que busca por todos los medios resguardar sus ahorros, ante un mercado financiero poco desarrollado.
“En la Argentina el dólar funcionó históricamente como un seguro, como un ancla de certidumbre cuando las condiciones económicas se tornaban inestables. Y también a lo largo del tiempo fue un seguro cuya prima valió la pena pagar, porque los que tuvieron dólares se salvaron – cuando no mejoraron su riqueza – cada vez que se producía una crisis”, explicó Martín Tetaz, economista especializado en la interrelación de la economía y la psicología.
A diferencia de los países vecinos, la Argentina siempre tuvo escenarios muy volátiles con fuertes períodos de crecimiento y recesiones profundas.
En los primeros 50 años del siglo XX se produjo una crisis cada 11 años, pero en la segunda mitad hubo en promedio una crisis cada 5 años.
“La notable incertidumbre generó las condiciones para que la gente busque refugio en monedas fuertes o en el ladrillo”, agregó Tetaz.
La Argentina es junto a Rusia el país que mayor cantidad de dólares tiene en el mundo. Según estimaciones de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), los argentinos tenían en cash u$s 20.000 millones a principios de los ‘90, un número que para el 2006 creció a los u$s 50.000 millones o más.
Ese año el valor total de los billetes de dólar en el mundo era de u$s 768.000 millones, lo que significa que alguien en Argentina tenía en su poder al menos un billete de cada 15 que circulaban por todos los continenetes.
Y los números siguen en aumento. “En la actualidad, puede ser que la cantidad de dólares en poder de los argentinos haya ascendido a los u$s 70.000 u u$s 80.000 millones”, explicó el periodista Alejandro Rebossio, co-autor del libro “Estoy Verde”, junto al economista Alejandro Bercovich.
La predominancia del dólar en transacciones, explicó Tetaz, se da cuando hay un lapso de tiempo considerable entre la venta de un activo (o producto) y la compra de otro activo (o insumo) y tiene que ver con el quebranto que ocasiona la alta inflación en estos casos.
La relación histórica de la Argentina con la inflación fue más que estrecha durante 70 años. Según datos del sitio Economic Trends, en los últimos 40 años, sólo el 30% de ese tiempo la Argentina tuvo una inflación igual o menor al 10%. La máxima inflación en los últimos 40 años ocurrió en 1989 y fue del 4,924% anual.
En sintonía, según Nicolás Litvinoff, economista y director de Estudinero.com, el peso argentino perdió 12 ceros en 120 años, desde que se fundó en 1881. En los últimos 30 años, la moneda perdió la mitad de ellos, es decir, seis ceros.
De allí las coincidencias históricas de ciclos económicos repetitivos. Un informe de Idesa apuntó que los períodos en que la Argentina presentó un mercado paralelo del dólar coincidió con momentos de alta inflación, inestabilidad y estancamiento.
De los últimos 50 años, 21 de ellos estuvieron caracterizados por la presencia de un dólar paralelo (en las décadas del ’60, ’70 y ’80) y brecha cambiaria.
Mientras que el récord de brecha fue en 1973-1975 cuando la diferencia entre el dólar paralelo y el oficial fue en promedio 146%, hace apenas un mes la brecha superaba el 100%.
Pero también hay factores psicológicos en juego. “Luego de consultar con expertos, vimos que la clase media se vuelca al dólar al ver que los grandes capitales se van del país en divisas. Está muy presente el factor imitación”, apuntó Rebossio, para quien este sector se centra en pocas herramientas para el ahorro: plazo fijo o dólares.
A diferencia del resto de los países latinoamericanos, una enorme clase media con capacidad de generar excedentes busca dólares cuando las condiciones económicas locales se complican.
“Esos excedentes no encuentran vías para volcarse a otros activos financieros dado el infradesarrollo del mercado de capitales, lo que potencia la demanda de divisas”, apuntó Tetaz.
EL CRONISTA