“Ver a un Hannibal tan liberado y sin máscara es muy shockeante”

“Ver a un Hannibal tan liberado y sin máscara es muy shockeante”

Por Juan Manuel Strassburger
El silencio de los inocentes o la historia de un asesino serial dándole una mano a una agente de la CIA para capturar a otro asesino de su especie, fue un boom de taquilla y acaparó los Oscar de su época. Anthony Hopkins y Jodie Foster, los protagonistas, hicieron de aquel thriller un modelo a seguir que, sin embargo, nunca pudo ser replicado en su contundencia. El film, de todos modos, sí tuvo descendencia: Hannibal, lo que ocurre con el asesino encarnado por Hopkins diez años después, y El dragón rojo, la precuela, que aborda el triángulo de relaciones que da origen al monstruoso Hannibal Lecter. Sobre esta primera parte de la saga es que hace hincapié Hannibal, la serie, que trae a la pantalla chica y en forma serializada el desarrollo de una de las psicopatías criminales más famosas de Hollywood.
“Lo que es sorprendente de la serie –y estoy seguro de que quienes nos sigan semana a semana estarán de acuerdo–, es ver cómo, en esta etapa de su vida, el personaje de Hannibal es el más simpático del mundo: capaz de hacer chistes, caerle bien a todos y ser todo un encanto. Saber que después ese hombre terminará como el asesino que todos conocemos es electrizante”, dice el protagonista de la serie, Hugh Dancy, que interpreta a un analista del FBI llamado Will Graham, que ostenta una gran capacidad para empatizar con la mentalidad criminal y que se valerá de la ayuda del todavía no célebre doctor Hannibal Lecter para hacer aun mejor su trabajo. “Ver a un Hannibal tan liberado que empieza a conectar con Will, y sin máscara de por medio, es muy shockeante”, certifica Dancy.
–Una particularidad es que tu personaje, lleva el protagonismo de la serie por sobre Hannibal. ¿Les trajo alguna dificultad? ¿Cómo lo decidieron?
–Sí, vemos la historia a través de los ojos de Will. Ya todo el mundo conoce a Hannibal, ya todos sabemos de lo que es capaz de hacer. O sea: basta verlo con un cuchillo y un tenedor para pensar: “Oh Dios, ahí viene de nuevo.” Entonces no necesitaba demasiada introducción. Es más, nos pareció más interesante poder observar toda la transformación de Hannibal a través de la mirada de Will, que tiene más de una zona oscura por descubrir.
–¿Sospecha Will en algún momento de Hannibal?
–Sí, con el correr de los capítulos empieza a sospechar. Mi manera de ver el asunto es que Will es el mejor en lo suyo, pero también lo es Hannibal, que está un escalón por arriba de los asesinos seriales que investigan. Es superior. Y con un plus: lo entiende muy bien, cada vez mejor, a Will. Lo analiza. Y poco a poco lo empieza a manipular. ¿Podrá Will sobrevivir a esta verdadera compulsa mental? De eso se trata la primera temporada…
–Se ve que Will está expuesto a una muy delicada situación. ¿Hay peligro de que se convierta él mismo en un asesino como Hannibal?
–Sí. Y sin revelar demasiado lo que va a suceder, la idea es que justamente Will y Hannibal sean como las dos caras de una misma moneda. Por algo, cuando se encuentran, algo los estremece a ambos. Hannibal ve a alguien que podría ser su amigo. Y Will pelea con la sensación de descubrir que hay ciertas zonas de su personalidad (que visualiza a partir de esta relación) que le provocan un delicado escozor. Eso le preocupa y Hannibal aprovecha para entrar cada vez más en el dominio de la mente de Will, con todo lo que eso implica.
–¿Qué fue lo más difícil de interpretar a Will?
–Primero: los extremos cambios que atraviesa el personaje durante toda la primera temporada. Will realmente cambia de una manera radical. Es empujado a ciertos lugares extremos, en parte por Hannibal y en parte por las circunstancias. Y eso es difícil de llevar bien a la serie, porque básicamente tuvimos que grabar rápido y a veces los detalles se pierden. Y segundo: la manera de ser de Will. Un tipo algo aislado socialmente, depresivo, que hace dificultoso interpretarlo mediante matices. Pero bueno, ese fue el desafío. Encontrarle fuerza y color a un personaje esquivo.
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