24 Jun Sara Facio: Imágenes que hacen historia
Por Victoria Verlichak
El consagrado Cortázar es para el público argentino el Julio de las imágenes de Sara Facio. Ese retrato en blanco y negro, tomado en París en 1967, muestra a Julio Cortázar reconcentrado, enfrentando a la cámara con un cigarrillo sin encender en la boca. El autor de “Rayuela” interpela al espectador con una mirada inteligente e intensa desde la ya clásica fotografía (40 x 30 cm.) emplazada solitaria en una de las gigantescas paredes de la Sala Cronopios, Centro Cultural Recoleta. “Siempre la doy, me gustaría que [esa] fuese mi foto oficial”, le dijo Cortázar a su amiga Sara, con quien compartía su amor por el jazz y el cine.
Hay más fotos de Cortázar y de otros popes de la literatura y las artes en la muestra antológica “Sara Facio. Fotografías”, organizada en el marco de la XVII edición de los Encuentros Abiertos – Festival de la Luz, dedicados a “La pasión”.
Mirada y subjetividad
La pasión de Sara Facio (San Isidro, 1932) es la fotografía, a la que dedicó toda su vida. Artista, coleccionista, curadora, editora, Facio construyó desde su práctica artística la memoria de su tiempo y contribuyó a través de la gestión a difundir y jerarquizar la fotografía en la Argentina.
Las 200 elocuentes y honestas imágenes de la merecida muestra, curada por Elio Kapszuk y Renato Rita, reflejan a protagonistas de la cultura, cubren acontecimientos políticos, descubren personas anónimas que interrogan al observador con sus alegrías y sufrimientos. Transitan algunas series inolvidables como “Primeros premios”, con rostros de niños atónitos captados en Colonia (Uruguay). Recorren una sucesión de estampas de “Humanario”, un trabajo con enfermos mentales. Exhiben paisajes urbanos, calles y arquitecturas de Buenos Aires y el mundo, que son “la vida misma”. Detienen la luz y el movimiento de artistas y músicos, realizadores y cantantes, como Norma Aleandro, Goyeneche / Piazzolla, María Luisa Bemberg, Lina Wertmüller, Tita Merello.
Gran retratista, con su mirada y subjetividad creó la galería de imágenes icónicas de “Escritores de América latina”: Neruda, Borges, Pizarnik, Onetti, García Márquez, Vargas Llosa, Bioy Casares, las hermanas Ocampo. A propósito de Juan Rulfo, Facio recuerda a la también retratada crítica y escritora Marta Traba. Con su complicidad –se sentó a conversar con Rulfo para entretenerlo– Facio pudo capturar la imagen del escritor mexicano que se negaba rotundamente a ser retratado.
La historia política se lee en los ensayos fotográficos “Perón vuelve” y “Funerales del presidente Perón”. Directas, pero no objetivas, las imágenes de Facio inmortalizaron instantes públicos y sentimientos privados con protagonistas de la política y con adherentes al peronismo, eufóricos por el regreso de Perón en 1973 y dolientes por su muerte en 1974.
El color aparece en la serie dedicada a los ritos y tradiciones de Guatemala, en las ciudades de “Metrópolis” y en las fotos intervenidas con pintura, como las de Jeanne Moreau, María Elena Walsh. Compañera en el arte y en la vida, Walsh fue retratada reiteradamente por Fació que la conoció en París en 1955 y con quien convivió a partir de 1975; la escritora y cantautora tiene aquí un lugar de privilegio.
Vive la poesía
Sara Facio cumplió 80 años. Ostenta el cabello blanco y una mirada pene¬trante, habla suave y tiene opiniones firmes, a veces enemistándo¬la con algunos colegas más jóvenes que la til¬dan de “demasiado or¬todoxa” y que se olvidan de su logrado empeño en jerarquizar la foto¬grafía en la Argentina. Desde que se rompió las muñecas de ambas ma¬nos en el 2005, no saca más fotografías.
La joven Sara primero estudia pintura y dibujo en Bellas Artes y viaja a Europa en 1955 con una beca del gobier¬no de Francia; mira, se educa. Allí conoce las posibilidades de la fo¬tografía artística; constata que, más allá del contenido, reina la forma, vive la poesía. A su regreso, y con las impactantes imágenes de la muestra de “fotografía subjetiva” de Otto Steiner en su mente, Fació termina de convencerse de que la fotografía es lo suyo. La artista inicia su trayectoria en 1957 como asistente de Annemarie Heinrich.
En 1960 establece un estudio con Alicia D’Amico, con quien permanece asociada hasta 1985. Entonces, trabaja, mayormente en blan¬co y negro, se dedica al retrato e incursiona en la publicidad, el periodismo gráfico y escrito, incluso creando las secciones de fotografía de los diarios Clarín y La Nación, realiza exhibiciones, gana premios.
Fundadora de la aún vigente La Azotea Edi¬torial Fotográfica, con Cristina Orive en 1973, y de la Fotogalería del Teatro San Martín en 1985, formó y fue curadora de la colección de fotografía del Museo Nacional de Bellas Artes, donando a partir de 1995 más de 50 piezas de notables artistas. Ahora es asesora per¬manente en fotografía del MNBA, en donde presentará un libro que compendia de su rica trayectoria.
REVISTA NOTICIAS