20 Jun Newell’s: la gloria en rojo y negro
Para mis queridos amigos leprosos Oscar Yoza y Natalia Paratore.
Por Andrés Actis
La vida en rojo y negro. Así viven y así la sienten los miles de leprosos que ayer, embanderados en esos colores, revoleando la camiseta, esa misma que hace más de dos décadas alzó a los cuatro vientos el Loco Bielsa al grito de “Newell´s Carajo” inundaron en masa las calles de Rosario. Saltan, se abrazan, cantan, festejan. Y se emocionan. Lloran por un título que enorgullece, por un campeonato, el sexto de su historia, logrado a lo Newell´s, respetando su filosofía, el legado que dejaron aquellos que allá por 1903 colocaron la piedra fundacional del club. La celebración no tiene fin. Y está bien que así sea. Son campeones. Son los mejores. La gloria, al cabo, es toda rojinegra.
Las gargantas carraspean, ya nadie tiene voz cuando pasadas las 10.20 de la noche el avión que traslada al plantel aterriza en el aeropuerto de Fisherton. El festejo es en ese instante de todos. De los hinchas, que se agolpan para recibir a sus gladiadores, de los jugadores, los principales protagonistas de la gesta, del cuerpo técnico, quienes moldearon a un equipo que brilla con luz propia, y de los dirigentes, esos hombres de traje que lograron torcer la historia tras agarrar hace cinco años un club en ruina.
Allí, en el estacionamiento del aeropuerto, en ese espacio que también es alcanzado por la marea rojinegra, esa que después de las 14.45 se hizo oír en toda la ciudad, están reunidos todos los que hicieron posible este título. “Es el glorioso Newell´s Old Boys”, se funden todas las voces en un único grito. Canta el Patón Guzmán, el pibe que de chico soñaba jugar de 6 y hoy es el arquero del campeón. Salta el Flaco Vergini, la figura silenciosa de este equipo. Se abrazan Maxi Rodríguez, Nacho Scocco y Lucas Bernardi, los caudillos que volvieron en busca de la gloria perdida. Sólo faltan el Tata Martino y Gabriel Heinze, quienes no están presentes porque optaron volver en auto desde Chaco.
La caravana, que empezó a la tarde en el Monumento a la Bandera, sale del aeropuerto por calle Córdoba. Los protagonistas viven la fiesta arriba de un micro descapotable. Algunos tienen gorros, otros pelucas, otros flamean banderas. El resto, los hinchas, acompañan desde abajo, en autos, en motos, en camionetas. Tal es el desborde que casi no dejan avanzar al colectivo. Finalmente, gira por Avellaneda y toma la tradicional avenida Pellegrini hasta llegar al Bulevar Oroño.
CLARIN