La madre del hijo de Dios cuenta su historia

La madre del hijo de Dios cuenta su historia

Por Roberto Maurer
Susana Giménez hizo su aporte a Telefé y a sí misma con una primicia sin precio, presentando en su living a Verónica Ojeda, que no cobró nada, según aclaró la propia ex de El Indiscutido, a pesar de que había recibido ofertas de “todas las partes del mundo”, según sus palabras, mientras Susana aprovechaba para informar que Wanda Nara había ido gratis el lunes anterior.
Susana Giménez necesitaba un respiro tanto como Telefé, que fue alcanzada por la competencia en las mediciones de mayo después de largo tiempo de prevalecer en el rating. Telefé trastabilla sin “Graduados” y el fracaso de “Qitapenas”’, y se apuró a introducir cambios en su grilla con los cuales logró confundir a la platea. Para colmo, Telefé está agarrada de la cola y debe cuidar su oficialismo: la amenazan el inciso d) del artículo 25 y el inciso b) del artículo 31 de la Ley de Medios.
Susana Giménez largó muy bien y se desplomó. Su retorno es raro, los lunes a las 22.30 con su formato conocido y aceptado y los miércoles a las 21.30 con los premios, para desconcierto de sus fans. Ella misma se confundió comentando “éste es nuestro tercer programa”, cuando, en verdad, se trataba de su tercer lunes.

LA INFANCIA PROTEGIDA
Verónica Ojeda apareció porque quería contar su historia, luego de desechar los pedidos de “todas las partes del mundo”, como había dicho, y así lo hizo, sin veneno o resentimiento. Si se juzga por la personalidad de Maradona, es llamativo que sus parejas públicas aparenten ser mujeres normales. Verónica Ojeda resulta una chica simple, con sentido común y sin humos, que no ventiló intimidades de su vida con Dios, siempre mirando de frente con la expresión clara de quienes no son atormentados por pasiones retorcidas, ni siquiera la tan universal del interés por el dinero. Claro, también responde a la tipología de la “mosquita muerta”.
Como se sabe, la atracción debía ser Dieguito Fernando, el bebé de cuatro meses que le dejó el procreador ausente, ya que la tele desde hace unos años ha encontrado un nuevo filón en los embarazos y criaturas de pecho de los famosos. Pero la madre entró al estudio con los brazos vacíos: una cautelar de Maradona le impidió a última hora entrar al estudio con el pequeño, cuya exhibición ha prohibido la justicia, y a quien ni siquiera se permite nombrarlo.
—No entiendo que no pueda mostrar a todos los argentinos mi hermoso hijo, estoy triste -se quejó la madre.
Fue una lástima. Al parecer, el niño de cuatro meses había sido preparado para su debut. “Me lo traje vestidito de smoking”, contó. La tele fabrica sus monstruos desde cachorros. Lo sabemos, muchos comenzaron de chiquitos en programas infantiles y de grandes se convirtieron en Charles Manson.
El momento culminante se produjo con la revelación de que Dieguito Fernando venía con un hermanito mellizo. La primicia fue celebrada acaloradamente con un “ay-me-muero” de Susana y premiada con gritos y aplausos del público, una curiosa manera de recordar a una criatura muerta. El remate fue un chiste de la casa: “¡Hubieran sido dos cautelares, qué quilombo!”, exclamó Susana. Parece chocante, pero las costumbres de la tele son diferentes y exigen una comprensión de amplitud multicultural.

PERFUME DE ÍDOLO
Verónica Ojeda relató detalladamente su primer encuentro con Maradona en una fiesta familiar.
—A mí me conquistó el perfume de él -recordó.
—Siempre huele rico -agregó la anfitriona.
Habla bien de Maradona. “Conviviendo no es lo que se ve, es un dulce. Es una excelente persona, y la gente dirá “ésta está loca”. En efecto, no abrió el paraguas en vano: la gente tiene otra idea de Maradona.
Al parecer, el embarazo de Verónica fue un nuevo fracaso de los métodos anticonceptivos, y Susana comparte la desconfianza. “No sabía cómo decírselo”, dijo, refiriéndose a la buena noticia que siempre representa la llegada de un nuevo ser a este mundo. Pero no es el mismo mundo de Maradona, que quiso un aborto al cual ella se opuso. Con la noticia del embarazo, se produjo la separación definitiva. “No sé lo que pasó, no lo entiendo, pero él se portó bien”.
—¿Lo seguís queriendo, Vero? -pregunta Susana, que fue infalible preguntando, casi como si estuviera tomando declaración a un preso.
—Lo quiero mucho, es difícil borrar ocho años -confiesa-, aunque jamás volvería. Han pasado muchas cosas.
Tal como lo cuenta Verónica Ojeda, y es una deducción que se desprende de sus palabras, el amor a Maradona siempre estuvo acompañado por el miedo. Si bien nunca lo explicita, se infiere que la chica vivió dominada por el terror a los enojos de Él. Susana recuerda que es muy celoso. Una vez Maradona se enojó con ella por haber invitado a Pelé a su programa, y ella le contestó que él había ido al de Tinelli, con lo cual la diva reconoció, de paso, quién era su bestia negra.

LA VISITA DE PAPÁ
Como es sabido, Maradona llegó del Cercano Oriente a los tres meses de nacido su hijo, pasó a conocerlo de paso y se volvió a Dubai sin saludar.
—Él puede entrar. Él -aclaró Verónica, acerca de la visita.
—¿Por qué? ¿Fue acompañado? -interroga Susana.
—Sí. No es justo.
—¿Vos no la dejaste entrar a… a la chica? -quiere saber Susana, refiriéndose a la nueva novia que en la charla no tuvo nombre.
—¿Y a vos qué te parece?
Verónica relató esa visita del padre, con “la otra” en la puerta, con la minucia de la reconstrucción de un crimen realizada por un fiscal. Faltaba un plano de la casa solamente.
Al parecer, a Verónica se le ha prohibido mostrar a su hijito, ni en un cumpleaños. Se usa la palabra “guerra”, y Susana conjetura: “Tal vez quiera presentarlo él’’. Es posible, cuando el chico haya terminado la escuela, o después. Maradona no es conocido como padre generoso de los niños que desparrama el mundo.
—Si querés decirle algo… -propone Susana, ofreciéndole la cámara.
—Simplemente, que es una pena que no pueda mostrar a mi hijo -se despidió Verónica.
Mientras estas líneas se escriben, aún no se habían encendido las hogueras de los programas de la tarde.
EL LITORAL