El placer de correr junto a una mascota

El placer de correr junto a una mascota

Por Sebastián A. Ríos
“El que nunca salió a correr con su perro debería hacerlo. Es grandioso: la sintonía fina que se genera entre la persona y el animal no tiene comparación”, asegura Gustavo Montes, de 39 años, que acostumbra entrenar con su perra Berta, y que mañana participará de la Eukanuba DogRun Revolution 2013, que se corrió en un circuito armado en los bosques de Palermo.
En su tercera edición, la DogRun reunió 2500 perros (y dueños), que corrieron  o caminaron en distintas categorías, pensadas y diseñadas en función de las capacidades de los atletas participantes y de sus mascotas: running 5k profesional, running 5k amateur, caminata 3k y correcaminata 1k para padres, hijos y canes.
Pero más allá de la competencia y del momento de diversión, el objetivo de la DogRun es generar conciencia sobre la tenencia responsable de las mascotas.
“Nuestra propuesta es reunir en un evento deportivo y lúdico a personas a las que le interesa la tenencia responsable de los perros. Esto es: que les interese que sus perros estén sanos, bien nutridos y bien cuidados, que es lo que permite que puedan correr o caminar en un evento como éste”, explica Dolores Madero, de 35 años, organizadora y socia directora de la carrera.
Dolores parte de la idea -científicamente comprobada- de que hacer actividad física en compañía de una mascota brinda beneficios a quienes se encuentran en los dos extremos de la correa. “La rutina de salir a pasear al perro permite que el ser humano tenga una vida más activa y más saludable, y a la vez el perro también se beneficia de hacer deporte acompañado de su dueño”, dice Dolores, cuya familia incluye a dos labradores: Mambo y Samba.
El solo hecho de que el perro pasee con su dueño, agrega la veterinaria especialista en comportamiento animal, Silvia Vai, “mejora la relación entre ambos aumentando además el conocimiento y entendimiento mutuo, y la obediencia del perro hacia sus dueños”.
Para el cachorro, afirma Silvia, salir a pasear es una actividad fundamental para su correcto desarrollo. “Le posibilita al perro ver y contactarse con gente de diferentes edades, características físicas y formas de moverse o hablar, evitando así que más tarde manifieste miedo o agresión hacia desconocidos, ya sean adultos o niños.”
Para su dueño, completa, “el paseo junto a su perro le posibilita hacer la caminata diaria que los médicos aconsejan para conservar la salud y además socializar con otros propietarios, tener conocidos en el barrio, cosa bastante complicada en la actualidad, y olvidarse, aunque sea por un rato, de las situaciones agobiantes del día”.
En su diseño, la DogRun está planeada como una carrera para perros, en la que sus dueños son los que acompañan. Así, el evento contará con una carpa veterinaria para la asistencia de los canes; además, la carrera se divide no sólo en función de la extensión del recorrido, sino también en el tamaño del animal; cada categoría tiene una largada independiente.
La tercera edición  de la DogRun exhibió un crecimiento en su cupo de participantes -en 2011 hubo 800 pares de humano/perro; en 2012, 1500; este año fueron 2500- que dan cuenta del disfrute que hallan los porteños al hacer actividad física junto a sus mascotas. Pero la experiencia de correr carreras de calle con perros pronto superará las fronteras de la ciudad de Buenos Aires: a fines de octubre, la DogRun se realizará en Rosario, y en 2014, en Chile.

El mejor compañero
“Practico running unas 5 a 6 veces a la semana, es mi cable a tierra, y cuando puedo lo hago acompañado de un perro -cuenta Gustavo-. Generalmente lo hago con Berta, que es un perro de calle, de tamaño mediano, que se banca un entrenamiento regenerativo que es correr unos 30 a 40 minutos, en forma muy suave.”
Pero para la carrera de mañana, Gustavo tiene otros planes, y Berta se quedará en casa, descansando. “Voy a correr con el galgo de un amigo, que está muy bien entrenado. Lo conocí tiempo atrás, cuando fuimos con un grupo de corredores a hacer entrenamiento de altura en San Juan, y el galgo sin que lo llamáramos salía detrás nuestro, hacía los 12 o 13 kilómetros con nosotros, y cuando volvía se ponía a tomar agua mientras elongábamos, como si nada…”
Gustavo cuenta que en ese fortuito encuentro comenzó a comprender la interrelación entre los perros y el correr: “Se genera una sinergia entre el perro y la persona que va mucho más allá de lo atlético: es un lazo de amistad íntima que trasciende los valores a los que estamos acostumbrados. Lo que es necesario es que haya una adaptación, en la que el perro pueda entender la situación de correr con su dueño y adaptarse al ritmo del entrenamiento”.
Cuando eso se logra, “toda esa paciencia y respeto que uno pone en el animal desemboca en que se convierte no sólo en un excelente compañero de vida, sino también de actividad. Es ideal: acompaña, pero no habla”, concluye Gustavo, con un toque de humor.
LA NACION