El Indiana Jones del café busca en África la variedad perfecta

El Indiana Jones del café busca en África la variedad perfecta

Por Miguel Bustillo y Salomon Moore
Tim Schilling se abría paso entre la selva africana mientras seguía a una mujer tribal llamada Nyameron.
Schilling, una especie de Indiana Jones del café, estaba buscando un tesoro perdido: especímenes silvestres de café arábica, la variedad del grano usada en la mayoría de los lattes y los cappuccinos del mundo.
El agrónomo de 59 años de la Universidad Texas A&M encabeza World Coffee Research, un grupo sin ánimo de lucro financiado por empresas, principalmente estadounidenses, como J.M. Smucker Co. La entidad trabaja también con asociaciones cafeteras de varios países, muchas de ellas latinoamericanas.
El objetivo es ampliar la diminuta reserva genética global de la que dependen los cafetales. Pero después de cuatro días de caminata por este altiplano al occidente de Etiopía, su expedición de 15 miembros, que incluía a un reconocido “taxonomista”, un ejecutivo de la tostadora estadounidense de café Green Mountain Coffee Roasters Inc., estudiantes de agronomía y porteadores contratados, no había encontrado ninguna muestra que pareciera nueva.
El grupo tenía la esperanza de que Nyameron, una experta en café silvestre que habían conocido a través del jefe de la tribu Murle, podría ayudar.
Las empresas cafeteras están acudiendo a la exploración para asegurar el suministro futuro de los granos ante un estancamiento de la producción, pese a que la demanda ha crecido, haciendo que el precio del café se cuadruplicara desde 2001.
El mundo consumió 8 millones de kilos de café en 2011, frente a 1,2 millones de kilos en 1982, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Pero la producción en Colombia, que suministra 10% de los granos de arábica del mundo, ha descendido 36% desde 2005. La producción en Brasil, el principal generador de arábica, alcanzó recientemente su nivel más bajo en cuatro años.
Muchos factores están contribuyendo a los problemas del café, dicen expertos, incluyendo cambios climáticos y el crecimiento de la población en América Central, lo que ejerce presión para convertir terrenos cafeteros en urbanizaciones y centros comerciales.
Los historiadores del café creen que la mayoría de la oferta del grano del mundo comparte su origen genético con dos plantas del siglo XVIII: una llevada de Indonesia a Ámsterdam y París y otra llevada de Yemen a Brasil.
Esa es la razón por la que los expertos de la industria favorecen una expansión de las variedades de café que se cultivan y el cruce de especímenes que produzca plantas más fuertes. “El Santo Grial es una variedad resistente al calor que produzca café de calidad”, dice Patrick Criteser, presidente ejecutivo de Coffee Bean International, una tostadora estadounidense. “Si podemos resolver eso, solucionaría muchos problemas”.
Pero esfuerzos como los de World Coffee Research, que apunta a persuadir a los competidores a que trabajen en equipo contra problemas comunes, afrontan obstáculos. Algunas de las empresas de café más grandes del mundo adelantan proyectos de investigación propios para expandir la genética del café.
Nestlé SA. cuenta con un proyecto llamado Nescafé, que comprende la otra variedad importante del grano, robusta, según una vocera. Starbucks Corp., la principal cadena de cafeterías en EE.UU., también está llevando a cabo su propia investigación a través de centros dotados con agrónomos que ayudan a los agricultores locales, señaló una portavoz.
Iniciativas como la de World Coffee Research también deben superar fricciones con instituciones nacionales de investigación, que a menudo apuntan a proteger los intereses locales, particularmente en Etiopía, que se cree que es la madre patria de la variedad arábica. En el país existen cientos de especies silvestres pero la relación entre los funcionarios del gobierno y los comerciantes internacionales de café ha llegado a veces a ser contenciosa.
Schilling cree es necesario un trabajo científico global en equipo. “El café es la segunda materia prima más importante del mundo después del petróleo”, señala. “Pero se ha conducido menos investigación sobre el grano que sobre los maníes y las naranjitas chinas”.
Cuando el grupo regresaba al campamento durante el último día de la expedición, Aaron Davis, un taxonomista del Real Jardín Botánico de Kew, Inglaterra, hizo lo que pareció ser el mayor descubrimiento del equipo: una pequeña planta de café que no se parecía a ninguna otra. Sus hojas eran más angostas y esponjosas y tenían más cera. Parecían haber evolucionado para retener la humedad y desviar los rayos ultravioleta.
Las hojas fueron añadidas a la colección de 75 ejemplares de plantas silvestres. Los científicos aún están analizando las muestras para determinar si la expedición descubrió en realidad la planta de arábica olvidada.
LA NACION