China: un país con fuertes desigualdades de ingresos

China: un país con fuertes desigualdades de ingresos

Emilio J. Cárdenas
En el mes de febrero el gobierno chino emitió un esperado informe sobre como tratará de corregir las muy notorias desigualdades en materia de ingresos que afectan a su economía, que están generando un creciente ‘mal humor’ social.
Ocurre que, en el 2012, el ingreso anual disponible (después de impuestos y cargas sociales) de la población china urbana ha sido del orden de los u$s 4.000 por año, lo que supone un aumento del 9,6% –en dólares– respecto del 2011 y que, en cambio, el ingreso anual disponible de la población rural de China, siempre en el 2012, ha sido de apenas u$s 1.300, lo que supone un aumento del 10,7% respecto del año anterior.
Esto muestra que existe una diferencia realmente enorme entre los ingresos de ambos grupos de la población. De nada menos que el 67%, en rigor, entre un grupo y el otro. Lo que conforma es un tema de disparidad bien difícil de mantener en el tiempo sin provocar, en algún momento, muy serios problemas sociales.
Esto se confirma cuando, por primera vez, se ha dado a conocer el llamado ‘Índice Gini’ que corresponde a China: 0,47%. En una ecuación que tomó el nombre de un conocido estadístico italiano, donde el 0 es la igualdad perfecta y el 1 es la desigualdad perfecta.
Ese índice para China, medido por economistas y consultores privados, es de 0,61%. Para quienes tengan fe ilimitada en el comunismo, China es hoy tan desigual como los Estados Unidos, si tomamos las cifras oficiales y, mucho más desigual que el país del norte, si –en cambio– nos basamos en los números del sector privado.
Para remediar la situación, el Estado está presionando a las empresas del propio Estado para que distribuyan un porcentaje más alto de sus utilidades. Para así poder fondear mejores viviendas, programas sociales, pensiones y coberturas médicas para todos. Además, se está presuntamente persiguiendo a los corruptos, en todos los niveles.
En paralelo se anuncia que el gobierno chino aumentará pronto la presión tributaria sobre los ingreso de los más ricos, hoy bajísima.
Si tomamos las cifras del 2011, las empresas del Estado chino han distribuido como dividendos a un orden del 52% de sus utilidades anuales. El resto lo dedican a autofinanciamiento y a alimentar prebendas de distinto tipo, para beneficio de sus más altos funcionarios, lo que es una verdadera enormidad.
Por esto la presión de las autoridades para que esto se modifique. Presión que naturalmente choca contra una trama gruesa de ‘intereses creados’, desde que, con mucha frecuencia, son los propios parientes y familiares de los dirigentes políticos chinos quienes, en los hechos, conforman la pequeña ‘elite’ que se enriquece y enriquece a otros con las utilidades de las empresas del Estado.
En ese esfuerzo se anuncia, asimismo, que se vigilará de cerca el cumplimiento, por parte de los funcionarios y sus parientes, de las normas que los obligan a hacer conocer a sus superiores todas sus fuentes de ingresos y su patrimonio, que hoy son cumplimentadas muy pocas veces. En este sentido la forma de corregir lo que hoy sucede es la de hacer públicos esos ingresos. Transparentes, en consecuencia.
Mientras esta cuestión comienza a corregirse, aunque muy lentamente, los salarios chinos están aumentando, en términos reales. Lo que no debería ser sorprendente en un régimen que aún dice ser comunista.
La oferta y la demanda de trabajo en China están prácticamente ‘calzadas’, sin que, en líneas generales, existan en toda China bolsones de desocupación que generen preocupaciones importantes.
En el 2012 ellos subieron un 7,6%. Para este año se proyecta un más fuerte crecimiento del salario, que se ha estimado en un 9,2%. Esto es bueno para que la economía no sea, como hasta ahora, tan dependiente del sector externo y comience a moverse, en buena medida, al compás del consumo interno. Pero es ciertamente malo para la competitividad general de la economía china, así como para el control de la inflación doméstica.
Esto es lo que explica que estén apareciendo empresas que ahora se van de China y se instalan en México, cuyos salarios son hoy bastante competitivos con los chinos y cuyo acceso al mercado es bastante mejor que el de China.
Pero cuidado, para no hacer las cosas demasiado dramáticas, China está también aumentando muy fuertemente la productividad de su trabajo, como factor de producción. En el 2012, ese aumento fue excepcional: del 8,3% para el año. Lo que es ciertamente saludable.
EL CRONISTA

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