Cariño inquebrantable: “¡Manu, Manu, Manu!”, el grito de la gente en San Antonio

Cariño inquebrantable: “¡Manu, Manu, Manu!”, el grito de la gente en San Antonio

Por Xavier Prieto Astigarraga
El bramido hizo que el estadio fuera por un instante como un mar agitándose violentamente. “¡Manu! ¡Manu! ¡Manu!”. Aún cuando uno se aferra a la silla, la vibración que provocan las gargantas de 18.000 personas dan la sensación de que el cuerpo se desplaza sin control en la marea. “¡Manu! ¡Manu! ¡Manu!”. Es el quinto partido de una final de la NBA. El evento competitivo por excelencia. Es el tercer cuarto en el AT&T Center. Ese bahiense, a poco de cumplir los 36 años, que un día antes confesó que se sentía “frágil”, vuelve a apretar la pelota fuerte con las dos manos. Arremete por donde no hay lugar. Y no hay lugar porque están los cuerpos fibrosos e intimidantes de LeBron James, Chris Bosh y Dwyane Wade tratando de cerrarle el paso. Pero va igual. Y pasa. Tira una vez con derecha. Adentro. Otra con izquierda. Adentro también. En suspensión. Otro doble más. La gente responde enloquecida: “¡Manu! ¡Manu! ¡Manu!”.
En una de las peores series de playoffs que se le recuerden, Manu Ginóbili jugó su mejor partido del año. Es su redención. Rescata a San Antonio. Como tantas otras veces. Lo lleva al triunfo: 114-104 sobre Miami, el campeón de la NBA. El que tiene al mejor jugador del mundo. Y la serie queda 3-2 para los Spurs. Match point. No está nada dicho, pero él ya lo dijo todo.
Mañana, otra vez en el American Airlines de Miami, Manu Ginóbili tendrá la posibilidad de ir por el cuarto anillo de su carrera.
La primera gran sorpresa de la noche. Fue la presencia de Manu desde el arranque. Hay distintos motivos para explicar por qué el argentino estuvo en la formación inicial. El primero obedece a una cuestión estratégica. Desde el cuarto partido, Erik Spoelstra, DT de Miami, decidió quitar de la formación titular a Udonis Haslem y ubicar a Mike Miller. Es decir, una alineación con cuatro jugadores “bajos” y sólo un pivote. Por eso, Gregg Popovich sacó a Tiago Splitter y puso a otro “bajo”, Manu, para equilibrar los emparejamientos defensivos. El segundo es puramente emocional. Ginóbili necesitaba recuperar la confianza. Necesitaba volver a ser él.
Manu jugó como titular por primera vez en el año. Logró su récord personal de puntos en la temporada (24). Otras conclusiones tácticas podrían darse para explicar el curso que tomó este partido. Pero ninguna será tan fuerte como la emocional. Y es que volvió el Ginóbili de siempre.
Porque Parker y Green también jugaron bien. Y las dos estrellas de Miami, LeBron y Wade también estuvieron muy bien. Pero ninguno desequilibró y fue tan determinante como Manu. Tal vez mañana pueda pasar inadvertido otra vez, porque se sacrifica para el equipo. Anoche el equipo lo necesitaba en el modo “super estrella”, y no defraudó.
En el descanso entre el tercer y el último cuarto, la TV puede hacerle, por contrato, dos preguntas al DT local. Popovich odia esa entrevista. Siempre contesta breve, sin ganas. Esta vez dijo: “Cuando Manu juega como Manu Ginóbili somos un mucho mejor equipo de basquet”. Y cómo no pensar así, si gracias a él, San Antonio está a solo un paso de ser campeón.
LA NACION