31 May Por qué los países bálticos no son el modelo
Por Martín Wolf
La idea de que el sufrimiento es bueno tanto para el alma como la economía está ampliamente extendida. Para los austerianos, una crisis financiera es una señal de bajeza moral, que sólo puede redimirse mediante el sufrimiento. Pero la economía existe en la Tierra, no en el más allá. Aquellos que defienden el sendero de la austeridad necesitan mostrar que no sólo es moral, sino efectiva. ¿Cómo lo hacen? Mostrando ejemplos exitosos. En Europa, esos ejemplos con frecuencia son los países bálticos y, sobre todo, Letonia, un país golpeado por la crisis que fue rescatado y ahora -según dicen- está floreciendo. ¿Es así? Y de ser así, puede dar una lección a otros? La respuesta a ambas preguntas es: sólo hasta cierto punto.
Los tres estados bálticos -Estonia, de 1,3 millón de habitantes, Letonia (2 millones) y Lituania (3 millones)-disfrutaron un auge impulsado por el crédito antes de la crisis financiera. En 2007, el déficit de cuenta corriente de Letonia era 22% del Producto Interno Bruto (PIB), el de Estonia de 16% y el de Lituania de 14%. El equivalente interno del ingreso de capitales eran enormes déficit en el sector financiero privado: 23% del PIB en Letonia, 19% en Estonia y 13% en Lituania. Como es usual, los auges favorecían la posición fiscal: la deuda pública neta de Estonia era de -4% del PIB en 2007, un 5% en Letonia y 11% en Lituania.
Entonces llegaron los cuatro jinetes de las crisis financieras: “repentina paralización” del ingreso de capitales, colapso de los precios de activos, recesiones y déficit fiscal. En respuesta, los países bálticos decidieron mantener el cambio fijo y optar por la austeridad.
También se negoció un importante rescate para Letonia a fines de 2008, con generoso apoyo de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI), los países nórdicos y otros. Aún así, algunos dudaban que el plan funcionara. Olivier Blanchard, el consejero económico del FMI, dijo en junio que “muchos, incluso yo, creíamos iba a ser una receta para el desastre, para un largo y doloroso ajuste en el mejor de los casos o, más probablemente, para el eventual abandono del cambio fijo cuando el fracaso se volviera obvio”. Demostró estar equivocado.
Según el FMI, Letonia redujo su déficit público cíclicamente ajustado en 5,3% del PIB potencial entre 2008 y 2012, para lograr un pequeño superávit de 0,8% en 2012. En el mismo período, Lituania lo hizo en un 3,3% (el FMI no entrega datos para Estonia.) Pero el ajuste griego fue de 15% entre 2009 y 2012.
¿Cómo ha funcionado la estrategia? Los defensores apuntan al reciente rápido crecimiento. Letonia, por ejemplo, creció 16% entre sus puntos mínimos, en el tercer trimestre de 2009, y el cuarto trimestre de 2012. Pero cayó 25% entre el cuarto trimestre de 2007 y su punto mínimo. En el cuatro trimestre de 2012, el PIB letón aún estaba un 12% debajo de su máximo pre-crisis. Esto es peor que en Irlanda, Italia, Portugal y España. Los otros dos países bálticos lo han hecho peor, también tras duras caídas.
Estas grandes recesiones importan. Para Letonia, la pérdida acumulada desde 2008 a 2012 llega al 77% de su producción anual pre-crisis. Sobre la misma base, la pérdida fue de 44% para Lituania y 43% para Estonia. En el cuarto trimestre de 2012, el PIB letón estaba un 41% debajo de donde habría estado si hubiera seguido la tendencia 2000-07. El PIB de Estonia y Lituania estaba un 34% por debajo de la tendencia. El desempleo ha estado cayendo, pero aún afectaba al 14% de los letonios en diciembre de 2012, como en Irlanda.
En resumen, Letonia, el más golpeado entre los países bálticos, sufrió una de las mayores depresiones en su historia. Se está recuperando, pero aún no lo logra en su totalidad. ¿Son sus políticas un modelo para otros? En una palabra, no.
Estos países tienen cuatro enormes ventajas al aplicar la estrategia de la contracción expansiva.
Primero, según Eurostat, el costo laboral por hora letonio en 2012 era un cuarto del de la eurozona como un todo, un 30% del español y la mitad del portugués. Dado el potencial de una mejora adicional en la productividad, el país no necesitaba una fuerte depreciación para volverse competitivo.
Segundo, son todas economías muy pequeñas y abiertas. Mientras más abierta es la economía, mayor es la porción de producción no dependiente de gasto interno golpeado por la recesión. Esto convierte el ajuste externo en una alternativa más potente al estímulo interno que en economías más grandes. Entre 2007 y 2012, el déficit de cuenta corriente de Letonia cayó en un 21% del PIB. El mismo ajuste sería apenas 0,3% del PIB italiano. Sus socios comerciales apenas registraron el ajuste letón, pero sí lo harían en el caso italiano. Además, la población letona cayó en un 7,6% y la de Lituania en 10,1% entre 2007 y 2012. Eso alivia la imagen del desempleo. Si España e Italia perdieran la misma proporción, serían 11 millones de personas.
Tercero, los bancos extranjeros juegan un papel central en estas economías. Para la eurozona, esta es la alternativa a la unión bancaria: permitir que bancos con gobiernos anfitriones fiscalmente fuertes engullan los sistemas financieros más débiles.
Finalmente, los países bálticos se han comprometido con su destino europeo como una alternativa a volver a la órbita rusa. Tienen razón en preferir un doloroso ajuste a exhibir cualquier duda con este compromiso político. Otros países golpeados por la crisis también tienen razones para un compromiso con Europa, pero en menor medida, lo que debilita su aceptación de la austeridad.
¿Son los países bálticos, y en particular un país golpeado por la crisis como Letonia, un modelo de contracción expansiva? A corto plazo, la respuesta con seguridad es no: la contracción fue contractiva. Posteriormente, fueron capaces de combinar un enorme ajuste externo con la restauración del crecimiento, aunque en Letonia el PIB aún está muy lejos de su punto de partida, el desempleo es muy alto y la emigración fue enorme.
¿Es Letonia un modelo plausible para otros, en particular para países mucho más grandes? Obviamente no. Lo que es posible para economías muy pequeñas y abiertas es casi imposible económicamente -y por tanto social y políticamente- para economías grandes y relativamente cerradas.
La idea de que debamos contemplar todos los países, por no decir la eurozona, como si fueran pequeñas economías abiertas que no interactúan con otros, es una enfermedad intelectual. Es por eso que las autoridades de la eurozona parecen estar felices con ignorar la demanda. También es por eso que el ajuste ha sido tan desalentador. Uno puede argumentar que Letonia es un modelo para países pequeños, pero es una locura pensar que es un modelo para Europa.
EL CRONISTA