27 May Nuevas y sorpresivas reformas laborales en el Parlamento
Por Julián A. de Diego
Más de trescientos proyectos de reformas laborales de diverso tenor pululan dentro de la Cámara de Diputados librados a su suerte. A pesar de que ninguna ley se somete al tratamiento sin seguir expresas instrucciones de la Presidenta de la Nación, el hecho de que muchas preserven su estado parlamentario las puede colocar en la caja de pandora de la última votación del período ordinario, donde se aprueban en una especie de maratón, muchas normas sin debate.
Nuevamente, las normas son inapropiadas para los tiempos que corren, incrementan los costos, y ninguna hace referencia a la productividad, la mejora continua, la calidad y la eficiencia. Todas refieren a formas y tipos de reivindicaciones basadas en las posturas clásicas del siglo pasado, como si lo único que mejora esté anclado en el pasado.
Repasemos las más relevantes para confirmar nuestra crítica.
Uno de los proyectos más recientes propicia la eliminación de los topes de la indemnización por despido y la elevación del piso de un salario a dos sin tope, lo que aumenta el costo del despido en no menos de un 20% promedio. Nada se dice sobre la reformulación de las multas aplicadas sobre esta indemnización que se han convertido en una pesadilla para las empresas, castigadas con el máximo rigor por errores nimios.
Al tope de horas de la jornada semanal de 48 horas, que se acomoda con el viejo modelo de 8 horas por seis días, se lo reduciría a un tope de 45 horas, tope que no acomoda con ninguna lógica de jornada diaria, salvo que se piense en una jornada diaria de 9 horas por cinco días de prestación semanal. Por ejemplo, en Francia rige la jornada de 35 horas semanales que tanto daño generó a la competitividad, y responde a un régimen de 7 horas diarias por cinco días.
La creación de la licencia parental para el caso de embarazo o adopción prolongando a su vez la licencia por maternidad.
Se propicia la prohibición expresa de trabajar sábados y domingo como descanso obligatorio fijo y a la vez establecer un recargo del 100% sobre las horas trabajadas en las actividades expresamente habilitadas, sin pérdida alguna del descanso compensatorio.
Se propone la modificación del trabajo por equipos de modo de asegurar los descansos semanales con un régimen de no menos de cuatro (4) equipos, y con un promedio total del tope semanal en un ciclo de veintiún (21) días.
Se reactiva el proyecto Nito Artaza de salida gradual de prestaciones no remunerativas, prohibiéndolas a partir de una determinada fecha, y concediendo un lapso de adecuación para el resto. En todos los casos se prevé el grossing up de modo que la empresa debe soportar el gasto de todo lo que haya que adicionar a la remuneración para lograr en el pago al trabajador el mismo valor neto. Por ende, es la empresa la que se hace cargo de las retenciones de cada trabajador.
Se propone un régimen rígido de igualdad de trato equivalencia salarial para las mujeres abandonándose el principio de igual remuneración por tarea de igual valor receptado por nuestro sistema desde los Convenios de la OIT.
Se propone elevar el plazo mínimo de goce de las vacaciones de 14 a 21 días hasta 10 años de antigüedad, lo que representa en las actuales circunstancias un aumento del costo de las mismas del 33%.
Se propicia la creación de un fondo de desempleo para desempleados no registrados, es decir, para aquellos trabajadores que hayan prestado servicios en negro, y con ello, al quedarse sin el ingreso, pierden el ingreso. Es un proyecto verdaderamente difícil de concebir, porque quien no está registrado no tiene forma de demostrar si trabajó. Al respecto, parece más razonable el sistema de asignación familiar universal, que opera sobre ciertos parámetros de mayor objetividad. En cualquier caso, todos estos subsidios deben pasar a una nueva etapa en su evolución, ya que son una fuente de desaliento del trabajo registrado, y fomentan la no registración, para hacer coexistir dos ingresos, el del subsidio y el del pago en negro.
El régimen de participación en las ganancias se mantiene, pero en forma voluntario y propiciado a través de un sistema convencional.
A propósito de la superposición observada entre los trabajadores convencionados y sus mandos inmediatos generalmente fuera de convenio, con motivo de que los ajustes salariales son dispares, se propone una norma que establezca una diferenciación mínima del 20% entre la retribución máxima de los primeros y la mínima de los excluidos o no comprendidos en los convenios.
No tenemos ningún proyecto que reglamente el teletrabajo, ni que establezca las condiciones del trabajo virtual o del trabajo en el domicilio, ni que establezca la forma de reglar la jornada y los descansos en función de la conexión y del empleo de la informática y la cibernética. Nada se propicia en relación a los salarios variables y la necesidad de optimizar la producción, la productividad, la calidad o la eficiencia. En síntesis, nuevamente tenemos frente a nosotros una nueva regresión.
Si siguiésemos al Papa Francisco que pregona la paz, la dignificación del hombre en todas sus formas, pero sobre todo a través de la dignitas laboris, (ver Angelus 28/4/2013) tendríamos que legislar para el futuro, con las nuevas formas de organizar el trabajo y las nuevas tecnologías, pero dando prioridad a la salud preventiva, al amparo de la persona humana que trabaja, a través de su protección física y material, pero sobre todo, dando el lugar de privilegio que debe todo hombre tener para su vida espiritual plena.
EL CRONISTA