La vida privada de los superhéroes monetarios

La vida privada de los superhéroes monetarios

Por Claire Jones
Un estudio de los banqueros centrales encargados de preservar la economía mundial valora su audacia, pero trata muy por encima sus puntos débiles
Más de cinco años en crisis y seguimos en el país de Súper Mario, en el que se invita a los banqueros centrales a dejar de lado su conservadurismo inherente y empezar a mostrar su súperpoder: imprimir dinero en cantidades potencialmente infinitas.
Quedaron atrás los días en que aspiraban al enfoque “es mejor aburrir”, propugnado por Mervyn King, directivo saliente del Bank of England, en la cima de la “gran moderación” que terminó en la crisis financiera mundial. Los encargados de formular políticas monetarias -en el pasado, unas pocas personas reservadas y cerebrales- quedaron en el candelero al asumir el papel de salvadores que combaten incendios.
Los principales son los protagonistas de The Alchemists: Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Mervyn King y Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo hasta que Mario Draghi asumió en noviembre de 2011.
Neil Irwin, un periodista del Washington Post, hace hincapié en la gran intervención de los principales bancos centrales que hizo explotar sus balances. Intenta describirnos el carácter de estos tres hombres; por ejemplo, nos enteramos de que a Bernanke le gusta usar jeans cuando va a la FED durante un fin de semana. También se hace un recorrido de las instituciones que representan. El Bank for International Settlements (BIS), conocido como el “banco de los banqueros centrales” en Basel, se describe muy bien como “una fortaleza de un edificio que podría haberse diseñado como un lugar de trabajo para George Jetson”.
El libro incluye algunos chismes que describen el estilo de vida deportivo, privilegiado y de trotamundos de los encargados de formular políticas monetarias. Por ejemplo, mientras están en Basel “toman abundante borgoña, a lo que los asistentes llaman en broma el ‘gran cru BIS'”.
Algunos, sin embargo, son verdaderamente reveladores. Por cierto, quienes siguen de cerca a los bancos centrales del mundo no encontrarán nada demasiado nuevo, si bien de rumorea que Axel Weber, presidente del Bundesbank, fue el primer que sugirió que el BCE debería incursionar en los mercados de bonos del gobieno para intentar aquietar el pánico de los mercados.
Esto soprende porque los presidentes del Bundesbank son reconocidos, en el ideario popular, por su línea dura. En público, Weber y Jens Weidmann, su successor, criticaron abiertamente la decision del BCE de comprar bonos de soberanos afectados de la eurozona. Pero, según Irwin, la idea se le ocurrió al antiguo presidente del Bundesbank, actualmente presidente del banco suizo UBS, en una reunión del consejo de administración del banco central en mayo de 2011 en Lisboa. Weber apaciguó la idea al día siguiente. Camino a casa, disparó un e-mail en que explicaba su media vuelta en vano a sus colegas encargados de formular políticas.
Irwin afirma que los tres directivos de bancos centrales encajan en el molde de superhéroes, si bien en distinta medida (Mervyn es el más criticado por no haber actuado suficientemente rápido al inicio de la crisis). A Bernanke, en particular, se lo describe con elogios.
Como sea, las medidas extremas adoptadas por los bancos centrales trajeron aparejadas reprimendas severas. De los tres, al presidente de la FED le tocaron las críticas mas duras, lógicamente de la rama derecha del partido republicano, que lo ve más como un archivillano que un salvador.
Irwin da poca importancia a la mayoría de estos ataques. Describe al antiguo congresista Ron Paul, autor de End the Fed, como un loco del mercado libre con inclinación por teorías de conspiración, en referencia a una audiencia del Comité de la Cámara de Servicios Financieros en la que Paul sugirió que el banco central de Estados Unidos estuvo involucrado tanto en el robo del Watergate como en la financiación de Saddam Hussein en la dédada de 1980. La ex candidata a presidente Sarah Palin es víctima de bromas similares.
Sin embargo, críticas más válidas de los actos de los bancos centrales se hicieron oír en diferentes lugares últimamente. El Fondo Monetario Internacional se unió al BIS a la hora de advertir el riesgo de que los actos de los bancos centrales pueden generar burbujas de crédito. Y Draghi y Mervyn, entre otros, reconocieron esto.
Los banqueros centrales han sido valientes. En Japón, Haruhiko Kuroda implementó tácticas de impacto con efectos devastadores prometiendo duplicar la base monetaria para fines del año próximo. Pero sus balances siguen inflados (el de la FED alcanza los u$s 3,25 trillones) y sus actos siguen siguen poniendo en riesgo los mercados financieros y las economías que deben gestionar o su reputación e independencia de los políticos. En última instancia, su credibilidad dependerá de si logran ajustar las políticas sin contratiempos.
Los alquimistas lograron hacer un truco todopoderoso. Su agresividad e innovación ayudaron a eludir otra Gran Depresión. Debe felicitárselos por eso. Pero si el mundo comienza a creer que la impresión de dinero es una estafa absoluta, puede ser que la historia los juzgue con mano mucho más dura que Irwin.
EL CRONISTA