26 May La presidenta llamó a “empoderar” al pueblo para defender las conquistas
Por Martín Piqué
Una década ganada, y también un acto ganador que batió records de convocatoria y congregó a la multitud más numerosa que haya reunido el kirchnerismo, sólo superada por el fenómeno irrepetible del Bicentenario. La fórmula perfecta acompañó ayer la celebración por los diez años del proyecto político de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que aprovechó el 203° aniversario de la Revolución de Mayo para hacer un balance de las medidas económicas y sociales tomadas desde 2003. Con el protagonismo central de la presidenta, la jornada se convirtió en un espacio de reflexión colectiva sobre los conflictos desencadenados por las transformaciones de la última década. Sin embargo, y contra todos los pronósticos, Cristina dedicó buena parte de su discurso a hablar sobre el futuro, y sobre los riesgos que trae consigo la incertidumbre, tras insistir con la frase: “No soy eterna, y tampoco lo quiero ser.”
La mandataria advirtió a los cientos de miles de personas que la escuchaban sobre el significado profundo del pronóstico de “fin de ciclo” tan caro a los medios hegemónicos y la oposición política. Para la presidenta, al establishment no le interesa sólo un cambio de gobierno en 2015 sino forzar un retroceso en los avances de la década. “Si no se organizan, si no cuidan lo que es de ustedes, van a venir otra vez por ustedes, como han hecho en toda nuestra historia. Por eso necesitamos empoderarnos nosotros mismos, y organizarnos para defender esas conquistas y esos derechos”, exhortó Cristina desde un palco en el que su figura vestida de negro se reproducía en decenas de pantallas gigantes desplegadas a lo largo de la Plaza y calles aledañas. “Hay algo que me desvela, que me obsesiona. Y es que los argentinos se organicen para defender todo lo que hemos logrado en estos años felices. Por eso, el otro día, cuando anunciaba esas medidas (por los aumentos en la AUH, en las pensiones y en los topes para la asignación familiar), decía que teníamos que organizar a la sociedad para cuidar el bolsillo de los trabajadores”, subrayó luego. Se refería al lanzamiento del control social para supervisar el acuerdo de precios de 500 productos de consumo masivo, la campaña “Mirar para cuidar”. El tema le dio pie para advertir que “los precios los fijan los empresarios y los grandes monopolios, no el Estado ni los gobiernos”.
El discurso presidencial coronó un día ideal para los objetivos del oficialismo. Una tarde de sol, fría pero amigable, y cientos de miles de personas en las calles del centro de la ciudad. Para todas las agrupaciones del kirchnerismo, desde las más grandes a las más nuevas, lo de ayer fue un importante salto cuantitativo en capacidad de movilización. A las 20, media hora después de que Cristina terminara de hablar, los presentadores Federica Pais y Martín Jáuregui estimaban en 700 mil el número de personas que se había dado cita entre la Casa Rosada, la Avenida 9 de julio y las diagonales Norte y Sur. Dos de las organizaciones más fuertes del kirchnerismo, el Movimiento Evita y La Cámpora, aseguraban haber movilizado como nunca antes. Las postales de ambas agrupaciones marchando mostraron, cada una por su lado y en distintos lugares del centro, columnas muy nutridas que parecían no tener fin. El resto de las organizaciones –con Kolina en un espacio visible, casi sobre la Rosada– experimentó un crecimiento que ayer hacía sonreír a los dirigentes (ver pág. 4).
Sobre el escenario, cuando terminó la ceremonia del tradicional besamanos (en el que las delegaciones extranjeras saludan al jefe de Estado por el 25 de Mayo), se delineó una escena de mucho poder institucional. Sentados en primera fila se pudo ver a los gobernadores Maurice Closs (Misiones), Martín Buzzi (Chubut), Daniel Scioli (Buenos Aires), Jorge Sapag (Neuquén), José Alperovich (Tucumán), Francisco “Paco” Pérez (Mendoza), Sergio “Pato” Urribarri (Entre Ríos) y Gildo Insfrán (Formosa). También estuvieron el sanjuanino José Luis Gioja, el jujeño Eduardo Fellner, el salteño Juan Manuel Urtubey y el pampeano Oscar Jorge. Un paneo de la televisión pública permitió descubrir entre ellos a Máximo Kirchner, el hijo de la presidenta.
Delante de ellos se sentaron Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, con sus pañuelos blancos y ponchos que las abrigaban del frío. En ese sector del palco se ubicó además todo el Gabinete, con el vice Amado Boudou, la presidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés, y la ministra Alicia
Kirchner al frente. En el espacio para los invitados VIP había, también, actores como Andrea del Boca y Juan Leyrado, gremialistas como Gerardo Martínez y Hugo Yasky, músicos como Ignacio Copani y Javier Calamaro.
La jornada había comenzado con un desfile de artistas, con Fito Páez y los jóvenes venezolanos de la Orquesta Simón Bolívar, como primer gran momento de la tarde. Luego llegó el cubano Silvio Rodríguez, quien con su clásica parquedad se sentó en el taburete de trovador y cantó con su guitarra inconfundible para saludar apenas con un “¡Viva Argentina!”. El suspenso comenzó a crecer hasta que se hicieron las 18 y la locutora presidencial anunció la llegada de Cristina. La mandataria apareció en el escenario mientras sonaba la canción “Rezo por vos”, compuesta por Charly García, y explotaba la primera andanada de fuegos artificiales. Después sonó el himno nacional en una versión de la banda del Chango Spasiuk y La Bomba de Tiempo haciendo retumbar los tambores. Mientras la multitud entonaba la canción patria, una inmensa grúa transportaba por el cielo a una mujer vestida de celeste y blanco que hacía flamear una bandera argentina.
La presidenta comenzó su discurso con una defensa de las visiones “ni anodinas ni asépticas” de la historia argentina. Recordó el rol de French, Beruti y Monteagudo, a quienes sus contemporáneos acusaron de ser “ultras” y “jacobinos”, y destinó un párrafo al carácter revulsivo que tuvieron las revoluciones y los procesos de transformación del país. Rememoró el episodio de las famosas escarapelas, que lejos de la visión Billiken de la historia, consistió en realidad en el establecimiento de un mecanismo de selección para ganar de mano la votación del Cabildo Abierto. El recorrido por la historia giró luego hacia el siglo XX, del que Cristina destacó sobre todo el surgimiento del movimiento fundado por Juan Perón y Eva Duarte. “Un hombre y una mujer les enseñaron a los argentinos que donde hay una necesidad, existe un derecho. Incorporaron a los trabajadores a la vida política de la Argentina. Y por supuesto que también afectaron intereses, porque antes de Perón a la gente se le pagaban monedas, no tenían vacaciones ni aguinaldo”, remarcó.
Tras mencionar los amores y odios que generó el peronismo en su primera etapa, Cristina comparó aquella época con la actual. Dijo que ella es la presidenta más “descalificada, injuriada y agraviada” desde Perón y Evita. Luego hizo dos pedidos desde el atril: uno para quienes la apoyan, muchos de ellos presentes en la Plaza, otro para los que no están de acuerdo con las políticas oficiales y que ayer siguieron el acto por cadena nacional. A los que simpatizan con el oficialismo los instó a responder a las agresiones y descalificaciones “con gestión, sacrificio y militancia”. “No van a escuchar en mí una sola palabra de ofensa. Sí de ideas, de debate, de política. Necesitamos ser más inteligentes, porque el odio nubla las mentes. Y nosotros necesitamos pensar en todo lo que nos falta hacer”, fue el mensaje para los propios. A quienes no comulgan con el kirchnerismo, les recordó la “libertad de expresión sin precedentes”, les pidió que se opongan pero “con respeto” y que contribuyan a crear “un clima en el que las ideas se debatan con altura”.
En los párrafos más fuertes de su discurso, que duró más de 45 minutos, la jefa de Estado ratificó que ella no es “eterna” y que tampoco pretende serlo, y se definió a sí misma como “una herramienta del pueblo” para defender los logros alcanzados. Luego convocó a los argentinos a la unidad pero con Memoria, Verdad y Justicia (en una velada respuesta al gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota) y les pidió a todos, pero sobre todo a la clase media, “ser inteligentes” para defender el crecimiento económico, “incipiente, pero crecimiento al fin” que están mostrando los indicadores de 2013. “Esta Plaza no es una Plaza del ayer ni de hoy. Es una Plaza de futuro, de porvenir y de sueños. Mal que les pese esta es una década ganada. Pero no por un gobierno, sino ganada por el pueblo”, subrayó luego, para dejar en claro que hará todo lo posible para impedir un retroceso. «
TIEMPO ARGENTINO