Errores en un célebre estudio económico ponen en jaque los ajustes para reducir el nivel de la deuda

Errores en un célebre estudio económico ponen en jaque los ajustes para reducir el nivel de la deuda

Martín Burbridge
Los economistas saben que para refutar un modelo económico, lo mejor es revisar los supuestos sobre los que se construyó, porque es ahí donde generalmente se hallan las ‘patas flojas’ de lo que se quiere demostrar. En general, los cálculos matemáticos que explican el modelo están bien formulados y se sostienen de manera sólida. Por eso llama la atención cuando un modelo está ‘flojo de papeles‘ no sólo en sus supuestos, sino también en sus fórmulas matemáticas y en los datos estadísticos relevados para probar los resultados. Y más si este modelo fue empleado con bastante éxito para justificar políticas públicas en distintas partes del mundo.
Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff son dos prestigiosos economistas de la Universidad de Harvard y ex funcionarios del FMI que acaban de sentir lo que es ser descubiertos haciendo trampa, luego de haber sido elevados a lo más alto del firmamento académico por un trabajo publicado en 2010, que sirvió como marco teórico para fundamentar todos los planes de ajuste que se han venido aplicando en el mundo desarrollado desde el inicio de la crisis subprime.
Su trabajo se tituló “Crecimiento en período de endeudamiento” (‘Growth in a Time of Debt‘) y si bien ya eran conocidos antes de su publicación, esta investigación los convirtió en verdaderas celebridades, desde el punto de vista académico. En base a datos relevados en distintos países entre 1946 y 2009, Reinhart y Rogoff (RR, como se los conoce) demostraron que el crecimiento económico se estancaba en países donde el nivel de endeudamiento superaba el 90% del PIB. El trabajo tomó tres niveles de deuda para analizar sus efectos: 30%, 60% y 90%. Los resultados a los que llegaron en la serie de tiempo analizada dio que por debajo del 30%, el crecimiento promedio había sido del 4,1%; entre 30% y 60% y entre 60% y 90% los países habían crecido al 2,8%; y para los que superaban el 90%, la tasa de crecimiento se volvía negativa: -0,1%. Las conclusiones de RR eran evidentes: los países debían evitar endeudarse en niveles por encima del 90% del producto porque perjudicaba al crecimiento de sus economías, recomendando la aplicación de políticas contractivas para disminuir la deuda.
En momentos es que el mundo desarrollado navegaba en aguas turbulentas y trataba de reducir sus déficits fiscales y su nivel de deuda, la investigación de RR cayó como un anillo al dedo para justificar los planes de ajuste que se venían. “Es bien sabido, basado en investigación confiable, que cuando el nivel de deuda pública supera el 90%, se tiende a generar una dinámica económica negativa, que se traduce en un bajo crecimiento por muchos años”, afirmó en su momento el Comisario Europeo Olli Rehn. Respaldo que también contó con el del secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner: “Es un excelente estudio, aunque en cierta forma subestima los riesgos”, afirmó el funcionario. Incluso el candidato a vicepresidente por el Partido Republicano, Paul Ryan (y miembro activo del movimiento conservador ‘Tea Party’), aprovechó el estudio de RR para atacar, durante la campaña presidencial del año pasado, la política procíclica del gobierno de Barack Obama y afirmar que el excesivo endeudamiento destruiría la economía de EE.UU.

Descubierto por casualidad
Un trabajo como el de RR, que tuvo el mérito de convertir al 90% en un número mágico que muchos gobiernos, defensores de la austeridad, defendieron como si fuera la línea roja que no se debía cruzar, y que fundamentó los planes de ajuste aplicados en países como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, resultó tener errores metodológicos severos que fueron descubiertos por casualidad.
Cuando Robert Pollin, profesor de Economía de la Universidad de Massachussets en Amherst, le pidió a su alumno Thomas Herndon que replicara el estudio de RR, se encontró con que el estudiante no podía obtener los mismos resultados. Revisando sus cálculos, ambos se dieron cuenta de los errores del trabajo inicial. Y junto con su colega Michael Ash, demostraron que la investigación de RR había ‘ignorado’ (por conveniencia) algunos datos de cinco países (Australia, Austria, Canadá, Dinamarca y Bélgica), que el método de ponderación empleado era discutible y, más grave aún, que la fórmula matemática contenía errores.
Cuando replicaron el estudio, los países con un nivel de deuda superior al 90% arrojaron una tasa de crecimiento del 2,2%, lo que llevó a Pollin, Ash y Herndon a recomendar que se revisaran los programas de ajuste en Europa y EEUU porque el sostén teórico estaba errado. “Sin duda, muchos ignoraban el origen de este porcentaje, pero todos estaban convencidos que, si superaban el 90%, se caían por el precipicio”, afirmó Pollin en una entrevista. La polémica no quedó ahí, puesto que Rogoff, uno de los acusados, salió a contestar la semana pasada la inculpación: “Si bien algunos de los datos pudieron tener errores, las conclusiones son correctas”. Como era de esperarse, las críticas están lloviendo sobre ambos economistas, acusados por la destrucción de millones de puestos de trabajo en todo el mundo. En realidad, si bien no se puede confirmar lo contrario (que el excesivo endeudamiento no termina generando una crisis económica), las relaciones de causa-efecto no están tan claras. Pero lo que sí queda claro es el grave error en que caen los gobiernos cuando utilizan la investigación económica como justificación exclusiva de sus políticas públicas.
EL CRONISTA