El libro póstumo de Fogwill que convierte los sueños en literatura

El libro póstumo de Fogwill que convierte los sueños en literatura

Por Mónica López Ocón
Puertos y bahías que se secan, ríos que se secan, y bancos y restos de naufragios que afloran en las grandes bajamares componen un subgénero de los sueños de mar.
En los sueños de mar nunca falta el viento, y si hay calma, los veleros avanzan igual, como impulsados por la corriente de aire que crean con su movimiento. La falta de agua, que es más frecuente, es siempre una señal de terror y evoca el miedo de varar, algo que pocos conocen tan bien como los que navegaron el Río de la Plata”, dice Fogwill en La gran ventana de los sueños. Citas de mis diarios de sueños, un libro póstumo que había permanecido inédito y que se presentó ayer en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
La editorial que lo publicó es Alfaguara que de este modo da el primer paso para la edición de toda la obra narrativa del escritor. Un detalle de la edición rescata la impronta de “diario de sueños” que figura en el subtítulo del libro. Este se abre y se cierra con la reproducción facsimilar de una página manuscrita de Fogwill en la que se percibe su letra apurada por derrotar la evanescencia del sueño y dejarlo fijado sobre la página.
Poco antes de morir, según se reconstruye a partir de los agradecimientos que figuran en el libro, Fogwill les había entregado a Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, integrantes del grupo de artistas argentinos Mondongo, el manuscrito original del libro. Impreso y encuadernado, ellos lo entregaron a su familia. La existencia de este texto constituyó una sorpresa para la familia que se encargó de rastrearlo en la computadora del escritor. Descubierto el archivo electrónico, el texto fue leído por los editores Damián Ríos e Ignacio Echevarría quienes consideraron que, en efecto, se trataba de un texto cerrado que Fogwill había dejado listo para publicar, con dedicatoria incluida. Dicha dedicatoria dice textualmente: “Para David Rosenfeld, Teresa Charpy, Mario Fuks y Jorge Palant, que desordenaron mis sueños de 1963 a 1981.” En la presentación del Malba uno de los oradores fue, precisamente, Palant que habló de su vínculo con Fogwill a partir del psicoanálisis, mientras que Fabián Casas y Guillermo Saavedra, ambos escritores, poetas y críticos, se refirieron a lo específicamente literario. Por su parte, Adrián Dárgelos, líder de Babasónicos y autor de la banda de sonido de la película Las mantenidas sin sueños (2007) de Vera Fogwill y Martín Desalvo, abordó la relación entre el escritor y la música. Posiblemente fue la intensidad de este vínculo la que le hizo observar a Fogwill: “La música es la única de las artes que no parece manifestarse en los sueños.”
Como a Freud, a Fogwill le interesaban las producciones oníricas que salen de esa fábrica oculta donde el inconsciente se manifiesta en lenguaje cifrado. Pero, a diferencia de él, al autor de Los Pichiciegos los sueños parecen importarle más como género literario que como elaboración de conflictos o realización de deseos. Son quizás una suerte de materia prima literaria que pasará luego por el tamiz de su escritura.Bajo el título “Nota Final” se consigna: “Durante muchos años y hasta el final de su vida Fogwill anotó brevemente lo que soñaba cada en cuadernos de apuntes. A veces sus sueños aparecían mezclados con otro tipo de anotaciones personales y otras en cuadernos o libretas que reservaba exclusivamente para ese fin. Se trataba de apuntes muy sucintos que sirvieron de base a textos que aparecen en este libro, pero ni todos los apuntes se convirtieron en sueños narrados ni todos estos tienen una correspondencia en las notas que se han podido encontrar (…).No sabemos con precisión cuándo Fogwill emprendió la escritura de este libro, cuándo comenzó a “citar” su diario para convertir sus sueños en una obra.” Posiblemente el autor siempre sospechó que las imágenes, voces y argumentos que producía con los ojos cerrados podían ser un buen material para trabajar con los ojos bien abiertos, pero hubo un momento preciso en que tomó la decisión de que aquel material en bruto se convirtiera en literatura. A juzgar por la frase que encabeza el libro fue el paso del tiempo y la conciencia cada vez más intensa de la finitud lo que lo impulsó a realizar la gran transformación del apunte a la obra: “Ser viejo –dice– es haber empezado a respetar los sueños.”
“Testigos de Jehová”, “La prótesis”, “El cementerio Fuentes”, “Nombres y cosas”, “La decepción”, “Línea de producción” son algunos de los títulos bajo los que despliega observaciones, reflexiones generales, pequeñas filosofías de lo onírico y también de lo real, con una prosa afilada, medida y siempre sustanciosa que por momentos roza lo poético.
Bajo el título “Desaire” consigna su sueño con el presidente de la República que, a pesar de haberlo convocado telefónicamente a través de su secretaria, lo confunde con otro escritor. El presidente se llama Kirchner y se desvanece tras una puerta. También para soñar la política, Fogwill parece adoptar un punto de vista excéntrico, como el que utilizó para narrar Malvinas a través de los soldados desertores de Los Pichiciegos.
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