Campeón por paliza

Campeón por paliza

El Antonio Rotili desborda. Están ahí, todos, en el centro de la cancha, en casa ajena. Regatas es el nuevo campeón de la Liga Nacional. Y lo disfrutan: los jugadores se abrazan, grita, salta, excitados, desordenados. Es el festejo de los correntinos, es la tristeza del local, de Lanús, que soñó con lo que hoy ya es pasado. Es el primer título de la Liga en la historia Regatas, es un campeón que lo mereció. El 4-0 con el que los correntinos cerraron la serie no dejó margen para la duda (sólo dos veces una final terminó con barrida de 4-0).
“Lo deseábamos desde el 23 de julio”, decía el joven técnico campeón Nicolás Casalánguida (de 34 años) sobre el título antes de salir a jugar el cuarto juego, antes de mostrar la seguridad y la tranquilidad de un experimentado. El 69-65 quedará guardado para la historia, para su historia en la temporada la que lograron además el Súper 8 y la Liga Sudamericana. Ese abrazo del final fue el selló de un equipo que ganó la final de comienzo a fin.
En parte porque supieron jugarla; con comodidad, con mayor fluidez, dándole el tiro a Lanús porque sabía que ahí no eran fuertes (el sector ofensivo fue el gran déficit del Granate), que ahí la impaciencia y las limitaciones iban a pesar. Los correntinos impusieron el ritmo desde arranque con el paraguayo Javier Martínez, el base que manejó el juego (sumó 15 puntos en total, 4/7 en tiros de cancha en el primer tiempo) y llenó rápido de faltas a los rivales. También erraron bastante: de 21 libres embocaron 11, si hubieran estado más afilados la ventaja hubiera sentenciado la victoria demasiado temprano. Federico Kammerichs (13 rebotes en total) la volcaba, sumaba 10 puntos y, regulando, a Regates le alcanzaba. El local, por su parte, era una marea de dudas, Nicolás Laprovittola –como en toda la serie– seguía sin marcar la diferencia y Adrián Boccia no podía solo (terminó con 19 puntos). Lanús se equivocaba, perdía confianza y peleaba siempre desde atrás. Fue 36-28 para Regatas en el primer tiempo.
Lo que sorprendía era que Regatas lideraba sin su mejor arma: Paolo Quinteros (elegido MVP de la serie) no entraba en juego y en el tercer tiempo tampoco embocaba (tenía sólo 4 puntos y 1/8 de cancha). El local en cambio se despertó en el tercero: Leonel Schattmann animaba la levantada con sus triples y su equipo estuvo arriba por uno. Pero volvió Martínez, y con la ayuda de Dartona Washam y Nicolás Romano se levantó para ponerse arriba por seis. Ya en el cuarto (estaban 50-48 en el arranque para Regatas) Kammerichs (15 puntos y 13 rebotes) llegó a las cinco faltas y se fue. Parejito, seguían sin sacarse ventaja, faltando 4 minutos apareció Quinteros con un doble sobre la chicharra para ponerse 61-56 pero todo seguía abierto. Estando a 1.57 Laprovittola tuvo dos libres para empatar el partido y los erró. Parecía, entonces, que Regatas tenía todo cantado para gritar campeón. Boccia metió un libre de dos (65-67) y Quinteros lo selló, con dos libres, para el 69-65 final, para la alegría, para la locura, para que Regatas grite por primera vez, merecidamente, emotivamente, que es campeón. Un gran, enorme campeón.
EL GRAFICO