Revelación: La Gioconda y la Mona Lisa son hijas de distintos padres

Revelación: La Gioconda y la Mona Lisa son hijas de distintos padres

La Gioconda y la Mona Lisa no son la misma cosa. Es más: son hijas de padres distintos. No se trata de una comedia de enredos ni de una telenovela de la tarde. Por el contrario, son dos revelaciones que se investigan en La otra Gioconda. El reflejo de un mito. Este libro –que acaba de ser editado en España por Debate y se consigue en nuestro país en formato e-book- fue escrito por Peio Riaño. Este historiador del arte y periodista español comenzó su investigación luego de que en febrero del año pasado el Museo del Prado confirmara que allí existía una obra muy similar a la pintada por Leonardo da Vinci, a tal punto que en un primero momento, se pensó que era obra suya. El libro se compone de un conjunto de reportajes que van hilvanando el trabajo de conservadores y restauradores luego de que se descubriera que el mítico retrato colgado en el Louvre tenía un hermano escondido en los depósitos de un museo español.
La historia comenzó en 2010, cuando el Museo del Prado confirmaba la existencia de la copia de La Gioconda más temprana conocida hasta el momento y uno de los testimonios más significativos de los procedimientos del taller de Leonardo. La obra, según distintas versiones, estuvo en los depósitos de la pinacoteca española entre 2005 y 2009. Una restauradora que trabaja allí, Ana González Mozo, se interesó por ese material, que hasta entonces estaba considerado una copia menor del original. El trabajo de González Mozo revelaría que, en realidad, La Gioconda y Mona Lisa salieron del mismo taller y fueron pintadas casi en simultáneo.
El libro de Riaño revela más detalles. “Mona Lisa es el encargo que el comerciante florentino Francesco di Bartolomeo del Giocondo hizo a Leonardo para que retratase a su mujer, Lisa Gherardini. Leonardo traspasó el encargo a un discípulo porque él se especializaba en pintar personajes de la corte. La Gioconda es ese ideal sin cejas y con sonrisa inquietante que pintó el maestro florentino. Y no está inspirado en ninguna mujer que haya existido”, distinguió el escritor en entrevistas con medios españoles. O sea, La Gioconda que aparece en la pinacoteca española es en realidad la Mona Lisa. “Son dos pinturas. Una fue una mujer real y la otra, una invención”, dijo Riaño.
El escritor reconoció que el fenómeno de La Gioconda en general despierta la expectativa del mundo “porque está lleno de secretos y de enigmas justamente para la falta de información que dejó Leonardo”. “La obra que está en España fue pintada por uno de los discípulos de segunda generación que tuvo Leonardo. Es decir, artesanos cuya mano tenía un carácter menos personal, que se adaptaban mejor a los requerimientos de su maestro”, continuó Riaño en otra entrevista, según releva un cable de DyN.
Riaño se encargó de explicar por qué estas dos obras, a pesar de su parecido, no fueron pintadas por la misma mano. “Todos los estudios que se realizaron dejan en claro que se trata de autores diferentes y de retratadas distintas. Leonardo estaba haciendo unos bocetos pensando en una mujer que no era Gherardini. El discípulo aprovechó algunos de esos cartones donde estaba el prototipo que estaba creando su maestro”, indicó. Es decir, el muchacho “aprovechó” algunas de las líneas bocetadas por Leonardo para completar el encargo destinado al comerciante florentino.
En el libro se pueden rastrear algunos datos aún más específicos. Por ejemplo, comprender que estas pinturas –hechas a comienzos del siglo XVI– eran propias de un época donde el arte no era necesariamente una profesión de culto sino un oficio artesanal sin ningún status especial, similar al de cualquier obrero. De allí que Leonardo tuviera un taller con discípulos: entre todos cumplían con encargos de burgueses y cortesanos porque, eso sí, las clases altas eran las únicas que podían comprar obras. A esto se le suma que tampoco se consideraba que una obra debiera llevar siempre la firma de su autor, justamente porque era una mercancía más.
Sin embargo, Leonardo cuidaba su negocio. “Hay cosas que a sus alumnos no les enseñaba; por ejemplo su famosa técnica de sfumato, tan característica suya, que marcó todo el Renacimiento y, obviamente, también el retrato con la sonrisa de la mujer enigmática”. En ese sentido, puntualizó Riaño, su hermana española es mucho menos sofisticada e inclusive presenta problemas de perspectiva, algo que Leonardo manejaba a la perfección. El escritor especula en que si el italiano se guardaba estos conocimientos para sí, era para marcar una diferencia al momento de vender sus propias pinturas.
El hallazgo en el Museo del Prado ayuda a echar luz sobre la obra que sigue colgada en el Louvre. Esta última, observó Riaño, “no ha sido restaurada y el barniz roto y agrietado y la suciedad impiden ver la verdadera obra del pintor renacentista”. Riaño afirma que el paciente trabajo de restauración español “a contrapelo de un gobierno que no invierte en cultura” permite saber que en realidad Leonardo trabajaba con colores vivos y que es probable que haya partes de un paisaje original en la obra del Louvre, perdidos por la suciedad. También deslizó que, en definitiva, el Louvre está haciendo su propio negocio al mantener un halo de misterio sobre esa obra que a pesar de su pequeña tamaño –mide 77 centímetros por 53– atrae a millones de turistas de todo el mundo que cada día visitan el museo francés.
TIEMPO ARGENTINO