Máxima, la reina que llegó del fin del mundo

Máxima, la reina que llegó del fin del mundo

La ceremonia fue en Ámsterdam y tuvo réplicas por toda Holanda. Hoy, el príncipe Guillermo de Holanda se convertió en rey y la princesa Máxima en reina. Desde el mismo momento en que la reina Beatriz firmó la abdicación en el Palacio Real a las diez de la mañana, hubo nuevos soberanos.
Luego fue la proclamación (la tradición no habla de coronación) del rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos.
Beatriz tuvo ayer, en su cena de despedida, amables palabras para su sucesora, de quien dijo: “Que la afable Máxima, con su gran corazón y su sentimiento puro para las relaciones personales, pueda desempeñar un papel especial (con Guillermo Alejandro como rey). Todos nosotros lo vivimos como una bendición”.
Desde que el 30 de abril de 1980 la reina Juliana abdicó en su hija Beatriz, la monarquía neerlandesa comenzó una escalada de popularidad, que llega hoy a su pináculo con la llegada al trono del primer heredero varón en casi 100 años.
La ciudad de Ámsterdam ha sido en estos días el epicentro de la llegada de una treintena de príncipes y princesas, como los Príncipes de Asturias, Felipe y Matilde de Bélgica, Federico y Mary de Dinamarca, Guillermo y Stéphanie de Luxemburgo, Haakon y Mette-Marit de Noruega, Carlos y Camilla del Reino Unido y Victoria y Daniel de Suecia. También están presentes los príncipes Naruhito y Masako de Japón, en el que será el primer viaje oficial de la princesa en once años. Llegarán allí otros 2.000 invitados al evento.
Luego, la Casa Real holandesa ofrecerá dos días de celebraciones.
Respecto a su heredero, Beatriz de Holanda ha resaltado que “está bien preparado en todos los aspectos. Durante la ceremonia de investidura en la Nieuwe Kerk de Amsterdam, el rey Guillermo-Alejandro aceptará lo esencial de este puesto: actuar sin tener en cuenta las preferencias y mantenerse por encima de los partidos y los grupos de interés”.

Monarquía con aceptación
Las calles de la ciudad, vestidas de naranja, abundan de españoles y latinos, especialmente de argentinos que no quieren perderse el evento de repercusión mundial.
Pero no sólo ellos. También los holandeses se muestran felices por las buenas nuevas. Cerca del 80% de la población del país dice que aprueba que siga exista la Casa de Orange. Es que la crisis económica y los problemas políticos que afectan a ese país no sólo no afectaron el buen nombre de la la Corona, sino que produjo que se sumen adhesiones. Una realeza de probado gesto democrático, con muchas muestras de sobriedad y poco fasto generó en el pueblo holandés un afecto especial. Y mucho más con la nueva reina, quien desde un principio se “compró” el corazón de los holandeses por su simpatía y simpleza.
Como reina, las funciones de Máxima se limitarán a asuntos protocolares, como acompañar a su esposo en actos oficiales, ocuparse de las obras de caridad de la Casa de Orange y criar a la pequeña Amalia, la heredera del trono. Si se produjera una separación o divorcio, perderá el título y sus hijas quedarán al cuidado del padre.
A partir de hoy, Máxima nunca más será llamada por su nombre sino por la frase “Su majestad”. Ni bien se conviertan en reyes, Máxima y Guillermo saludarán desde el balcón del Palacio Real.
EL CRONISTA