11 Apr La guerra de las fotos retro enfrenta a Twitter e Instagram
Por Guillermo Tomoyose
Un filtro de fotos fue, a simple vista, el distanciamiento entre dos servicios que parecían haber sido creados el uno para el otro: Twitter e Instagram, que decidieron seguir cada uno su propio camino. ¿Hubo un tercero en discordia? Sí, ese fue Facebook, el gigante de las redes sociales, que, gracias a su billetera, se había quedado con el servicio de las instantáneas y estaba marcándole el paso según su conveniencia. Lógico, hay que admitir.
Pero Twitter no se quedó de brazos cruzados y, en respuesta, decidió lanzar sus propios filtros de imágenes para las aplicaciones oficiales de iPhone y Android, dando así por terminada esta simbiosis idílica que permitía a los usuarios compartir sus retratos desde sus teléfonos inteligentes usando Twitter e Instagram. Ya no más. Ahora las instantáneas aparecen como un link que hay que abrir en otra aplicación. Para el usuario intensivo es casi insultante.
“Continuaremos evaluando cómo mejorar la experiencia con Twitter e Instagram”, dijo Kevin Systrom, cofundador de Instagram, durante la conferencia LeWeb, que se realizó esta semana en París.
Esta historia de telenovela, pero que responde a las reglas del competitivo mundo tecnológico, terminó por definirse tras la decisión de Instagram de retirar la previsualización de las fotos dentro de Twitter. Fundado por Kevin Systrom y Mike Krieger, Instagram debutó en los teléfonos de Apple en octubre de 2010, y durante sus dos años de trayectoria supo ganarse la predilección de ese selecto grupo de usuarios, que luego amplió con la llegada de una versión para los teléfonos con Android en abril de este año.
Lo que vino después fue vertiginoso: a los pocos días de su llegada a los móviles con el sistema operativo de Google confirmó que fue adquirida por Facebook en 1000 millones de dólares. Al momento, la aplicación cuenta con más de 30 millones de usuarios que publican 5 millones de imágenes por día, y busca de esta forma hacer pie fuera del mundo móvil para difundir los flamantes perfiles Web de la plataforma. Presentados el mes pasado, ésta fue la primera jugada de una integración de los contenidos generados hacia los dominios de la gran red social. De hecho, el diseño de los perfiles Web de Instagram va en línea con Timeline, las biografías que estrenó este año la compañía cofundada por Mark Zuckerberg.
Este incipiente y previsible proceso se revela, a simple vista, como ideal para la relación de la nueva pareja. Instagram supo crear su propia comunidad de aficionados a las fotografías digitales con aire retro en el mundo móvil, y comparte con Facebook un sistema de comentarios y calificación, ideal para la gran red social de los 1000 millones de usuarios que lucha por trasladar su dominio en la Web a las tabletas y los teléfonos inteligentes.
No es el primer caso en donde Twitter busca centralizar los servicios ofrecidos por terceros que van más allá de sus publicaciones en 140 caracteres. En junio de 2011 la compañía presentó su propio servicio de publicación de fotografías, y unos meses antes adquirió Tweetdeck, un programa muy popular entre los usuarios más intensivos de la plataforma y donde se puede administrar varias cuentas.
Alejados de las tareas diarias en Twitter, y abocados a los proyectos que generan desde Obvious, el emprendimiento que llevan de forma conjunta tanto Evan Williams como Biz Stone, aún utilizan sin rencor alguno las funciones de Instagram. Por su parte, otro de los cofundadores, Jack Dorsey, fue uno de los encargados en anticipar en un tuit (http://t.co/RLtJBVpA) uno de los filtros oficiales que la compañía había desarrollado, poco antes del anuncio oficial.
Involucrado en las tareas diarias de Twitter mientras divide sus tiempos de trabajo entre su emprendimiento de pagos electrónicos Square, Dorsey expresa a la perfección el alejamiento con Instagram. Su perfil oficial (http://instagram.com/jack) se encuentra sin actualización alguna desde el 9 de abril, el mismo día en que Mark Zuckerberg anunció de forma oficial la compra de la aplicación.
LA NACION