01 Apr “Hitchcock creó su propio mercado”
Por Nicolás Peralta
Basada en el libro de Stephen Rebello, Alfred Hitchcock and the Making of Psycho (Cómo se hizo Psicosis), se estrenó en Argentina la película Hitchcock, que muestra un periodo de la vida del gran director donde buscó adaptar una controversial novela de asesinatos del escritor norteamericano Robert Bloch, para disgusto del estudio Paramount. Enfrentándose al cinismo y a la hostilidad de los administrativos de la industria, Sir Alfred Hitchcock arriesgó su reputación para lograr lo que finalmente resultó un éxito espectacular, que incluye la escena emblemática del asesinato en la ducha que convirtió a Psicosis y a su música en una marca registrada. Fue crucial para crear ese efecto, trasnformando esa imagen en un ícono, la ayuda de su esposa, la escritora Alma Reville, quien aportaba ideas en todas sus películas. El papel para Hitchcock no era fácil, tenían que encontrar a una actriz con la capacidad interpretativa a la altura: y lo lograron con la genial Helen Mirren.
La actriz ganadora del Oscar (como Elizabeth II en el drama dirigido por Stephen Frears La Reina, del 2006) tiene una rica y variada carrera a lo largo de cinco décadas y no da señales que indiquen su detenimiento. En Hitchcock –dirigida por Sacha Gervasi– ella trabaja por primera vez con otra leyenda de la pantalla británica, Sir Anthony Hopkins quien, demostrando una vez más la calidad de su trabajo, interpreta al genial director.
–¿Cuál fue tu primera reacción cuando te convocaron para la película?
–Cuando me hablaron por primera vez acerca del film, me pareció interesante, pero no estaba segura que fuese a funcionar el guión. Luego Sacha (Gervasi, el director) se unió al proyecto, lo conocí y me di cuenta que había algo bueno en esto.
–¿En dónde empezás a crear el personaje de una mujer sobre la que conocemos tan poco?
–Uno tiene que encontrar la mayor cantidad de información que sea posible. Me encantan las investigaciones. No había mucho pero logré conocerla e imaginarla. Era una persona especial.
–La gente no sabe lo importante que fue Alma Reville para Hitchcock.
–Sí, le decía la verdad pero también era proactiva en la edición y en la creación del guión y de su escritura. Ella no era tan sólo la mujer que decía, “no, eso no funciona Alfred”, era absolutamente proactiva en la creación del trabajo fílmico. Sin privar a Hitchcock de ser el autor único de su obra, él mismo y muchas otras personas a veces decían: “Hay cuatro manos que elaboran una película de Hitchcock y dos de ellas son de Alma.”
–Ella era por derecho propio una fuerza creativa.
–Absolutamente. Es muy interesante. Alma creo que veía su colaboración como una sociedad, una verdadera sociedad, y conocía cuál era su papel dentro de esa unión. Ella sabía que parte del atractivo de la marca en sus películas era el mismo personaje de Hitchcock.
–¿Creés que todo esto es parte del mito de Hitchcock?
–Fue un genio marketinero. Él creó su propio mercado. Creo que por eso Alma estuvo muy feliz de no ocupar un primer plano; ella respetaba la marca. La marca les rendía muchos beneficios; vivieron una vida muy buena.
–Sorprendentemente, ésta es la primera vez que trabajás con con Anthony Hopkins. ¿Es cierto que lo conociste en ésta película?
–Nos habíamos visto en algunas reuniones, pero nunca tuvimos la oportunidad de trabajar juntos. En realidad, lo sentí como algo muy natural. Tony y yo pasamos mucho tiempo en Los Ángeles, somos respetuosos el uno con el otro y, desde luego, tenemos un gran amor por la industria fílmica estadounidense.
–¿Y fue una buena experiencia?
– Sí. Fue algo intimidante y siento que tardó mucho en llegar pues, obviamente, hemos sido actores durante más o menos el mismo tiempo y nunca habíamos logrado trabajar juntos. Siempre sentí que hubiéramos hecho una buena pareja en una obra o en una película así que finalmente tuve la oportunidad de trabajar con él. Es un actor realmente grandioso.
–¿Aun hay actores que te logran intimidar y poner nerviosa?
–Siempre estoy un poco intimidada por las grandes estrellas; pero son seres humanos ordinarios y uno se acostumbra a trabajar con alguien y termina relajándose. Los primeros días estuve terriblemente intimidada pero no sé si estuve así de nerviosa. En algunos proyectos, sí, estás muy nerviosa pues quizás pensás que va a ser un reto muy grande o no estás muy segura si tu actuación va a funcionar.
–Tenés una larga y exitosa carrera. ¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron?
–Bob Babalan, quien es actor y productor, me dio un increíble consejo acerca de la actuación en el cine. Estaba haciendo una película con él hace muchos años, llamada 2010, en los Estados Unidos (lanzada en 1984) y se acercó a hablarme cuando estaba sentada viendo a todos estos actores americanos quienes me parecían brillantes y tan naturales que no podía entender cómo lo lograban. Bob me dijo: “En la actuación en el cine tenés que dejarte ir. Es como disparar con un arco y flecha: desde el momento en que la flecha abandona el arco no la podés hacer regresar, va a ir a cualquier lugar en donde aterrice. No la podés hacer regresar. Uno la puede apuntar tanto como sea posible, pero en el momento en que parte ya no hay nada que hacer. Así que tan solo actúa como lo hacés en cada toma, en cada momento y dejalo ir. No vayas a tu casa en la noche pensando ‘¿y por qué no hice tal o cual cosa? Lo debería haber hecho así.’ Como uno tiende a hacerlo a veces cuando volvés a reensayar la escena y te reprochás por no haber hecho esto y aquello. Ese fue un consejo muy brillante y desde entonces traté de seguirlo al pie de la letra. Tan sólo lo hago; apunto. La toma es como soltar la flecha. Uno no puede controlar lo que piensa el público, especialmente después que se agrega la música, se hace la edición y todo lo demás porque esto transforma tu actuación en algo distinto. Uno puede pensar: ‘Espero que capten el hecho de que estoy enojada pero complacida en secreto’ o algo así, pero si captan algo distinto no hay nada que yo pueda hacer. Sólo lo tengo que dejar ir.”
TIEMPO ARGENTINO