Gran Bretaña evaluó abandonar las islas Malvinas en 1982

Gran Bretaña evaluó abandonar las islas Malvinas en 1982

El gobierno británico de Margaret Thatcher analizó abandonar las islas Malvinas luego del desembarco argentino de 1982 y ofrecerles a los isleños una indemnización si aceptaban marcharse de allí y reinstalarse, con ciudadanía plena, en otro lugar.
La posibilidad de abandonar las islas aparece consignada en los documentos secretos que desclasificó la Fundación Thatcher, en Londres y difundidos ayer por el diario británico The Guardian.
El eventual retiro de las Malvinas generó una fuerte discusión entre varios colaboradores de Thatcher antes de que las tropas argentinas avanzaran sobre las Malvinas, pero también se replanteó ya en plena guerra. Entonces, sin embargo, llegaron a la conclusión de que impulsar ese plan podía ser visto, a la luz de las armas, como un acto de cobardía o, incluso, de traición.
Según expuso The Guardian, algunos de los asesores más cercanos de “la dama de hierro”, como se la conoció a Thatcher, sostuvieron que no valía la pena involucrarse en un conflicto armado para recuperar las islas ante el envío de las tropas por el entonces dictador Leopoldo Galtieri.
Esos mismos documentos exponen, sin embargo, el cruce de opiniones entre distintos referentes del gobierno británico sobre la necesidad de responder por la vía diplomática o militar a los argentinos y, de inclinarse por la segunda opción, con qué potencia atacar.

Dinero y ciudadanía
Quienes plantearon el abandono de las islas, de todos modos, eran funcionarios influyentes en Londres, según reveló The Guardian. Entre ellos, el propio jefe de Gabinete de Thatcher, David Wolfson, quien planteó en un memorándum la idea de ofrecerles a los kelpers una indemnización.
Wolfson detalló incluso las condiciones de ese eventual resarcimiento, con un bono de US$ 100.000 de la época por familia -cerca de US$ 240.000 en la actualidad-, más una garantía de por vida de que podrían radicarse como ciudadanos de pleno derecho en Gran Bretaña, y con la opción de instalarse, si lo preferían, en Australia o en Nueva Zelanda, naciones que integran la comunidad del Commonwealth.
El principal asesor económico de Thatcher, sir Alan Walters, también impulsó esa idea, que envió a su jefa el 6 de abril de 1982, es decir, cuatro días después del desembarco argentino en las islas.
El secretario privado de Thatcher, Michael Scholar, indicó que la primera ministra ya había considerado un amplio número de ideas similares a las de Walters y Wolfson, y que había llegado a la conclusión de que “impulsar esa opción ahora significaría el fin del gobierno”.
La negativa de Thatcher no amedrentó a Walters, que volvió a insistir dos días después con su propuesta ante otro alto funcionario británico, sir Geoffrey Howe, que le replicó que su propuesta era lógica, pero sería vista como una traición. Aún así, Walters mantuvo su visión, al punto que volvió a plantearla, pero esta vez de manera pública, en 1995, cuando sugirió que debía indemnizarse a cada kelper con 475.000 libras.
Los documentos, que están guardados en el Churchill Archive Centre de Cambridge, incluyen también una carta de John Murray, un estrecho amigo de la familia Thatcher, enviada después de alcanzada la victoria británica. También sugirió que era momento de reabrir las conversaciones con la Argentina y de trasladar a los isleños “quizá con nuestra asistencia”.
LA NACION