Condenan a 17 años de cárcel a una mujer por maltratar a su familia

Condenan a 17 años de cárcel a una mujer por maltratar a su familia

Golpes, abuso sexual a una menor, maltratos, amenazas y sometimiento. Es otro caso de violencia en el hogar, pero que se destaca a los que habitualmente se dan a conocer porque, en este caso, la acusada fue una mujer, a la que un tribunal de Córdoba condenó a 17 años de prisión.
Las víctimas de los violentos episodios, ocurridos en los últimos meses en una vivienda de la zona periférica de la capital cordobesa, fueron la ex pareja y los hijos que tenían en común. Los hechos, producto de los intentos de la mujer para que el hombre -que se había ido del hogar por los malos tratos recibidos- volviera con ella.
La Cámara 6» del Crimen encontró culpable a la mujer, de 34 años e identificada como I.M.L., de por lo menos ocho hechos de violencia familiar, según informó el diario cordobés La Voz del Interior en su edición de ayer.
“Le tenía miedo y no denunciaba que ella lo maltrataba porque su machismo le impedía quedar públicamente disminuido”, comentó una de las partes que intervino en el juicio, realizado a puertas cerradas el pasado viernes.
Al parecer, I.M.L. lesionaba a sus hijos para incriminar al hombre, que se negaba a volver a convivir con ella. Entre los vejámenes a los que sometió a sus hijos, se probó que la mujer llegó a abusar de su hija de 14 años con un espéculo de los usados en ginecología para denunciar al hombre como violador.
Además, la mujer se autolesionaba, también para denunciar a su ex pareja, que intentaba mantenerse lejos del hogar para demostrar que no era culpable de lo que se lo acusaba, aunque no se animaba a denunciar a su ex esposa. Antes de irse de la casa, él había recibido heridas en un brazo, y otra vez en una pierna y en el tórax, al punto de que el caso podría haberse considerado un intento de homicidio, se informó.
Según publicó La Voz del Interior, en la investigación se comprobó que la mujer obligaba a los chicos a que, con una cuchilla, le hicieran cortes en los brazos o en las piernas.
Entre otros castigos presumiblemente producidos para incriminar a su ex, golpeaba a los niños con una botella de vino llena, en la cabeza. En una ocasión, uno de esos envases se rompió y el menor de los niños resultó con heridas de consideración.
Otra situación extrema que vivieron los chicos fue el incendio de su casa con ellos adentro. En esa ocasión, cuando la policía intentó evacuar a las víctimas, la mujer se encerró y evitaba el rescate de los chicos. “Yo les di la vida y yo tengo derecho a quitársela”, fue una de sus expresiones, según se ventiló en la audiencia.
Los chicos fueron heridos varias veces, y el mobiliario y electrodomésticos de la casa debieron ser repuestos reiteradamente porque ella los destruía.
“Muchos hombres no buscan ayuda por esos maltratos porque resulta denigrante para su propia estima”, afirmó la fiscal María Inés Ferreyra.
Dijo la fiscal que el caso adquiere importancia en el contexto de la violencia familiar, donde la víctima es casi siempre la mujer, “el sexo débil para nuestra cultura latina donde rige en su mayoría el patriarcado”.
Según datos del Ministerio Público Fiscal de Córdoba, el 80% de las estadísticas de violencia de mujeres contra hombres es callada simplemente por vergüenza de las víctimas.
“Éste es un caso testigo y su trascendencia pública puede ayudar a quebrar el silencio”, dijo Ferreyra.
Al parecer, era tal el sometimiento y la desmoralización que el hombre había decidido dejar a la mujer, la casa con sus hijos y el 90 por ciento de sus ingresos, según se conoció en el debate. Un familiar del hombre trató así de explicar el porqué de su conducta: “Estaba enamorado”.
Según se reflejó en el debate oral a puertas cerradas, los niños terminaron siendo objetos con los cuales ella podía manipular a su ex. El hombre, lábil en su carácter y temeroso de sus violentas acciones, no podía manejar la situación.
Según los peritajes, la mujer no padece de ningún trastorno psiquiátrico o psicológico que justifique sus conductas, era imputable y comprendía sus actos. No obstante, según sostuvo una perito psiquiatra, se trata de una persona que reviste “una alta peligrosidad”.
Los jueces Alberto Crucella (presidente del tribunal), Daniel Otonello y Julio Guerrero Marín concordaron con la durísima pena que había solicitado la fiscal Ferreyra: 17 años de prisión. Pero en el segundo punto de la sentencia recomendaron que en el Servicio Penitenciario la condenada deba cumplir con un tratamiento psiquiátrico o psicológico.
LA NACION