Los chismes abundan y destruyen

Los chismes abundan y destruyen

Por Bernardo Stamateas
En la selva tenían que elegir al rey de los animales, entonces se presentó el lobo y dijo: “Yo soy el rey de los animales… porque con mi boca puedo destruir a un animal, partirlo por la mitad instantáneamente.”
Entonces todos los animalitos dijeron: “El lobo es el rey de la selva…” Apareció el león y dijo: “Esperen, yo con mis garras puedo destruir a cinco simultáneamente.”
Entonces los animalitos aplaudieron y dijeron: “El león es el rey de la selva”. La víbora dijo: “Me tienen que elegir a mí porque con mi lengua puedo destruir a miles.”
Se calcula que el 70% del tiempo de cualquier conversación es de otras personas y tanto varones como mujeres lo hacemos por igual. Hasta existen empresas dedicadas a hacer correr rumores para destruir a la competencia, ya que las campañas en contra tienen muchísimo poder.
Siempre el chisme tiene que ver con alguien que no está. Y el oyente es tan necesario como el chismoso. Todo rumor puede destruir hogares, familias, amistades y por qué no, gobiernos.
Hay rumores que aparecen despacito, van creciendo, se instalan de a poco; otros aparecen de golpe cual “mecha encendida”; y otros que se llaman sumergibles, aparecen un tiempo, vuelven a desaparecer y así sucesivamente…
El chisme alivia el estrés; cuando hay vacío interior, hace que esa persona cobre vida. Puede tocar la dignidad y el honor, es decir la estima. Hay personas a las que uno les cuenta algo y lo cambian todo sin mala intención, sino que tiene una distorsión de la percepción.
Los rumores cobran vida cuando los escuchamos o transmitimos: la mejor manera de matarlos es cerrar los oídos y decir que no nos interesa que nos cuenten eso. Y, en última instancia, ir directamente a la fuente. Las palabras construyen o destruyen: elijamos usarlas para construir.
TIEMPO ARGENTINO

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