La “Stalin del Silicon Valley” vuelve a enfurecer a las mujeres profesionales

La “Stalin del Silicon Valley” vuelve a enfurecer a las mujeres profesionales

Por Maureen Dowd
Hace seis meses, cuando Marissa Mayer se convirtió en la reina de Yahoo, fue ensalzada como un modelo de mujer a seguir.
Con sus 37 años y su look de supermodelo, la super-nerd de la informática se convirtió en la más joven de los 500 directores ejecutivos de la revista Fortune. Y atravesaba entonces el tercer trimestre de su primer embarazo. Muchas mujeres se ilusionaron pensando que la discriminación en contra de las mujeres embarazadas o con intenciones de ser madres a la hora de buscar trabajo estaba disminuyendo.
Un par de meses después, la CEO de Yahoo dio que pensar a sus admiradoras, cuando se tomó apenas dos semanas de licencia por maternidad. Mayer pagó de su propio bolsillo la construcción de una guardería junto a su oficina, para que trabajar de corrido se le hiciera más fácil.
En el fondo, reverberaba el temor de que su actitud estableciera un nuevo estándar, imposible de cumplir para el resto de las mujeres. Hasta la ministra de familia de Alemania, Kristina Schröder, se metió en el debate: “Observo con gran preocupación que algunas mujeres prominentes den ante la opinión pública la impresión de que la licencia por maternidad no es importante”.
Casi dos meses después del nacimiento de su hijo Macallister, Mayer volvió a irritar a algunas mujeres cuando en un evento deslizó que “lo del bebe ha sido mucho más fácil de lo que todos se imaginaban”.
“Poner la palabra “fácil’ y la palabra ‘bebe’ en una misma frase te convierte en una de esas madres que no nos gustan demasiado”, la reprendió Lisa Belkin desde las páginas de The Huffington Post.
Ahora Mayer ha generado un nuevo tembladeral con una decisión de especial significado para las madres trabajadoras: ha prohibido que los empleados de Yahoo trabajen desde sus casas. Es casi una afrenta para las empresas de tecnología que han creado con éxito oficinas virtuales, en vez de oficinas convencionales.
Sheryl Sandberg, amiga de Facebook de Mayer, escribió en su nuevo manifiesto feminista titulado Aproximarse: mujeres, trabajo y voluntad de liderazgo , que la tecnología podría revolucionar la vida de las mujeres “cambiando el énfasis que se pone en el cumplimiento estricto de horas de oficina, ya que ahora gran parte del trabajo puede hacerse online”. Sandberg agregó que “lamentablemente subsiste la práctica tradicional de juzgar a los empleados en función del tiempo y no de los resultados”, cuando en realidad sería más efectivo enfocarse en los resultados.
Muchas mujeres se horrorizaron antes las novedades laborales en Yahoo, señalando que Mayer, con su penthouse en la punta del Four Seasons de San Francisco, sus modelitos de Oscar de la Renta y su contrato de cinco años por 117 millones de dólares, pareció olvidar que para muchas de sus hermanas menos privilegiadas con chicos, el trabajo a distancia es lo único que les permite tener una vida manejable.
Con su mandato dictatorial de trabajar “lado a lado”, Mayer hizo pensar a algunos que no es la “Gloria Steinem de Silicon Valley”, sino la “Stalin de Silicon Valley”.
Mayer y Sandberg están en la nube de las élites y en USA Today, y a Joanne Bamberger la preocupa que ellas “estén haciendo retroceder la causa de las madres que trabajan”. Bamberger escribió que la exhortación de Sandberg “a que las mujeres se levanten a sí mismas desde los cordones de sus Louboutin” es tan dañina como “la exigencia de Mayer de trabajar sólo en la oficina, que nos devuelve a la era pre-Internet del trajecito sastre y blusa con moñito”.
Los hombres que trabajaban desde su casa también protestaron. Richard Branson tuiteó: “Denle a la gente la libertad de trabajar donde quieran y se destacarán”.
Si bien las mujeres han buscado en la tecnología una fuerza compensadora en el mercado laboral, también es cierto que los innovadores tecnológicos -y podemos remontarnos hasta los científicos de los laboratorios Bell- han diseñado sus campus según la filosofía gerencial de que la creatividad florece cuando se obliga a las personas inteligentes a colaborar en persona y a lanzarse constantemente ideas unos a otros.
Mayer ha demostrado estar dispuesta a hacer lo que haga falta, sin miramientos. Enfrenta el enorme desafío de dar un giro a Yahoo: sólo en 2012, fue la tercera C.E.O. de la empresa. Durante sus años en Google, donde fue la vigésima empleada, primera ingeniera mujer y criadora de más de 100 productos, tuvo mucho éxito con la tormenta de ideas cara a cara. Laura Holson, de The Times, escribió que cuando se reunía con sus subordinados en Google, Mayer era como “una meticulosa profesora de arte corrigiendo a sus alumnos de primer semestre”.
La osada medida de Mayer parece retrograda y políticamente incorrecta, pero tal vez sienta la necesidad de reiniciar la cultura de la empresa, poner rienda a la creatividad, podar las ramas secas y disciplinar a los haraganes, para luego recuperar cierta flexibilidad.
Al entrar en la oficina, la jefa de recursos humanos de Yahoo, Jackie Reses, escribió un memo asegurando que “algunas de las mejores decisiones y opiniones salen de discusiones de pasillo y de cafetería, del encuentro con nuevas personas y de reuniones de equipo de último momento”, y agregó ásperamente que si algún empleado debía “quedarse en casa para recibir al tipo del cable, por favor tengan un poco sentido común en un espíritu de colaboración”.
Para rejuvenecer a la “abuela” de las empresas de Internet, como le gusta llamar a Yahoo, Tal vez Mayer necesite un poco de la energía y de la sinergía propias de la mentalidad de un emprendedor.
Mayer parece creer que hay tantos empleados haraganeando en sus casas que ella tiene que bajarlos de la red y meterlos en un box de oficina. Pero también debería ser solidaria con la muy diferente situación de las mujeres -y de los hombres- que no cuentan con tantos niveles de lujosa ayuda.
Mayer tiene una guardería al lado de la suite ejecutiva. Pero no todo el mundo puede darse el lujo de vivir tan cerca de las nubes.
LA NACION