Tesoros ocultos en la basura electrónica

Tesoros ocultos en la basura electrónica

Por Laura Rocha
Flores busca oro, cobre, plata y otros metales. Lleva casco, martillo, destornillador hidráulico y una protección para cubrirse los ojos. Hallar los tesoros que busca le demanda entre cinco y 20 minutos. Para obtener los metales que busca no usa ningún componente contaminante. Ni siquiera necesita usar líquidos que separen el hallazgo del material al que están adheridos.
La actividad de Flores se denomina minería urbana y es nada menos que el reciclado de residuos eléctricos y electrónicos (RAEE). “Empiezo con los cables, después separo el CPU y, por último, los monitores. Nosotros reconocemos el material y lo separamos en cajas y bolsones. Estos últimos después son exportados”, contó este minero urbano que trabaja en Quilmes, en una de las tres plantas que se dedican a esta actividad en el país.
“Entre los aparatos electrónicos que más se usan, los celulares y las computadoras son los que poseen la tasa más alta de reciclado. Más del 90% de sus partes pueden ser recicladas, ya que son fáciles de desensamblar y reutilizar. Debido a varias causas, como la nueva legislación en los países desarrollados, la industria del reciclado se ha visto obligada a virar hacia tecnologías más eficientes que permitan recuperar cada vez más cantidad de materiales”, dijo Eugenia Testa, directora política de Greenpeace Argentina.
En el caso del oro, y al contrario de lo que se especula, sólo puede encontrarse en cantidades mínimas dentro de celulares o computadoras: un celular sólo posee en promedio 0,025% de oro en su interior, además de otros elementos valorizables. No obstante, el consumo y descarte de estos artefactos implica el derroche de este recurso, según un informe especial realizado por la ONG ambientalista.
La mala noticia es que en la Argentina sólo se recicla el 15% de los RAEE que se generan. Los cálculos oficiales dan cuenta de que cada argentino genera alrededor de tres kilogramos de basura electrónica por año, lo que representa 120.000 toneladas de basura electrónica anuales. “Se calcula que alrededor del 50% de estos residuos están arrumbados en oficinas, hogares, entes públicos o depósitos, más del 40% se entierra o se descarta en basurales y rellenos y cerca del 10% ingresa en esquemas informales o formales de gestión de residuos. Esto representa un derroche de recursos que podrían recuperarse, además de una alta fuente de contaminación”, indican en Greenpeace.
El aprovechamiento del oro, la plata y el cobre de los celulares generaría además muy buenos ingresos.
“La actividad que realizamos en esta empresa es 100% ambiental. Lo que no se puede separar se envía a refinerías que están en Bélgica, Alemania o Suecia”, explicó Verónica Calona, responsable de Silkers, una de las tres compañías que realizan esta actividad en el país. Es que la minería urbana tiene un doble impacto positivo: por un lado, permite recuperar metales o materiales cada vez más escasos y cuya obtención, a través de la minería tradicional, genera un alto impacto ambiental. Por el otro, frena el impacto que estos residuos generan en el ambiente al degradarse en basurales contaminando las napas de agua, los suelos y el aire.
Sin embargo, la industria del reciclado de minerales por este medio no cuenta con una legislación para su promoción, como sí goza la minería tradicional. “Las trabas que te ponen para la exportación son muy importantes. Nosotros recibimos entre 100.000 y 170.000 kilos de aparatos para reciclar. El 2% de ese material puede ser dispuesto para exportar. El tema es que el 85% de los RAEE va a parar a los rellenos”, agregó Calona.
La cuestión del volumen es fundamental. Según Gustavo Protomastro, consultor ambiental que trabaja para otra empresa que realiza la actividad, son necesarios al menos 15.000 kilos de plaquetas para poder exportar el cargamento. “No se puede exportar sólo un poco porque no resulta rentable. Por supuesto que una política de apoyo sería lo mejor”, indicó.
Las plaquetas que están dentro de las CPU de las computadoras tienen metales como plata, oro, cobre, aluminio y tierras raras. Estas últimas están compuestas por una serie de metales utilizados para fabricar productos de alta tecnología como pantallas LED, componentes para autos, imanes y baterías recargables, entre otros. Hoy, China, países europeos y los Estados Unidos se disputan este mercado para poder abastecer el suyo para la fabricación de estos aparatos.
Desde 2008 se encuentra en el Congreso un proyecto de ley para la recuperación, reciclado y reutilización de la basura electrónica que se descarta en el país. El proyecto establece el concepto de Responsabilidad Extendida del Productor, bajo el cual las empresas que ponen en el mercado los productos eléctricos y electrónicos deberán ser responsables financiera y legalmente por la gestión y tratamiento de sus propios residuos. En 2011 el proyecto fue aprobado por el Senado, pero, por cuarto año consecutivo, el texto quedó descartado de la agenda de la Cámara baja.
LA NACION