Nobel de Medicina para estudios en células madre

Nobel de Medicina para estudios en células madre

Por Nora Bär
Separados por cuarenta años, dos descubrimientos que hicieron añicos uno de los dogmas fundamentales de la biología -que una vez que las células se diferencian en los distintos tejidos del organismo no pueden revertirse a su estado embrionario- fueron motivo ayer del Premio Nobel de Medicina o Fisiología 2012.
Los autores de estos hallazgos, el británico John Gurdon, de la Universidad de Cambridge, y el japonés Shinya Yamanaka, de la Universidad de Tokio, dos nombres estelares del hoy frenético campo de investigación en células madre, compartirán el premio que este año (reducido por la crisis en un 20%) está dotado de 1.200.000 dólares.
Gurdon fue el primero en clonar un animal. Lo hizo en 1962, introduciendo el núcleo de una célula de intestino de renacuajo (ya diferenciada) en un ovocito de rana al que se le había destruido su propio núcleo (ver infografía). De paso, demostró que las células maduras contienen toda la información necesaria para crear el resto del organismo y que es posible revertirlas a un estado similar al embrionario o indiferenciado.
Medio siglo más tarde, en un experimento asombrosamente sencillo y elegante, Yamanaka transformó células de piel (fibroblastos) en células similares a las embrionarias (es decir, capaces de metamorfosearse en neuronas, células cardíacas, hepáticas…) introduciéndoles apenas cuatro genes. Se las llama células pluripotenciales inducidas o IPS, según sus siglas en inglés. El logro permitió sortear los obstáculos éticos que planteaba el uso de embriones y vislumbrar la posibilidad de disponer de una fuente continua de células madre. De pronto, la medicina regenerativa fue mucho más que una utopía.
“Los hallazgos son impresionantes. El de Yamanaka debe ser uno de los avances que más rápidamente son premiados con el Nobel”, dice el doctor Osvaldo Podhajcer, investigador del Instituto Leloir y miembro de la Comisión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Y agrega el doctor Fernando Pitossi, también investigador del Leloir y coordinador del Consorcio de Investigación en Células Madre: “El premio a Yamanaka es algo que todos esperábamos. Su trabajo es de una simpleza tan inusual que hasta que no lo hicimos en el laboratorio pensé: «Esto no puede ser»”.
De jóvenes, ni Gurdon ni Yamanaka deben haber previsto el giro que tomarían sus vidas. Al primero, nacido en una familia acomodada, en Eton le desaconsejaron de plano la carrera científica. Todavía tiene colgada en su oficina la nota que escribió su profesora de biología. “Creo que Gurdon tiene idea de convertirse en científico ; por su rendimiento actual, es ridículo -sentencia la docente-. Si no puede aprender simples datos biológicos[…] sería una pérdida de tiempo, tanto de su parte como de los que tengan que enseñarle.” Después logró que lo aceptaran en el Departamento de Embriología de Oxford. Allí, un profesor más estimulante le sugirió el experimento con ranas.
Yamanaka estudió medicina y se dedicó a la cirugía ortopédica hasta que él mismo consideró que “no tenía talento” para eso y decidió viajar a los Estados Unidos y dedicarse a la investigación. Interesado en los factores de transcripción que mantienen a las células en estado embrionario, identificó 24 posibles candidatos y seleccionó cuatro que son determinantes. Lo probó insertando en células maduras los genes que los producen (que en la jerga de los biólogos se llaman Myc, Oct4, Sox2 y Klf4) y convirtiéndolas en células parecidas a las que componen el embrión recién fertilizado.
“El avance fue decisivo -dice el doctor Gustavo Sevlever, investigador de Fleni e integrante de la comisión asesora en células madre-. Ayuda a sortear problemas éticos, facilita la obtención de células madre autólogas (del propio paciente, de modo que no produzcan rechazo inmunológico) y permite desarrollar modelos in vitro de enfermedades degenerativas no sólo para estudiarlas, sino también para probar terapias, drogas…”
Para aprovechar estas posibilidades, gracias a un programa biniacional y con financiación del Ministerio de Ciencia, la Argentina pronto tendrá una “fábrica”de células pluripotentes para obtener cualquier tipo de células a partir de las de piel.
Sin embargo, Podhajcer advierte que aunque se siguió avanzando y ya se averiguó cómo convertir células maduras en embrionarias incluso prescindiendo de los cuatro genes, hay que ir paso a paso. “Es la historia de la biología -dice-: rápido en el laboratorio, lento en la clínica.” Pitossi coincide. Aunque este premio aumenta el entusiasmo de los científicos, es importante no crear falsas expectativas. “Estos hallazgos van a cambiar todo. Las posibilidades que abren son inmensas, pero esto recién empieza.”
LA NACION