16 Jan El lenguaje nos humaniza
Por Filipi Vilicic
Profesor de la Universidad de Bentley, en Boston, el estadounidense Daniel Everett. originario del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es uno de los lingüistas y etnólogos más prestigiosos del mundo. Everett pasa buena parte del año haciendo investigaciones de campo que le ayuden a entender cómo y por qué el hombre fue el único ser vivo que adquirió el don de hablar, además de descifrar qué mecanismos hicieron posible la conquista del lenguaje.
En su sexto libro, “Lenguaje: la herramienta cultural”, a punto de lanzarse en los Estados Unidos, Everett define al lenguaje como un artefacto creado y moldeado por la cultura, por la cognición y por el instinto de comunicarse que tienen los seres humanos. Según el científico, la humanidad solo sobrevivió y pudo evolucionar y alcanzar su actual estadio civilizatorio gracias a que se equipó del lenguaje.
Los descubrimientos del lingüista constituyen un abierto desafío a la noción más aceptada hasta ahora. cuyo autor es Noam Chomsky, según la cual la gramática (y por lo tanto el lenguaje) son un atributo físico innato del cerebro humano, teoría que coloca todo el peso de la especificidad humana en la genética.
Periodista: En su nuevo libro, usted redefine el concepto de lenguaje. ¿Qué tiene de nuevo ese punto de vista?
Daniel Everett: Durante cinco décadas, los lingüistas siguieron la teoría de la gramática universal, concebida por Noam Chomsky. De acuerdo con esa teoría, la gramática y el lenguaje son innatos al ser humano y ya vienen programados en su cerebro. Yo creo que esa idea es ridicula. Nunca hubo pruebas de que existan estructuras en nuestros cerebro y ADN que nos autoricen a decir que el lenguaje es hereditario. El célebre gen FOXP2, que por un tiempo fue clasificado como un gen del lenguaje como prueba de la existencia de una gramática universal tiene, en realidad, múltiples funciones. Actúa en el desarrollo de los pulmones y en el control de los músculos de la cara, y define más de una decena de funciones del organismo. El FOXP2 tampoco es exclusivo de las personas, está en las ratas y en algunos pájaros.
PERIODISTA: ¿Chomsky no debe ser tomado en serio entonces?
Everett: La verdad es que Chomsky no es genetista, nunca investigó la biología humana. Es obvio que todas las actividades humanas tienen una correspondencia en el cerebro. Cuando alguien empuña un revólver, se activan determinadas regiones del cerebro cuya existencia y función se deben a uno o más genes. Eso no quiere decir que nacemos con un gen para el uso de las armas. Solo significa que nos valemos de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro para manipular esas herramientas. Y lo mismo sucede con el lenguaje. Es una herramienta creada por nosotros. desarrollada con el uso de la capacidad corporal y cerebral.
PERIODISTA: Definir el lenguaje como una herramienta y colocarlo en la misma categoría que un arma, ¿no reduce su complejidad?
Everett: El lenguaje no es solo una herramienta; es la herramienta más importante que tiene el ser humano. Es lo que nos hace humanos. Es a través del habla primero y de la escritura después, que conseguimos formular pensamientos y acumular conocimientos con el correr de las generaciones. Un perro no puede saber cómo era su bisabuelo: las personas son los únicos seres que pueden tener esa información. Una de las mayores ventajas evolutivas del lenguaje es la capacidad de reconocer que un semejante tiene un cerebro como el nuestro y que puede pensar, como nosotros. A eso le damos el nombre de “teoría de la mente”. Fue esa capacidad la que nos permitió la comunicación. En el momento en el que un ser humano pensó que otra persona cercana a él tenía una mente igual, llegó a la brillante conclusión de que “él me puede entender”. Esa idea básica está presente en todas las formas humanas de expresión. Fue solamente a partir de ahí que conseguimos vivir plenamente en comunidad, que creamos la filosofía y la matemática, que inventamos las demás herramientas y nos constituimos en una humanidad.
PERIODISTA: ¿Por qué el lenguaje dio origen a tantos idiomas?
Everett: Nuestros lenguajes son el resultado de una combinación de tres factores: la capacidad cognitiva del ser humano, la cultura de los pueblos y lo que las sociedades quieren comunicar. Nuestro cuerpo establece los límites de cómo nos expresamos, la cultura define cómo hablamos y leemos y la voluntad de comunicarnos determina lo que queremos decir. Es una relación dinámica. Cada uno de esos factores influye en los otros.
PERIODISTA: ¿Cómo llegó a esa idea?
Everett: Eso es evidente cuando analizamos cómo son estructuradas las frases en los diferentes idiomas. En la lengua de los piraá, tribu con la cual viví en el Amazonas, una frase siempre se encierra en sí misma y se vale de sufijos que definen el grado de veracidad de lo que se está diciendo. Son tres sufijos: uno informa que “yo vi eso con mis propios ojos”, otro revela que “alguien me contó eso” y un tercera atestigua que “yo digo eso basándome en evidencias”. Si usted le pregunta a un piraá “¿José le dio el libro a María?”, él responderá “híai”. Que no es un no y tampoco es un sí. Significa que él oyó de alguien que el libro fue entregado. Ese cuidado es reflejo de un valor cultural especialmente importante para los piraá. Para ellos es indispensable que el interlocutor presente pruebas de lo que está afirmando. Además, no conocen los números, apenas calculan las cantidades o volúmenes en “poco” o en “mucho”. Para ellos, saber contar no sería una ventaja evolutiva. Identificar con precisión cada animal y árbol de la selva es decisivo y. como resultado, los piraá desarrollaron un complejo y vasto vocabulario sobre eso.
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