El futuro está de regreso

El futuro está de regreso

Por Marcelo Stiletano
Looper se estrena en pleno octubre, pero a todos los efectos puede verse como la primera película de 2013. No sólo porque habla del futuro y propone una vuelta de tuerca sobre el clásico tema cinematográfico del viaje en el tiempo, sino porque se presentó hace algo más de un mes en la gala de apertura del Festival de Toronto (TIFF 2012), plataforma habitual de lanzamiento de los títulos que más darán que hablar en los próximos meses. Lo más destacado de Toronto suele ganar atención en la próxima temporada alta de premios que culmina con el Oscar.
En este sentido, Looper se ubica por ahora debajo de otros títulos presentados en sociedad durante el TIFF 2012, como Argo , de Ben Affleck (que llegará a la Argentina dentro de una semana); The Master, de Paul Thomas Anderson, y Silver Linings Playbook , de David O. Russell. Pero su temática, la presencia estelar de figuras de alto perfil y la expectativa internacional que viene despertando sugieren la posibilidad fundada de que en algún momento pueda sumarse a la lista.
Lo más llamativo de Looper, asesinos del futuro, que Diamond estrenará hoy, es, precisamente, lo que se desprende del título elegido para su presentación en nuestro medio. En una inquietante vuelta de un tema ya clásico para el cine de ciencia ficción, la posibilidad de viajar en el tiempo deja de ser utópica y pasa a ser cierta. Lo más provocador del planteo es que una persona (el asesino a sueldo encarnado por Joseph Gordon-Levitt) termine encontrándose con su propia imagen madura llegada desde el futuro (Bruce Willis) con la idea de cerrar un complejo círculo que, en rigor, no hace más que empezar a abrirse y desenvolverse en ese mismo momento.
Aquello que James Cameron exploró en los orígenes de Terminator encuentra aquí ricas variantes, según reconocieron algunos de los artífices del film reunidos para dialogar con la prensa internacional -entre la que estaba LA NACION- durante el paso del film por Toronto para su estreno mundial.
La audacia del planteo de Terminator (el cyborg llegado desde el futuro para eliminar a un chico que será el futuro líder de la resistencia humana a la tiranía de las máquinas) se corresponde con uno de los ejes temáticos de Looper. Aquí también alguien llega desde el porvenir para alterar el curso de los acontecimientos, pero en este caso la trama ocurre en un futuro (año 2044) con algunas marcas reconocibles de nuestro presente.
En ese sentido, el contraste entre Looper y otro título futurista estrenado también hoy (Dredd 3D) salta a la vista. En ambas hay armas, vehículos y toda clase de artefactos de diseño futurista, así como un cuadro de violencia generalizada y poblaciones urbanas mayoritariamente sumidas en la indigencia y la marginalidad, Pero Looper aún muestra espacios abiertos, gente que vive en ámbitos rurales casi como en los tiempos del Viejo Oeste y diners donde aún puede saborearse un plato de carne con huevos revueltos.

Un porvenir bien presente
“Quisimos mostrar un futuro que parezca bien creíble y que permita hacer funcionar la historia. Nada en esta película nos hace sentir que estamos ante un futuro muy lejano. Además, se trata de un mundo en el que la clase media desapareció. Están los que gastan dinero en los clubes nocturnos y los que no tienen nada y viven en la calle. Busqué inspiración en el western, sobre todo en los aspectos exteriores y los escenarios. Pero la trama es otra cosa, no tiene nada que ver con esa influencia más visual”, afirma el director Rian Johnson, al que muchos cinéfilos reverencian a partir de su ópera prima (Brick, primer trabajo junto a Gordon-Levitt) y a un par de episodios de la magnífica serie Breaking Bad que llevan su firma.
En un lugar así llegarán a encontrarse las dos versiones en el tiempo de la misma persona. “La más joven y la más vieja. Algo que plantea un desafío cargado de intriga. Cómo llego a transformarme a mí mismo y lograr que el público, sin dudar ni un solo instante, entienda que soy la misma persona que ese otro que está enfrente mío”, dice Gordon-Levitt, con su rostro despojado del maquillaje al que se sometió para adquirir el mayor parecido posible con Willis.
Un poco más escéptico, el astro de Duro de matar admite que parece “imposible” esa posibilidad de tratar de actuar con alguien “que es una versión juvenil de uno mismo”. Después de pensar unos segundos, dice -entre divertido y resignado- que no queda otra “que dejarse llevar e imaginar que ese otro también soy yo”.
En un punto, ambos volverán a mirar a Johnson en busca de una explicación más certera. Es que ambos, en especial Willis, creen en la ciencia ficción como el equivalente cinematográfico de los trucos de magia. El director, como buen ilusionista, prefiere no dar pistas ni explicaciones racionales: “No me interesaba tanto explicar el proceso del viaje en el tiempo. Se ha perdido y se pierde mucho tiempo haciendo eso. Lo que me propuse fue crear una historia y encontrar en ella todo aquello que amamos de la ciencia ficción: un punto de apoyo parecido al truco de magia que me permitiera desarrollar una situación humana reconocible para el público. En ese sentido, Ray Bradbury era un maestro”.
Willis convalida esa idea, como si la charla se orientara hacia una reflexión general sobre la importancia de la fantasía y de la ciencia ficción en el cine. Para el veterano actor, el sentido de hacer (y de ver) películas responde a ese impulso. “Debemos siempre tener la mayor honestidad posible cuando llevamos esas historias a la pantalla. Trabajamos con emociones humanas y debemos hacerlas creíbles, aun en las circunstancias extrañas que todo el tiempo propone la ciencia ficción.”
Asomándose hacia ese mismo mundo, Gordon-Levitt dice que le gustaría experimentar con ese viaje en el tiempo que el cine hace posible. “Soy un optimista por naturaleza y creo en un futuro mejor. Pero al mismo tiempo digo que las películas funcionan como un espejo y una gran advertencia frente a todo lo que nos espera. Me gusta todo ese cine que tiene algo para contarnos que no conocemos sobre nuestro mundo e incluso sobre lo que nos pasa cada día. Para eso se escriben historias como ésta.”
Ese mismo futuro aparece en la mayoría de las películas que juegan con el paso del tiempo marcado por una fuerte carga de violencia. Ocurre en este caso y también en otro recordado éxito de Willis, 12 monos, en el que también aparece en primer plano ese tipo de desplazamiento temporal. “En ese sentido -explica Johnson, en línea con lo dicho por Gordon-Levitt- la violencia funciona porque sirve de marco para mostrar todos esos aspectos oscuros de la realidad y de nosotros mismos que preferimos no ver. Aquí aparecen como en un espejo, brillando frente a nuestros ojos. No podemos evitarlo.”
Willis agrega que la violencia “está en todas partes y si la eliminamos del cine también deberíamos hacerlo con el resto de las emociones humanas”. Seguramente lo decía con la cabeza puesta en la matanza de Aurora durante el preestreno de Batman, el caballero de la noche asciende. Uno de los films más representativos de 2012 en la mente del protagonista de Looper, el primer título que anticipa cómo será para Hollywood la temporada 2013.
LA NACION